martes, 29 de octubre de 2013

FE EN DIOS

Antes de Jesús, profetas y guerreros  afirmaban actuar impulsados por la fe y en nombre de Dios.

Moisés, venerado por su fidelidad y justicia, manifestaba estar representando a Dios, y sin embargo no titubeaba al resolver dominado por la ira.

Josué presumía proclamar su grandeza con banderas sangrientas, mientras sometía a poblaciones  indefensas más allá del Jordán.

David suponía dignificarlo cuando conquistó la colina de Sión a costa del llanto de las viudas y de los huérfanos.

Salomón creía reverenciarlo al dedicar las existencias de gran cantidad de servidores a la construcción del famosos templo que, edificado con los  más caros y lujosos materiales, perpetúa  hasta hoy su memoria.

Y todos nosotros, durante sucesivas reencarnaciones, hemos pretendido honrar la fe en Dios, fomentando guerras y expoliando a nuestros semejantes en momentos culminantes de fanatismo y desenfreno posesivos por el oro.

El Espiritismo, sin embargo, nos muestra a Jesús abrazando el servicio espontáneo a la humanidad, a la vez que como el modelo más puro y fiel de la misma.

Aunque libre, se transformó en servidor de la comunidad, llevando la más inmediata ayuda a los que estaban ubicados en los últimos grados de la escala social.

Sin haber formulado ningún juramento que lo obligase a tratar con los enfermos, amparó a los dolientes con extrema dedicación.

No vestía la toga de juez, pero patrocinó la causa de los desherederados.

Divorciado de todo compromiso como padre de familia, llamó hacia él a los niños.

Desvinculado de los círculos políticos, enseñó el repeto a las autoridades constituidas.

Profundamnete sincero, era humilde en grado máximo con los ignorantes; mas fue humilde y también sincero, tanto como se puede ser con aquellos que conociendo sus propios deberes frente a los preceptos divinos, no los respetan ni los cumplen.

Pasó por el mundo bendiciendo y consolando, esclareciendo y sirviendo, pero prefirió morir antes que violar el mandato de amor y verdad que lo ligaba a los designios del Padre Eterno.

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Para nosotros, encarnados o desencarnados, ya sea con la luz de la Doctrina Espírita o bien carente de ella,  es importante el examen periódico de nuestros testimonios personales de la espiritualidad en nuestra vida cotidiana, pues de tal manera lograremos discernir qué viene a ser la fe en Dios en nosotros y la fe en el Maestro a quien decimos honrar.

EMMANUEL,  Guía Espiritual de Chico Xavier.

sábado, 26 de octubre de 2013

IMPLICACIONES REVOLUCIONARIAS DEL ESPIRITISMO


Cuando se combate la visión religiosa sobre el Espiritismo se deja siempre la impresión de que se trata de una cuestión de preferencias personales o de lectura pre conceptuoso sobre la historia de las religiones.

Más, si se retira la expresión “pre conceptuosa” llegamos al núcleo de todo. La lectura histórica de las religiones es desastrosa. En todos los momentos de la humanidad la religión no hizo otra cosa que dividir, mitigar, humillar, aprisionar, reprimir, atrasar, retardar el avance de la humanidad.


Vale recordar que las religiones son creaciones humanas. Y absolutamente ninguno de los creadores de religiones eran espíritus puros, perfectos, superiores. No existen hombres superiores con autoridad bastante para afirmar que tal doctrina representa pensamiento de Dios sobre la Tierra. Ninguna religión, por tanto, absolutamente ninguna, posee autoridad divina. Y el agravante de ser creadas por seres imperfectos es que la imperfección no crea perfección.

La imperfección de las religiones tiene su foco principal cuando confrontadas con el espiritismo en su capacidad de colocar a los hombres unos contra los otros y de imponer condiciones de restricción de la capacidad critico-racional de sus seguidores. Peor aun cuando las religiones se inmiscuyen en la sociedad de forma de influencias en la cultura, en la convivencia social y en la política. Con ese aspecto, acaban influenciando en personas no seguidoras, causándoles constreñimientos o imponiendo resignación cívica. En Brasil toda cultura está volcada por la influencia católica, incluyendo la imposición de feriados religiosos por la idolatría de sus santos, al violar los derechos de los evangélicos, judíos, ateos, etc.

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En todos los sistemas donde la religión prevaleció, prevaleció también el atraso social e intelectual. Consecuentemente, por una ley natural traída por la Codificación Espirita, donde hay atraso intelectual existe evidente atraso moral. Eso destruye la falacia de que las religiones contribuyeron para el orden moral de forma decisiva. Si, hubo momentos históricos donde la imposición de la disciplina religiosa evitó maleficios de orden moral por un lado, más impusieron otros igualmente dañinos por otro. Y todo eso porque el papel de las religiones nunca fue de comprender a las divinidades sin satisfacer los puntos de vista de quien se arrogaba al derecho de representarla en la Tierra.


El propio Jesús jamás creó una religión. Muy al contrario, se mantuvo en la religión de sus padres, siendo hasta coherente con sus enseñanzas de orden moral, más completamente apartado de la institución, al punto de hacerle severas críticas. Eso le valió persecución por los propios judíos.


No en tanto, es imposible hacer desaparecer la existencia de la religión en el pasado humano. Al contrario, la codificación vio en ella alguna importancia histórica. Más, la misma codificación no elige ninguna de las religiones. No establece a ninguna como racional o verdadera. Teje críticas también. Sin embargo, en la Ley de Adoración, comenzamos a entender realmente lo que viene a ser esa “religión” de que habla el Espiritismo. No se trata de una institución, de una estructura. La Ley de Adoración hace prevalecer la lógica del “pensamiento religioso”, de naturaleza esencialmente intima y personal. Eso no se niega y ni se puede negar. La codificación conceptual del pensamiento religioso o religiosidad en este paradigma es un movimiento del individuo en la comprensión de las leyes divinas y de los mecanismos que son regidos por Dios. Punto y se acabó. El espiritismo no es una religión y los espiritas pueden mantener un pensamiento religioso en su relación con Dios, en adoración absolutamente personal y reservada, salvando las excepciones colectivas para fines especiales. Eso no requiere estructura, ni institución.


Por otra parte, la codificación nos habla todo el tiempo de entendimiento intelectual y moral y practica evolucionaria. Más, ahora, ese mensaje cabe para toda la humanidad. Entonces, como repetimos siempre a lo largo de los tiempos, no hay como establecer el Espiritismo como una religión más, pues la visión histórica y cultural sobre las instituciones religiosas no agrega personas al contrario las separa, las estigmatiza. Bastan haber implicaciones de naturaleza religiosa en un discurso para uno u otro grupo repudiar de inmediato. Un “espiritismo religioso”, por ejemplo, sería repudiado en países islámicos o de influencia helénica, o eslava, u orientales.


Desligar al Espiritismo del concepto de religión tan falsamente impuesto por influencias roustainguistas y de autores idolatrados en Brasil pasa a ser una cuestión estratégica para la práctica del Bien. Si el espirita se siente confortable con las lecciones que aprende, debe, por deber de caridad para con el prójimo, propagar esas lecciones. Más, el terreno debe ser de neutralidad de las pasiones. Las religiones causan pasiones, o mismo consecuencias de ellas.


Un Espiritismo despejado del concepto religioso será capaz de motivar mentes especulativas e investigativas en su dirección. Eso incrementaría el poder científico de la Doctrina espirita, trayéndole pruebas de verdad con impactos inexorables sobre la sociedad humana. En verdad, las pruebas de los axiomas espiritas revolucionarían todo el concepto que los hombres poseen de su propia existencia, trazando implicaciones notorias sobre las relaciones sociales, sobre la política y sobre la economía.


En la practica, podemos decir que si el mínimo axioma fuera comprobado, pasaría a ser de interés formal de gobiernos el fomento a la pesquisa. O no.. No se puede olvidar que cualquier principio revolucionario atiende a intereses antagónicos. Más, sabemos que el cambio, cuando es colocado de forma verosímil y evolutiva, es inevitable.

Podemos aludir al impacto cultural que revelaciones espiritas debidamente comprobadas traerían para todos las estructuras de la sociedad mundial. Es muy posible que podría entrar en conflicto con el pensamiento antiguo. Más, no es posible una confrontación prolongada con hechos comprobados y científicos. No fue posible a la Iglesia Católica impedir la realidad de la Tierra redonda, por ejemplo.


En verdad, el Espiritismo trae un inmenso poder que yace oculto por la inacción de los espiritas. Podemos hasta mismo imaginar que la influencia católica sobre los espiritas no fue fruto de acaso y si un movimiento bien orquestado – y eficaz- de evitar esa revolución cultural, intelectual, moral sobre la humanidad. Es más una vez un sistema religioso institucional promoviendo el atraso, la estancamiento.


Cuando espiritas son cómplices en eso queda preocupación. No por establecerse campos de conflictos, más si por la percepción de que la más poderosa arma para el avance rápido de la humanidad queda enterrada y oxidada por quien cedió a su mayor enemigo. Y una relectura del proceso histórico, gobiernos influenciados por religiones también no podrían interesarse por la correcta divulgación de la doctrina Espirita. Nadie quiere revoluciones cuando la situación se adecua a sus intereses. Quien promueve revoluciones es quien no se satisface con esa adaptación. Deberían ser los espiritas los que promovieran esa revolución, tal como los primeros cristianos. Apenas no precisamos repetir sus errores y caer en los apelos del poder religioso. Durante 300 años los cristianos fueron poderosos y revolucionarios, hasta el momento en que se vieron en ese poder. De ahí fue creada la Iglesia Católica y todo se derrumbo. El sistema revolucionario fue substituido por un sistema represor y anti-revolucionario.


La responsabilidad del espirita siempre fue mayor de lo que en superficie se permite entrever. Ninguna revolución sirve para el propio individuo. Ella se extiende obligatoriamente por todos los que está alrededor. Considerando los avances posibles con el espiritismo, no promover esa revolución es falta de caridad para con toda la humanidad.


El espiritismo es ciencia y filosofía. El espírita se debe atener a estos terrenos de neutralidad. Estudiar, investigar, buscar la verdad, repudiar los falsos escritos de falsos espíritas, disciplinarse en la metodología, traducir todo eso en su practica moral cotidiana en la medida de su entendimiento – eso es hacer la revolución espirita.


Revolución espirita es un acto de caridad mundial. No tiene fronteras. Ni aquellas que son de las propias limitaciones personales.
Por Randy. Es moderador de la comunidad “Yo soy Espirita – Espiritismo” del Orkut e idealizador del Núcleo Espirita de Filosofía y Ciencias Aplicada. NEFCA


sábado, 19 de octubre de 2013

VIDA Y EVOLUCIÓN


 ¿Cual es la posición de nuestro planeta en el espacio sideral?

El hombre, en el actual estado de desarrollo científico, aún no ha conseguido conocer, con exactitud, el mecanismo creador de su Universo material.

El oscurantismo del proceso de la creación del Universo viene instigando la inteligencia humana a formular varias hipótesis al respecto.

Incuestionablemente, podemos afirmar, solamente un hecho: alguien o algo, con inteligencia superior, lo creó! Incuestionable porque el raciocinio es plenamente lógico: no existe efecto sin causa y para un efecto inteligente debe haber una causa inteligente. El acaso siendo ciego y arbitrario jamás podría dar origen a tan magnífica obra (LE-Cap. l,2).

La Ciencia progresa a pasos largos y el pensamiento religioso debe acompañar la suma de estos nuevos conocimientos. No adelanta las religiones meter la cabeza en un hoyo, tal cual las avestruces, ignorando lo que está ocurriendo alrededor.

El Espiritismo, dentro de su postura marcadamente evolutiva, afirma, de forma audaz, que, si el avance científico demostrare que algún punto de su doctrina merece reparos, ella se modificará en aquel punto de referencia, asimilando la orientación de la Ciencia (Génesis - cap.1-ítem 55).

Entretanto, ya en el año de 1857, los espíritus nos informaban que todo se encadena en la naturaleza, del átomo primitivo hasta el arcángel (LE-Pregunta 604/540). Por consiguiente, pasado - presente - futuro del microcosmo al macrocosmo, todo se relaciona de forma armoniosa obedeciendo las Leyes Generales criadas por Dios. ¿No estaría en este singular, pero profunda enseñanza, una de las claves para desvendar los grandes enigmas de la humanidad?

El notable científico Albert Einstein publicó, en 1905, la Teoría de la Relatividad, que revolucionó todo el conocimiento científico sobre el Universo, que prevalecía en la época. El Espacio y el Tiempo, tenidos como materias abstractas, pasaron a ser realidades concretas, sujetas a la influencia de fuerzas físicas. Más recientemente surgió la teoría de la creación del Universo a través de una formidable explosión - "Big-Bang" - de toda materia altamente concentrada, que habría ocurrido hace aproximadamente, 20 billones de años. El Tiempo y el Espacio no serian eternos e infinitos como se pensaba, mas habrían surgido en el mismo instante de la grande explosión. El Universo, por tanto, sería finito, tanto en el tiempo como en el espacio. Axial, no tendría sentido especular sobre el tiempo antes del momento de la creación del Universo, porque, simplemente, el tiempo no existía. Se estima que el planeta Tierra se haya formado hace mucho menos tempo: cerca de 4,5 billones de años.

Desafortunadamente, la gran complejidad de esos estudios, dificulta, en mucho, su conocimiento para la mayoría de las personas. Sin embargo, es importante que, por lo menos, se tenga la noción del posicionamiento de nuestro mundo en el espacio sideral. El planeta Tierra pertenece a un sistema planetario que tiene una estrella-sol como centro. Entretanto, nuestra estrella-sol pertenece a una galaxia (Vía-Láctea) que, por su vez, contiene otras 100 billones de estrellas-soles, cada cual, con posibles sistemas planetarios. Por su vez, nuestra galaxia integra un Universo que contiene billones y billones de otras galaxias, cada cual con billones y billones de estrellas-soles y, consecuentemente, con billones y billones de otros sistemas planetarios, conteniendo billones, billones y billones de planetas. Eso, sin considerar la hipótesis de que la Ciencia, a través de la teoría de los colapsos gravitacionales - "Hoyos Negros"-, señala la existencia de otros Incontables universos!

Delante de tanta grandiosidad, aún existen personas que piensan que el hombre es el soberano y único ser pensante de este Universo.

Coherente con la lógica, la Doctrina Espírita siempre ha proclamado la pluralidad de mundos habitados, conclusión ésta que fatalmente la Ciencia confirmará brevemente.

El surgimiento de la vida en la Tierra también es motivo de polémicas. Dentro de la escala evolutiva de las especies, propuesta por Charles Darwin, en 1859, se estima que las primeras formas rudimentarias de vida habrían surgido hace 3.5 billones de años; los peces, cerca de 500 millones de años; los anfibios, cerca de 325 millones de años; los reptiles, cerca de 300 millones; los mamíferos, cerca de 200 millones y las aves, cerca de 180 millones.

La Ciencia, hasta el momento, tampoco ha conseguido desvendar por completo, el momento y el local donde surgió el espécimen que puede se considerado como, efectivamente, el elemento de la actual raza humana. el espécimen "australopithecus", homínido de forma animalezca antecesor del genero humano, data de cerca d 4 millones de años. El "Homo Halis", considerado el primer espécimen pré-humano a utilizar rudimentarias herramientas de piedra, vivió hace cerca de 2 millones de años. el "Homo Erectus", un poco más evolucionado, vivió hace cerca de 1 millón y 500 mil años. El "Homo Sapiens", ya con razonable grado de inteligencia, vivió hace cerca de 250 mil años. Finalmente el "Homo Sapiens Sapiens", que poseía la misma anatomía del hombre actual, data de, apenas, 50 mil años.

La Ciencia actual estima que el Hombre primitivo debe haber surgido en algún punto de la escala evolutiva situado entre el "Homo Erectus" y el "Homo Sapiens". Obviamente, las fechas y las clasificaciones aquí mencionadas no pueden ser tomadas con rigor absoluto, aunque posean cierto consenso científico. Este es un campo en el cual tanto la Ciencia como la Doctrina Espírita aún tiene mucho que revelar.

Se debe resaltar que, en principio, la Teoría de la Evolución de las Especies, propuesta por Darwin, se armoniza perfectamente con lo que predica la Doctrina Espírita. El conocimiento de la cronología de la creación del Universo y de la evolución de la vida en los permite un entendimiento mayor sobre el camino evolutivo recorrido por el espíritu, magistralmente sintetizado por León Denis: el Alma duerme en la piedra, sueña en el vegetal, se agita en el animal y despierta en el Hombre. La especie humana, por tanto, continúa en constante evolución en todos los sentidos: físico, moral y espiritual.

Como vemos, a pesar do progreso científico, las preguntas y las incertidumbres aún son muchas, mas la Ciencia continua avanzando de forma inexorable. Y no hay duda, como afirma Djalma Motta Argollo, que el próximo milenio presenciará el encuentro del científico con la realidad del Espíritu y, consecuentemente, con la Divinidad.

Ivan Régis de Arruda Frota
(Revista Internacional de Espiritismo – Mayo de 1998)

ACTUALIZACIÓN SOCIOLÓGICA DEL ESPIRITISMO



Por el Espiritismo conocemos que cada nueva encarnación es un período de prueba, durante el cual debemos intentar la superación propia y ayudar a la de los demás.

Para ello entramos a vivir en un cuerpo y en condiciones ambientales apropiadas al desarrollo psicológico y moral que hemos alcanzado. Eso ocurre por la puesta en juego de la Ley de Causas y Efectos, en virtud de la cual la situación actual está influída por lo que se ha sido hasta la última desencarnación.

Tal cosa no supone que débitos que tengamos con leyes morales, nos lleven a pasar idénticas situaciones de sufrimiento que las que antes podamos haber infligido a otros, dado que el karma, como denominan otras escuelas, no está sujeto a la fatalidad. Se trata en cambio de algo que funciona de manera que las consecuencias pueden ser diferentes, ante factores causales igualitarios, puesto que en el devenir palingenésico, a semejanza de lo que sucede en la física cuántica por el principio de Heisenberg, reina la indeterminación.

El productor de tan valioso proceso es ni más ni menos que el Libre Albedrío, componente inseparable del espíritu a partir de su nacimiento, al que puede recurrir tanto cuando puebla el espacio como en ocasión de estar unido a un cuerpo.

Esa facultad o derecho para actuar como deseamos, nos hace a la vez responsables de lo que pasa en la vida comunitaria, por lo que cada uno decide, además de orientar su propia existencia, repercute sobre la de los otros hombres y mujeres. A veces pocos, en ocasiones muchos. Como así ha ocurrido siempre, con la presencia de grupos que supieron hacerse dueños del poder, utilizando sistemas para que una minoría de privilegiados ex la explote en todo orden a la mayoría de sus semejantes, la situación social que hoy impera en el mundo deriva en gran parte del curso e la historia, que hasta el momento está lejos de encontrarse ajustado a las Leyes Divinas.

De acuerdo a como marchan las cosas, si los espíritas nos actualizamos, lo haremos como se debe si incluimos el interés por la sociología y los beneficios que pueden derivarse de su buena utilización. De quedar eso sin atender, nuestro movimiento, no ha de prestar a la gente el mejor servicio a que está destinado.

En la actualidad nos encontramos detenidos, pues sigue imperando la idea de que, por el karma, cada uno ocupa el lugar que se merece, sin tener en cuenta que si dicho factor permite, por libre elección, pagar un mal ejerciendo un bien de valor equivalente, lo correcto es señalar que cada vez que regresamos a la vida terrenal, lo hacemos en condiciones que nos dan la oportunidad de poner en juego la corrección de defectos. Si lo primero fuese cierto, no tendrían porqué interesarnos los que sufren, dado que así pagarían más rápido sus deudas morales. La caridad en cualquiera de sus formas, sería entonces innecesaria y hasta inoportuna.

Como lo real es lo segundo, pero también resulta verdadero que en el intento se producen fracasos, hay seres que se apartan del plan con que llegaron a la vida y se inclinan por ocuparse de lo que les agrada, le da placeres y beneficios, en especial económicos, integrándose a una clase privilegiada. Si bien son los menos, acumulan riquezas y poder para manejar a los más, transformándolos en réprobos.

Frente a esta situación, el Espiritismo no puede seguir aplicando parcialmente a Kardec, ni continuar prestando oídos sordos a quienes interpretaron e interpretan de forma completa al Codificador. Compete que la doctrina sea puesta al día, para que deje de ser espectadora ante los errores sociológicos y entre a actuar con metodologías que enseñen al mundo como enmendarlos.

¿Qué corresponde hacer? ¿Qué contenido debe dársele al conocimiento para que además de ser científico, filosófico y moral, incluya también a la sociología?

Los siguientes párrafos ofrecen bases a la proposición final, definiendo puntos importantes a tener en cuenta y que aclaren confusiones, sean de desconocedores del Espiritismo o vengan desde asociados a sus instituciones.

Puede decirse que se hace sociología espírita cuando, en las sociedades rotuladas de igual modo, encarnados y desencarnados se ocupan de que todos conozcan bien las causas productoras de los severos males que sufre la vida planetaria de los seres humanos, para preparar métodos y gente que los utilice, en colaboración con otros saberes y en momentos oportunos, en búsqueda de la corrección de esas desviaciones negativas. Dicho quehacer debe tener profundidad, estar bien meditado desprovisto de apuro. Sus emisarios han ayudar a que desaparezcan los enfrentamientos, manejando ideas que estén muy lejos de las peleas físicas o verbales, promoviendo la instalación de una Revolución ideológica, en cuyo ejercicio se discutan y tomen determinaciones entre personas que se consideren y se sientan hermanas.

En cuanto al contenido, siguiendo los dictados de la Codificación, luego desarrollados y hechos más actuales por figuras de relieve como Manuel Porteiro, Humberto Mariotti, Manuel Navarro Murillo, Deolindo Amorim, José Herculano Pires, y Jon Azpúrua, entre otros, está compuesto en esencia por el Socialismo espiritualista o espiritualizado. Para evitar que el uso de esta terminología provoque falsas interpretaciones, conviene aclarar un poco la cuestión.

Hablar de socialismo no significa condecirse o estar de acuerdo con lo estipulado por el marxismo, comunismo o socialismo científico, denominación última creada por los creadores del materialismo dialéctico. Si tratásemos de volver a lo propuesto por ese sistema, nos colocaríamos en franca contradicción con nuestros principios básicos, puesto que Marx y Engels no aceptaban la existencia del espíritu, al asegurar que nada queda del ser humano después de la muerte, dado que el pensamiento es una especie de secreción de la materia, que brota como consecuencia de la producción y los bienes.

Como la burguesía, madre de la revolución tecnológica y del capitalismo liberal, lejos de conseguir que con ellos aumente en forma progresiva el número de seres humanos con bienestar económico, ha hecho que los pobres y desamparados sean los que se incrementen día a día, con depositarios del poder que no se ocupan de que la cuestión cambie, la posición espírita también está en desacuerdo con su postura.

La forma enunciada del socialismo es algo que como idea existe desde larguísimo tiempo antes de que se hablase de Espiritismo. Como otros componentes doctrinarios, ha sido adoptada por quienes la manejan para utilizarla de acuerdo con nuestros conceptos filosóficos y éticos, procurando el bien de todos. Eso no significa que tengamos la exclusividad de su empleo, ya que a veces como atisbo y otras con claridad, se la puede rescatar de diferentes manifestaciones en pro de la vida comunitaria adecuada.

Traducido lo anterior a otros términos, significa que para la construcción de la sociología futura, en la que el interés general prime sobre el de orden particular. Un recorrido por la historia permite obtener, de expresiones y metodologías ofrecidas al hombre desde tiempos inmemoriales hasta los de hoy, selecto material destinado a tal fin, relacionado con la concepción socialista. Basta para ello referir extractos de los “libros sagrados”, el decir y hacer de los enviados divinos, el contenido de filosofías como las de Sócatres, Aristóteles y Fromm, la teoría e intentos de Alexis Carrel, el ejemplo de Mahatma Ghandi y hasta lo rescatable de ciertos aspectos del marxismo y del capitalismo.

La marcha al compás del pensamiento socialista espiritualizado permitiría conseguir una sociedad libre, solidaria y con igualdad relativa, en la que la economía combine el capital privado con el colectivo, para que la producción se distribuya equitativamente, sin que se acumulen riquezas superfluas ni exista gente desprovista de lo imprescindible. Así se hará la verdadera caridad, que nada tiene que ver con la beneficencia.

El hecho de que el Espiritismo participe de un proceso tan trascendental obliga a que sus practicantes, además de aprender humanismo en las sociedades a la que concurren, proyecten dicho conocimiento hacia fuera de ellos, para que el mundo lo conozca y se creen las condiciones que favorezcan su puesta en práctica.

¿Cómo podremos conseguir esto? ¿Cómo lo haríamos a nivel particular y colectivo?

El hecho de que el Espiritismo participe de un proceso tan trascendental obliga a que sus practicantes, además de aprender humanismo en las sociedades a la que concurren, proyecten dicho conocimiento hacia fuera de ellos, para que el mundo lo conozca y se creen las condiciones que favorezcan su puesta en práctica.

Esto se conseguirá por medio de dos maneras de actuar, que tienen carácter complementario.

Por un lado, las personas adiestradas en sociología, si la situación se torna propicia, tomarán parte en actividades políticas, por supuesto integrando grupos con seres que compartan su posición.

Se trata de algo difícil, pero no imposible o utópico.

Por otro, las Organizaciones Espíritas solicitarán se les conecte a la UNESCO. Esa dependencia de la ONU, que está haciendo periódicas reuniones internacionales dedicadas a la ciencia en relación con la vida humana, los representantes de de nuestro movimiento tendrán la oportunidad de tratar interdisciplinariamente diversos temas, así como integrarse a agrupaciones que se destinarán a trabajos científicos transdisciplinarios.

La puesta en juego de los expresado ocasionará un beneficio general, porque el Espiritismo se ocupará de algo que no puede seguir relegado, mientras que las ciencias que ahora consideran al Universo y al Hombre como cosas individuales, tendrán la oportunidad de comprender lo que es el espíritu. De tal forma, cuando se generalice la aceptación de que en el cosmos existe un componente pensante además del físico, el manejo de la vida planetaria, se fundamentará en principios que darán lugar a que el Hombre entienda y vea las ventajas de abandonar el orgullo y el egoísmo, para adentrarse en el camino del respeto y amor al semejante.

Hacer sociología espírita supone entonces convivencia con quienes piensan diferente, sabiendo conseguir que de ambos lados se desestime en enfrentamiento. Reuniéndonos entonces por separado para preparar intentos de soluciones y juntándonos para discutir su validez, daremos lugar a una interacción que podrá en forma paulatina y segura, aunque sea con lentitud, ir consiguiendo el bienestar que en la actualidad prácticamente nadie disfruta en la Tierra. Así se hará realidad la revolución ideológica, cuya vivencia nos hará sentir ciudadanos del mundo, no preocupados por imponernos a los de otro color o nacionalidad, porque con el correr del tiempo todos nos consideraremos miembros de una sola familia, ubicados en distintas dependencias de una gran casa.

De acuerdo con las proposiciones de nuestras doctrinas, lo que tenga que ver con el manejo de la vida humana por las ciencias sociales ha de sufrir un cambio radical. !Basta de considerar que el Hombre posee tales características o sufre determinadas consecuencias como resultado de lo hecho en política, economía o jurisprudencia, considerando que eso es lo único que interesa a la sociología! Se trata de una verdad, pero correspondiente a lo teórico de un saber muy profundo y extenso.

A nosotros nos interesa que se ponga en juego la parte práctica (sociología aplicada), porque su buen manejo le hará conductora de los tres conocimientos ya mencionados. En función de ello, los que la ejerzan se encargarán de estudiar las necesidades de grupos humanos y las medidas a aplicar para su mejoría o desaparición. Estas últimas las transferirán a gobernantes, legisladores y economistas, quienes entonces podrán tomar decisiones bien fundamentadas.

Un repaso mental de lo dicho hasta ahora, aclara que el conocimiento de las significativas y variadas posibilidades con que cuenta el Espiritismo para intervenir en la redención social, desactualiza automáticamente ciertas afirmaciones falsas con que lo suele considerar, que dañan su imagen y hasta le interfieren en buen funcionamiento. Eso acontece con las expresiones de malos informados, que aseguran que los espíritas nos interesamos solamente por las cosas de ultratumba y ponen en tela de juicio los logros de la mediumnidad. También pasa lo mismo con la opinión de ciertos kardecistas, que se oponen a que se realicen reuniones dedicadas a la sociología. De ambas cosas nos olvidaremos si, pasado un poco más de tiempo, se avanza como corresponde en la puesta al día.

Antes de pasar a otro aspecto del tema, recapacítese sobre lo que dijo Kardec de la Aristocracia Intelecto-Moral y considérese que, un seguidor de la categoría de Humberto Mariotti, manifestó que el nuevo Espiritismo ha de contar con la Mediumnidad Social, a través de la cual se expresarán Espíritus muy elevados, para dar lugar a que se instale la espíritocracia.

Frente a lo anterior cabe preguntarse si la democracia, que es el mejor sistema político habido hasta el presente, deberá sufrir en adelante profundas modificaciones o ser reemplazada por otra metodología de gobierno. La respuesta vendrá cuando estemos bien adentrados en la sociología aplicada. Pretender darla enseguida hace correr el riesgo de que sea prejuiciosa o antojadiza. Lo que importa es ponernos ya a crear condiciones para que en el manejo de la sociedad de tiempos venideros, se utilicen paradigmas elaborados por mentalidades evidentemente superiores, inspiradas en las leyes divinas.

Después de las consideraciones precedentes, recordatorias de las medidas con que cuenta el Espiritismo para convertirse en participante de categoría en el trabajo destinado a encauzar correctamente la vida comunitaria humana, que los propios Hombres hemos colocado en situación lamentable, se harán proposiciones destinadas a que sepamos disponer las cosas de nuestro movimiento para que, sin continuar perdiendo el tiempo, transforme en realidades los actuales proyectos.

Hace falta actuar planificadamente…

Si se deja que las cosas evolucionen con espontaneidad, además de avanzar mucho más despacio, es seguro que se harán de manera distinta en unos lugares y en otros. También debe tenerse en cuenta las instituciones con dirigentes remisos a lo que se les proponga, para saber actuar sobre ellas. Finalmente si la Confederación entra a participar en reuniones internacionales, cuando tenga que enviar representantes a las mismas, no se ha de poner a buscarlos en el momento, sino que debe conocer con anticipación quienes serán y donde se hallan, dado que a veces podrá ser necesario someterlos a preparación, para recibir informaciones que les serán útiles en el momento de intervenir. Tal entrenamiento contará con la colaboración de desencarnados cada vez que se considere necesario.

Como lo insinúa el título, los espíritas deben volcarse a la sociología y el Espiritismo esparcirse por el mundo. Ambas cuestiones tienen, por lo menos dentro de a organización que convocó a esta Conferencia Regional, que contar con todo lo que haga falta para tomar cuerpo y hacer que los postulados provistos al respecto por parte del único conocimiento espiritualista que es científico, además de ser compartidos por todos los adeptos, sean llevados por sus mejores sociólogos a cotejarse con la opinión de otros saberes, para entre todos dar pábulo a la ecología social, nada más ni nada menos que al amparo de las asambleas que periódicamente patrocina la UNESCO, circunstancia la última por cuya efectivización se desvela el autor de lo que se está diciendo, quien en tal aspecto trata de continuar con lo que Mariotti pedía, casi como clamor, en el decenio final de su existencia.

No basta empero con la descripción de los medios con que se cuenta y de los resultados que de ellos se esperan. Para un encause humanístico de tales elementos, hay que hacer referencia a las actividades capaces de impulsarlos en ese sentido.

Los espiritistas actuaremos bien si disponemos nuestro material como corresponde. Quienes formamos parte de la CEPA haremos lo adecuado ocupándonos de revisar su estructura, para producirle agregados o cambios si es que hacen falta, con el propósito de que, en adelante, dicha organización sea líder en el avance sociológico doctrinario, tanto por lo que se realice en el seno de las agrupaciones que la componen, cuanto por lo que desde ella se irradie hacia su exterior.

A favor de lo enunciado, sin pretender que lo que se diga sea exclusivo o completo, van a continuación propuestas que intentan ayudar a que se tomen determinaciones como resultado de ese encuentro, en virtud de las cuales se pueden transformar las palabras en hechos, siempre refiriéndose al problema social. Esto es lo que se pide:

(1) Favorecer la llegada de información sociológica a todos los participantes de reuniones en sus sociedades afiliadas o adheridas a la CEPA.

(2) Conexión de la CEPA a la UNESCO y expansión mundial del Espiritismo.

FIN

Lo anterior es un extracto de una ponencia titulada: “Espíritas a la Sociología y Espiritistas al Mundo”, presentada por Néstor J. Massaro. en la XIV Conferencia Regional Espírita Panamericana – noviembre 2002.

lunes, 19 de agosto de 2013

EXPRESIÓN DE INTOLERANCIA EN SU APOGEO


CARTA QUE SE EXPLICA POR SÍ MISMA;

Sr, Director del Diario de Cienfuegos:

Muy Sr, mío y amigo: Suplico a V, la inserción en las columnas de su acreditado periódico la siguienle protesta, anlicipándole las gracias, su atento S. S. y C. Q. B. S.
M.—Clemente Pereira.

En el número 71 del diario titulado "El Fénix", que se publica en esta ciudad,  correspondiente al dia 29 de los corrientes leo en la sección de Gacetillas una titulada 'Fiesta de la inteligencia", que es una invitación del Centro espiritista para una fiesta que en honor de Allan Kardec se celebrará en el día de hoy.

Como quiera que la constitución de la monarquía en su artículo 11 admite y  promulga la tolerancia religiosa y no la liberlad de cultos proclamando la Religión Católica como oficial o del Estado: tolerancia que no permite propaganda a ninguna secta que se oponga y contradiga a la moral cristiana, según claramente se deduce de la Real Orden de 12 de Octubre de 1876. Y como la secta espiritista, no solo es contraria a la moral cristiana, sino un elemento perturbador de la conciencia, la familia, y la sociedad; por cuya razón han sido condenadas las obras de Sr. Alian Kardec, pseudónimo de Mr. Rivail, por la Sagrada congregación del Santo oficio en 1860 y la secta espiritista, por el inmortal Pontífice Pío IX, con excomunión mayor reservada especialmente al Romano Pontífice, en su Bula Apostólica Sedis, por todos los Obispos católicos y enlre estos de una manera especial, por los Prelados de la  Provincia Eclesiástica de Santiago de Cuba; yo, como español, como Sacerdote católico y  como párroco de esta Ciudad, protesto contra la celebración y propaganda pública y solemne de una secta que diametralmente se opone a la moral cristiana y a lo prescrito en la Constitución de nuestra Monarquía, y hago saber a mis feligreses que no pueden concurrir, sin faltar a su conciencia de católicos, a la celebración de semejante Fiesta de la inteligencia.

Cienfuegos 31 Marzo 1886.

CONMENTARIOS DE LOS ESPÍRITAS DE AQUEL TIEMPO:

Tiene sobrada razón el buen D. Clemente Pereira, los verdaderos católicos no pueden asistir á las fiestas de la inteligencia. ¿Cómo? si ellos se apartan de la senda del progreso, si ellos prefieren las tinieblas de la ignorancia a la esplendente luz de la ciencia, si rechazan la verdad y viven en el error? Efectivamente, en las fiestas de la inteligencia, no tienen que representar ningún papel importante, son ceros sin valor en la suma del progreso humano.

En la protesta del Señor Pereira, encontramos, no solo la intolerancia tradicional
del catolicismo, sino la inexactitud en sus apreciaciones, pues dice que la secta espiritista, no solo es contraria a la moral cristiana, sino que es un elemento perturbador de la conciencia, la familia y la sociedad.

Ahora bien: ¿qué es una secta? "la doctrina particular enseñada por algún maestro que la halló o esplicó, y otros la siguen y defienden. —Religión que difiere en uno o más puntos, o en todo de la católica cristiana y ha sido enseñada por algún maestro famoso. Asi se dice: la secta de Lutero de Calvino, de Mahoma.

¿Y qué es el Espiritismo?. Es la filosofía racional, es la vida del ayer relacionada con la del presente, y enlazada con la del mañana; es la voz del tiempo resonando en la eternidad; es la ciencia que abre a las humanidades las puertas de la verdad suprema; es la revelación de todos los profetas anunciando calamidades para los que persisten en el mal y bienaventuranzas para los márlires del trabajo y los esclavos de su deber.

viernes, 19 de julio de 2013

¿QUÉ ES UN CENTRO ESPÍRITA?


Una mansión
do se puede descubrir,
la gran ciencia de sufrir
con justa resignación.
No es un lugar de oración
con sus santos tutelares,
sus artísticos altares
y fuentes de agua bendita,
do eleva el alma contrita
a Dios místicos cantares.

   Un buen Centro, es un taller
de trabajo, de instrucción,
de activa investigación.
¡Es tan hermoso aprender!…
¿Qué es el hombre sin saber?
¿De qué sirve una creencia
si duerme la inteligencia
el sueño de la ignorancia?
¡Hay que acortar la distancia
que hay desde la fe a la ciencia!
 
   Y en un buen Centro espiritista
con acierto dirigido,
halla paz el afligido
y el sabio la luz conquista,
halla el ciego doble vista,
porque llega a conocer
que tiene su padecer
motivo justificado,
pues la semilla ha sembrado
en los hechos de su ayer.

   Hechos, que sombra arrojaron
y que en el lodo le hundieron,
pues por su causa cayeron
los que su ejemplo imitaron.
Los que el deber olvidaron
son luego, los afligidos,
los parias, los desvalidos
víctimas de horribles males;
que en los tristes hospitales
lanzan amargos gemidos.

   Y como son los que lloran
mucho más que los que ríen,
pues los que en gozar se engríen
(aquí poco tiempo moran)
y en cambio, los que deploran
su infortunio, su tormento,
de su fatal sufrimiento
nunca se acaban los días,
y aumentan las agonías
en su desfallecimiento.

   Para esos infortunados
hundidos en el abismo,
les viene el Espiritismo
como Sol en días nublados.
Para los desheredados,
son las comunicaciones
venidas de otras regiones,
dulcísimas armonías.
amorosas melodías
y provechosas lecciones.

   Por esto, los Centros son
tan útiles a mi ver;
si se armoniza el saber
con la sólida instrucción.
Nada de fascinación
ni de nuevos fanatismos
huyamos de los abismos
con los ojos bien abiertos;
antes que todo, despiertos;
dejémonos de optimismos.

   No pensemos que vendrán
otros nuevos Redentores
a darnos frutos y flores
con evangélico afán.
Nada de eso; nuestro pan
nadie lo puede cocer,
nosotros hemos de hacer
la siembra y todo el trabajo;
sin irnos por el atajo,
porque es inútil correr.

   Y para estas enseñanzas
son los Centros necesarios;
donde se uno a los contrarios
y se extinguen las venganzas,
donde días de bienandanzas
anuncian los invisibles
diciendo: –"No hay imposibles
que no puedan ser vencidos;
que muchos hombres unidos
tienen fuerzas increíbles.

   Los Centros son para mí
no Iglesias ni santuarios,
pero los creo necesarios,
porque en ellos la Luz vi!…
Mucho en un Centro aprendí,
(siempre lo recordaré)
ciega a sus puertas llegué
y allí admiré el arrebol
de la aurora, y luego el Sol
de la verdad contemplé.

   ¡Hermanos que me escucháis!
que con afán y desvelo
trabajáis con noble anhelo
por la idea que sustentáis
hoy que a este Centro le dáis
la savia de vuestro amor,
que empleáis todo vuestro ardor
e incansable actividad
en difundir la verdad
y extinguir el error.

   Recibid mi parabién
que es cariñoso y leal;
porque adoro el ideal
que a vosotros da sostén;
todos unidos, al bien
vamos por igual sendero,
esperáis lo que yo espero,
trabajáis con heroísmo
porque un día el Espiritismo
llene el Universo entero!

   ¡Hermanos!… ¡paz y salud!
ni un segundo desmayad,
y difundid la verdad
sin miedo a la ingratitud;
la constancia es la virtud
que os tiene que distinguir.
¡Espiritistas! subir
es preciso hasta las cumbres
diciendo a las muchedumbres:
¡Gloria a Dios y al porvenir!

    Amalia Domingo Soler

lunes, 15 de julio de 2013

DR. HERNANI GUIMARÅES DE ANDRADE

     Pensionado, se dedica más a sus actividades didácticas. Fue director-fundador y profesor de Matemática del Gimnasio Macedo Soares (Volta Redonda - RJ), profesor de Física en la Escuela Técnica de Usina de Volta Redonda (RJ) y profesor visitante en la Universidad John F. Kennedy, en Argentina, donde profirió charlas y conferencias sobre Parapsicología. Fundó el Instituto Brasilero de Investigaciones Psicobiofísicas - IBPP, punto de partida para quien quiera conocer la parapsicología en el Brasil.
     Sus investigaciones en el laboratorio se iniciaron con el estudio del Campo Biomagnético (CBM), y la construcción de un aparato llamado Tensionador Espacial Electromagnético. En octubre de 1966, Hernani inició investigaciones en las cuales quería detectar el hipotético campo de fuerzas que, supuestamente, estaría implicado en la ligación entre el Espíritu (como sustancia) y la materia, en el fenómeno de la vida.
     Como conferencista, Hernani Guimaräes Andrade (1913-2003) realizó innumerables charlas, seminarios y cursos de Parapsicología en el IBPP; en la Universidad de Sao Paulo; en la Asosiciaón Médico Espírita de Sao Paulo (AME-SP); en el Instituto Nacional de Terapia de Vidas Pasadas (INTVP); en la Universidad del Estado Paulista (Unesp), además de otras instituciones filantrópicas.
     Fue en sus horas libres en que Hernani más produjo. Recurro a la memoria de Susuko Hashizume, su fiel escudera, para recoger sus más íntimas memorias, luego de conocerse en marzo de 1966, cuando ella fue a trabajar bajo su mando en el DAEE. Como Susuko se interesó por la investigación de los fenómenos paranormales, lo secundó también fuera del ambiente de trabajo, inclusive cuando se mudó para Bauru, al interior de Sao Paulo, llevándose el IBPP para allá. Fue ella quien nos propició el vasto material que nos ha servido para realizar, en parte, esta sincera biografía, dada la exigüidad del espacio.
     ¿Pero cuándo llegó el Espiritismo, a la vida de este hombre? Susuko nos cuenta:
     - El Espiritismo llegó a la vida del Doctor Hernani a los 16 años. Él acostumbraba a contar que un día estaba en la casa de un señor llamado Chiquinho, donde algunos jóvenes se reunían para charlar, bailar, hacer fiestas, etc. Surgió, en el grupo reunido cierto día de 1929, reflexiones sobre la vida, la muerte... Cada uno expresó lo que pensaba sobre el tema. Cuando le llegó el turno a Hernani, él dijo que creía que el hombre nace, evoluciona, muere y continua su trayectoria progresando siempre. Que no era posible que un hombre tuviera una sola vida. El señor Chiquinho, quien estaba sentado en un mecedor leyendo un periódico, oyendo lo que Hernani dijo, dio un salto y, llamándolo a su lado, le dijo: "Usted está maduro, joven. Llévese este libro para su casa y léalo (Qué es el Espiritismo). No pierda su tiempo discutiendo con estos chicos". Hernani, que ya le gustaba leer, se fue para su casa y pasó la noche leyendo Qué es el Espiritismo, de Allan Kardec. A la mañana siguiente, Hernani salió temprano en busca del señor Chiquinho. Cuando el señor lo vio trayendo el libro, a la mañana siguiente, le preguntó: ¿Te gustó el libro?. Y Hernani le respondió: "ya lo leí y me gustó mucho. Quería saber si usted tiene otro libro, del mismo autor". A lo que el señor Chiquinho le respondió: "Despacio, muchacho. ¡No va con mucha sed al pozo!". Y así él se leyó toda la serie de libros de Allan Kardec. Fue de esa manera que oí al Doctor Hernani contar, muchas veces, como había sido su despertar hacia el conocimiento Espírita.
     La principal característica de Hernani Guimaräres Andrade, fue la del incansable investigador. Desde la fundación del IBPP, en 1963, realizó innumerables estudios teóricos sobre Psicobiofísica, a través de modelos matemáticos. Además de eso, Hernani era referencia cuando se hablaba de estudio del Efecto Kirlian, además de haber investigado casos de Poltergeist, reencarnación, mediumnidad y otros fenómenos paranormales espontáneos y de realizar experimentaciones de Transcomunicación Instrumental - TCI.
     En la Folha Espírita, Hernani Guimaräes Andrade, colaboró por 28 años, publicando cerca de 350 artículos en el suplemento Ciencia & Espiritismo, la mayoría de las veces bajo pseudónimos, pues le gustaba que las personas leyesen los artículos preocupados únicamente por la importancia y el contenido de los asuntos allí abordados. En verdad, fueron sus artículos, en nuestro periódico, los responsables por el surgimiento en el Brasil y el exterior, de una masa crítica, interesada en el aspecto científico del Espiritismo, lo que facilitó en mucho, la expansión del Movimiento Médico-Espírita, que se inició en marzo de 1968 y se expandió aún más a partir de junio de 1995.
     Hernani Guimaräres Andrade retornó al plano espiritual el 25 de abril de 2003, a los 89 años de edad, dejando una obra respetable en el campo de la investigación científica, con 17 libros publicados, cinco de ellos con la Editora FE, abordando los temas de su predilección: reencarnación, evolución, ciencia y fenómenos mediúmnicos.

     Tomado de: FOLHA ESPÍRITA, abril de 2004

sábado, 13 de julio de 2013

DOCTRINA KARDECISTA

   Modelo Conceptual (Reescribiendo el modelo espírita)-Jaci Regis
   1º edición - Marzo 2008 - Traducción: Jon Aizpurua

     Explicación

     El presente trabajo contiene la presentación de un modelo conceptual, desarrollado a partir de un análisis crítico y la relectura de la obra de Allan Kardec.
     Ciento cincuenta anos después del lanzamiento de “El Libro de los Espíritus”, las ideas básicas en él presentadas continúan siendo válidas. Entre tanto, dos factores evidencian la necesidad de tal relectura: uno, el carácter evolutivo del Espiritismo, que permite analizar los progresos conquistados por la sociedad humana en ese período e incorporarlos de manera equilibrada, y dos, la tendencia a transformarlo en una religión, con el riesgo que ello involucra en cuanto a desfigurar sus conceptos
revolucionarios.
     Solamente el pensamiento religioso puede afirmar que nada requiere ser cambiado o actualizado.
     Existe un hecho innegable, el cual ha producido una división tal vez irremediable entre los adeptos. Por una parte, están aquellos que practican el Espiritismo como una religión, los cuales constituyen la gran mayoría, y por la otra, se encuentran aquellos que lo entienden como una reflexión positiva, dinámica, pero desvinculada de los cultos o rituales que componennecesariamente el pensamiento religioso.
Parece que el foco de discordia en ese proceso divisorio, es el papel de Jesús de Nazaret. Si es aceptado como el Cristo presentado por la Iglesia, conduce al dogmatismo y la idolatría y
liga el Espiritismo a los cultos cristianos; si es considerado a la luz del proceso evolutivo, se convierte en el Maestro, en el hombre superior investido de una misión especial.
     Nuestro propósito es presentar un elenco de ideas en un lenguaje desvinculado del cristianismo, vale decir de las iglesias cristianas. La Doctrina Kardecista quiere marchar abierta a lo nuevo, sin perder
las raíces del pensamiento de Allan Kardec.
                                                                          Jaci Régis


       PARTE I — CONSIDERACIONES PREVIAS

     Capítulo I  – Modelos Conceptuales

     1. Considereaciones generales


     El conjunto de ideas, concepciones, creencias, normas e directrices morales, establecen un modelo que, aceptado o impuesto, construye una consciencia, un modelo por el cual las personas y las colectividades
se guían y actúan.
     Hay el modelo cristiano, constituido por los fundamentos del cristianismo, establecido por la Iglesia Católica, el cual se tornó la directriz, la consciencia moral de la sociedad occidental. Igual hay modelos de todas las creencias religiosas en todas partes de la Tierra.
     Hay el modelo materialista que desarrolla la filosofía existencial y reduce el ser humano al cuerpo y no tiene pretensión alguna de explicar las razones de la vida.
     El Espiritismo también constituye un modelo que posee su visión del hombre y del mundo. Sin embargo, debido a las influencias de las ideas cristianas, en la práctica, ese modelo se deformó y perdió el eje de su originalidad. El movimiento espírita brasileiro que asumió la responsabilidad de mantener el legado de Kardec sucumbió a la presión de la cultura y las ideas católicas, debido à adhesión de personas estructuralmente ligadas a los cultos cristianos.
     Dos factores contribuyeron para eso: la absorción total del sentido y del lenguaje del evangelio cristiano sin la liberación del aparato místico y la pretensión de Allan Kardec de considerar al Espiritismo como la tercera revelación de la Ley de Dios, dentro de la cultura cristiana.
     Incapaz de crear un lenguaje propio frente a la presión milenaria delas tesis cristianas, el modelo espírita recibió desde en consecuencia y a lo largo del tiempo, una importante influencia de los conceptos católicos. Al ser transformada en una religión cristiana, la doctrina sucumbió en gran medida a la presión del catolicismo, perdiendo la originalidad que debería convertirlo en una opción para la humanidad. Aunque, en verdad, elaborado dentro de la cultura cristiana, el modelo espírita niega el
modelo cristiano.
     Ese camino, sin embargo, no fue de ninguna manera postulado por Kardec. Él pretendió que el Espiritismo fuese al mismo tiempo, científico, o sea, que tuviese un pensamiento crítico, no dogmático, mantenido dinámicamente actualizado y que desenvolviese un sentido humanista.
     Con esta propuesta, la Doctrina Kardecista intenta la recuperación de la identidad de la obra de Allan Kardec. La reflexión sobre los fundamentos del Espiritismo exige el ejercicio de la crítica y de la responsabilidad. Por no ser estáticos, la revisión del lenguaje y la actualización de los conceptos se hace indispensable de manera que se cumpla lo que él propuso:
     “El principio progresivo que inscribió en su código será la salvaguarda de su perpetuidad, y su unidad será mantenida precisamente porque ella no reposa sobre el principio da inmovilidad” (“Obras Póstumas” – De los cismas).

     2. El modelo cristiano

     En la revelación cristiana es filosóficamente fundamental, básico, el concepto de una caída original del hombre en el comienzo de su historia, y también el concepto de un Mesías, un reparador, un redentor. Son conceptos indispensables para explicar el problema del mal, racionalmente preeminente y racionalmente insoluble. La solución integral del problema del mal vendría únicamente del misterio de la redención por la cruz, necesario complemento del misterio del pecado original.
     El trecho anterior, transcrito del tecto católico, indica la naturaleza del modelo que la Iglesia Católica creó y que a lo largo del tiempo consolidó toda una cultura sobre Dios, la vida y la muerte, la naturaleza y el destino de las criaturas humanas en la sociedad occidental.
     Ese modelo creó una visión del universo, de la naturaleza de las cosas, y de la vida humana, que se estereotipó como el primado de la verdad revelada.
     Las colectividades y las personas pasaron a girar en torno de esa visión, y cuando son confrontadas por los problemas esenciales de la vida, reaccionan espontáneamente dentro de esos principios
cristalizados.
     No obstante el desgaste que ha sufrido, y el hecho de que se han presentado nuevas ideas y que los fundamentos del modelo han sufrido cuestionamientos de peso, él p rmanece como un residuo cultural y
mental. Por eso, establecidos los parámetros, la Iglesia siempre fue contraria al progreso, persiguió a los que contrariaron sus postulados, incluyendo científicos, filósofos y pensadores.
     La verdad monolítica se mantuvo por siglos y continúa siendo la expresión de la verdad para millones. Eso, a pesar del surgimiento de nuevas ideas, el avance de las investigaciones y la insustentabilidad de las ideas perpetuadas. Las creencias religiosas ignoran el progreso y
continúan actuando y pensando de la forma antigua.
     La estructura del modelo cristiano parte de dos vertientes: la acción divina sobre los seres humanos y la idea fundamental del pecado. Esas vertientes acaban por envolver a cada persona, en la medida en que ella se torna frágil por el dolor, por el sufrimiento o por la angustia respecto de su porvenir, dentro de los límites rígidos de la vida entre la cuna y la tumba. Todos son pecadores, Deus está lleno de amor, pero también de venganza, indica el modelo.
     Aunque a lo largo de la historia las filosofías materialistas e nihilistas siempre negaron el modelo cristiano, la principal oposición actual a ese modelo viene de la ciencia, aunque su interés en desmontar las afirmaciones de la Iglesia, principalmente en lo que atañe a las cuestiones relacionadas con la naturaleza del ser humano y su comportamiento, se basa en una visión completamente organicista.
     El pecado original sobrevive en la filosofía cristiana. Jehová, el dios judío avanza en el fondo de la idea de un dios de amor y misericordia. Frente al futuro después de la muerte, la Iglesia mantiene el mismo pensamiento acerca del cielo y el infierno, la naturaleza mala de la persona y la necesidad de salvación y redención, así como de un Salvador.
     Súmese a eso el alcance de la geopolítica mundial, la influencia de las religiones orientales y del Islamismo y veremos que todos los modelos religiosos, con sus aspectos específicos, son incapaces de dar una dirección, de ayudar a crear una forma de respeto recíproco y de fraternidad básica entre las personas.

     Capítulo II - De lo sensorial a lo energético  
     
    1. Un lsrgo camino recorrido

     La sabiduría, la verdad y el análisis de los factores de la naturaleza fueron, durante siglos, puramente sensoriales.
     Sensorialmente, la Tierra está parada y es el Sol el que parece circular en torno de ella. Esa sensación produjo la “revelación divina” defendida por la Iglesia de que había un cielo arriba y un infierno abajo. Y, en consecuencia, se pudo imaginar a Dios como una persona sentada en su trono.
     Todo, durante siglos, fue concebido y vivido plácidamente, bajo ese horizonte limitado de los sentidos, pero entonces era satisfactorio.
     El desarrollo de los instrumentos cambió el escenario.
     El telescopio de Galileo Galilei mostró a la Tierra moviéndose y ese simple descubrimiento, precipitó la investigación, la curiosidad y el saber humanos. De ahí en adelante, lo sensorial fue paulatinamente vencido por la experimentación. Mucho tiempo después, Pasteur mostró el mundo microscópico, inexistente para el ojo, el tacto, el olfato, el oído y el paladar humanos.
     En la era de la ciencia y de la tecnología, todo lo que era “sólido se disipa en el aire” y actualmente las investigaciones científicas derrumbaron el entendimiento de lo real, de la realidad y mostraron
que vivimos en un universo energético, mutable, y, no obstante, consolidado.

     2. La última barrera

     En 1857, Allan Kardec, con el lanzamiento de “El Libro de los Espíritus”, agitó el campo controvertido de la naturaleza del ser humano, su destino y su potencialidad, derrumbando la última barrera sensorial: la muerte.
     En 1868, once años después de publicar “El Libro de los Espíritus”, afirmó:
     “Es una revolución completa que ha de operarse en las ideas, revolución tanto mayor, tanto más poderosa, cuanto no se circunscribe a un pueblo, ni a una casta, visto que alcanza simultáneamente, por el corazón, a todas las clases, a todas las nacionalidades, a todos los cultos” ( “La Génesis”).
     Y agregó Kardec en la misma obra:
     “El simple hecho de poder el hombre comunicarse con los seres del mundo espiritual trae consecuencias incalculables de la más alta gravedad; es todo un mundo nuevo que se nos revela y que tiene tanto más importancia, cuanto a él han de volver los hombres sin excepción. El conocimiento de tal hecho no puede dejar de acarrear, generalizándose, una profunda modificación en las costumbres, en el carácter, en los hábitos, así como en las creencias que tan grande influencia ejercen sobre las relaciones sociales”.
  Como el plano extra físico es invisible a la mirada, se mantiene todavía la cultura sensorial. El instrumento para penetrar en ese plano es la mediumnidad y ella, por sus peculiaridades es extremadamente vulnerable.


     Capítulo III - El Modelo Espírita

     1. Dificultades y ambigüedades

     Al afirmar que “para cosas nuevas precisamos de palabras nuevas; así lo exige la claridad del lenguaje para evitar la confusión inherente al sentido múltiple de los mismos término” (“El Libro de los Espíritus” – Introducción) Allan Kardec pretendía proteger las ideas espíritas que lanzaba, de los vicios del lenguaje cristiano. Él sabía de la fuerza y del poder de las palabras, y el lenguaje cristiano estaba clara e perfectamente establecido en la cultura y en la mente de las personas, condicionadas por la autoridad religiosa, por el peso de la verdad revelada y reafirmada milenariamente.
     Por eso, él quería desvincular el lenguaje espírita del lenguaje católico, el cual, en esencia, contraría el sentido revolucionario del Espiritismo.
     Afirmando que el Espiritismo era “una ciencia objetiva”, él tenía la intención de crear un universo lingüístico que justificase a “revolución” que se proponía realizar. Sin embargo, a pesar de su innegable talento y determinación, su deseo de crear un nuevo lenguaje, una forma nueva de nombrar la naturaleza, la persona y el futuro, no pudo concretarse.
     No consiguió mantener un lenguaje estrictamente revolucionario del pensamiento espírita. Después de “El Libro de los Espíritus” y de “El Libro de los Médiums”, a partir de 1864, él editó una serie de libros
típicamente volcada hacia las bases de la religión católica: “El Evangelio según el Espiritismo”, “El Cielo y el Infierno o La Justicia Divina según el Espiritismo” y “La Génesis o Los Milagros y las Predicciones según el Espiritismo”.
     La argumentación es ciertamente espírita, pero el intento de dar una explicación racional a la fe, adjetivando o usando los términos católicos ayudó posteriormente a confundir las cosas... Al afirmar que
“Razón hay, pues, para que el Espiritismo sea considerado la tercera de las grandes revelaciones.” (“La Génesis”) incluyendo al Espiritismo en el supuesto cronograma de las revelaciones divinas dentro del universo cristiano, aprisionó la doctrina al lenguaje católico.
     Eso se tradujo en una mezcla de palabras y significados que, después del fracaso del Espiritismo en Europa, permitió a los místicos católicos brasileiros que empuñaran la bandera del Espiritismo, crear un
“Espiritismo a la brasilera”, básicamente una religión en el sentido usual de la palabra, defendiendo y manteniendo los símbolos y significados del catolicismo.
     “La bandera que enarbolamos bien en alto es la del Espiritismo cristiano y humanitario”, escribió Kardec en “El Libro de los Médiums”, (Capítulo XXIX). Podemos hacer muchas conjeturas acerca de cual era su intención al escribir de esa forma, pero lo que importa es que la expresión “Espiritismo cristiano” se tornó, en Brasil, la identificación misma del Espiritismo.
     Los que se adhirieron al movimiento espírita sin desvincularse de la marca católica, eligieron a Jesucristo, idealizado por la Iglesia, como el salvador, manteniendo lazos firmes con el catolicismo, aunque lo considerasen un espíritu encarnado, sujeto a la evolución, y no un dios.

     2. “El Cielo y el Infierno”
  
    Ningún libro de Allan Kardec muestra las dificultades y ambigüedades de la falta de un nuevo lenguaje y de nuevos conceptos desvinculados de la Iglesia, que “El Cielo y el Infierno”.
     Editado en 1865, con el subtítulo “La Justicia Divina según el Espiritismo” el libro aborda la propuesta del catolicismo sobre las penas futuras. En él, Allan Kardec analiza los postulados católicos, dando una
explicación espírita a los fundamentos del catolicismo sobre el futuro del alma después de la muerte, o sea, los castigos en el infierno y las recompensas en el cielo.
     En la primera parte, el autor habla de la muerte, del porvenir, del cielo, del infierno y del purgatorio según la Teología cristiana. Hace un malabarismo teórico, sin rechazar propiamente esa Teología, pero
intentando darle una explicación diferente.
     Esa postura contraría lo que él escribió en la primera línea de “El Libro de los Espíritus”: “para ideas nuevas se necesitan palabras nuevas”. Insiste en mantener los términos católicos para explicar la justicia divina, y eso se traduce en contradicciones como la que se presenta cuando afirma: “En esa inmensidad ilimitada, ¿dónde está el Cielo? En todas partes”, lo cual muestra una relación dudosa con la localización física del cielo, recorriendo un camino que lo relaciona con la antigua idea del cielo arriba y del infierno abajo y la Tierra estacionada.
     A continuación, elige los mundos superiores como una especie de cielo: “La vida en los mundos superiores ya es una recompensa (...) reina allí la verdadera fraternidad, porque no hay egoísmo; la verdadera libertad por no haber desórdenes que reprimir, ni ambiciosos que procuren oprimir a los débiles. Comparados con la Tierra esos mundos son verdaderos paraísos, como estaciones a lo largo del camino del progreso en dirección al estado definitivo”.
     Sería ese el cielo del Espiritismo, en sustitución del cielo católico. Es evidente que las motivaciones son otras, pero el lenguaje es semejante y condicionante.
     De la misma forma, afirma: “El Espiritismo no niega, pues, sino que confirma la penalidad futura. Lo que él destruye es el infierno localizado con sus hogueras y penas irremediables. No niega, igualmente, el purgatorio, puesto que prueba que en él nos hallamos....”.
     Elige el plano extra físico como el lugar donde esas penalidades serían aplicadas: “Es en el estado espiritual, sobretodo, que el Espíritu recoge los frutos del progreso realizado por el trabajo de la encarnación”.
     En definitiva, queda una pasta indiferenciada.
     ¿Que movió a Kardec a esa posición conciliatoria, procurando dar razones a la Teología, apenas creyendo que hubo una equivocación? ¿Sería todo una cuestión de palabras?
     En verdad, según el Espiritismo, no existen el cielo, el infierno ni el purgatorio.
     Remendar paño viejo con paño nuevo es incompatible, ya lo dijo Jesús de Nazaret.
     Ángel no puede ser sinónimo de Espíritu puro.
     El diablo no puede ser justificado como la condición de un Espíritu imperfecto u obsesor.
     El purgatorio no tiene sentido en la justicia divina, según el Espiritismo.

      PARTE 2 – BASES DE UN NUEVO MODELO

    Capítulo I – De las causas primarias
  
    1. Dios y la Ley Natural

     El nuevo modelo comenzará por establecer que el universo no está estructurado, sino delineado. Sería, metafóricamente tal vez, una proyección de la intención divina, inteligencia suprema e causa primaria, centro ordenador y controlador, manifestado a través de la Ley Natural.
Porque donde hay Ley existe necesariamente control.
     En este modelo no existe espacio para la personalización del Ser Supremo, ni cabe el establecimiento de atributos, que lo humanizarían, porque el paradigma disponible para pensar las virtudes es el humano. Todas las Teologías, inclusive “El Libro de los Espíritus”, se apoyan en la actuación personal, directa de Dios.
     Esas ideas vienen del entendimiento primitivo sobre a acción de la divinidad como fuerza sobrenatural, a través de los fenómenos de la naturaleza. Con el tiempo, se corporificaron en la figura de un dios o varios dioses, que en las mitologías, se multiplicaban para nombrar y justificar los segmentos naturales y controlar la vida de las personas.
     “El Libro de los Espíritus” establece el primado de la Ley Natural, que es producto de la voluntad o inteligencia divina, gobierna y controla los rumbos para la consecución de la armonía de la vida universal, tanto en el campo energético como personal.
     La existencia de la Ley Natural como centro irradiador del pensamiento divino, es fundamental para comprender como el universo puede ser simultáneamente controlador y caótico. Para argumentar sobre esa polarización, podríamos aplicar la definición del electrón que pue    de ser corpúsculo y onda, sin alterar la estabilidad universal.
     El Universo tiene una unidad esencial manifestada en la infinita variedad de los factores. Un análisis ponderado de los hechos históricos, los avances de las investigaciones de la Física y el estudio del universo en general, muestran la inequívoca sabiduría que se expresa en la consistencia de los factores, en la directriz anónima, pero evidente, tanto en el mundo energético, como en el inteligente.
     Hay, sin duda, una directriz básica, un delineamiento fundamental de los procesos del universo físico y mental, pero simultáneamente existe un espacio ilimitado para el ejercicio de factores concurrentes o
contradictorios.
     En el nivel energético, las mutaciones y formaciones, que originan la estructura móvil de las formas y de la materia.
     En el nivel inteligente, a partir del libre albedrío, que es el elemento desencadenador del conflicto y de la solución.
     Si el universo energético fluye, con sus leyes básicas, en una continua búsqueda del equilibrio, creando, destruyendo y recomponiendo los elementos que lo constituye, el universo inteligente crea una persona específica, inmortal, única, definida en sí misma, que recorre una espiral evolutiva la cual, en el nivel corporal, tiene en la reencarnación su instrumento básico.
     La Ley Natural expresa la sabiduría divina, con mecanismos extremadamente competentes, estableciendo el ritmo y la sucesión de los factores con el fin de ecuacionar, en el universo energético, tanto cuanto en el universo inteligente, el principio del equilibrio, actuando a través de la ley de causa y efecto o de acción y reacción, herramienta de búsqueda del equilibrio, a través de la reciprocidad de los factores.

     2. El nivel energético

     Todo se agita en una reciprocidad continua. La evolución está en la base de todos os procesos.
     El modelo contempla el aspecto físico y el energético sobre los cuales el ser inteligente actúa y reacciona, sometidos, uno y otro, aunque bajo formas diferenciadas, al mismo principio de orden y caos.
     Kardec propuso la existencia de dos principios que se completaban y oponían: el principio material y el principio inteligente.
     El elemento material es la plataforma sobre a cual se desenvuelven los fundamentos de la actividad universal, en tanto que el ser inteligente actúa en cooperación, como la fuerza creativa y direccional del
movimiento.
     La composición del elemento material está en constante análisis y ha cambiado constantemente, de modo que podemos llamarlo nivel energético. Filosóficamente, podemos pensar que él es el resultado de
la interacción dinámica de fuerzas que resultan en un producto híbrido, en constante reciclaje.
     Evitamos dividir al universo entre lo espiritual y lo material, ya que cada vez más se comprende la interacción positiva dinámica de los elementos. Más alla de eso, la materia dejó, hace mucho, de ser
considerada un elemento amorfo; al contrario, es el elemento dinámico que se multiplica en producciones energéticas prácticamente infinitas.
     Por eso, para clarificar el lenguaje, consideraremos el “principio espiritual” como el elemento dinámico incorporado a la materia, y el “principio inteligente” como el ser inteligente del universo.
     En ese entendimiento, el “principio espiritual” sería una forma singular de mensajero “genético”, una energía intrínseca que moviliza las estructuras de la materia en la formación de los elementos básicos de la vida. Delante de esa singularidad, podemos admitir que esa fuerza está en el interior de la materia y que de ella forma parte, pero se distingue por su plasticidad y por la extrema capacidad para conducir energía.
     Le compete energizar, fertilizar, direccionar la materia para que ella se torne capaz de sufrir la influencia de la inteligencia fuera de ella.

     3. El principio inteligente

     La definición de Espíritu, en “El Libro de los Espíritus” dice que es la “individualización del principio inteligente”. Entretanto, ese ser no es una partícula retirada de un todo indiferenciado, un reservorio de
inteligencia...
     Luego, es preciso entender que ese principio inteligente no es una alteración automática del principio espiritual, como parece suponer el dualismo espíritu-materia, sino una deliberada creación, que sigue un
camino específico, aunque apoyándose, interactuando con los organismos e principios elaborados por la unión de los flujos energéticos y espirituales.
     En la nomenclatura más actual, damos o nombre de “Principio Inteligente” al embrión del Espíritu, dotado de razón y sentimiento, fruto del proceso evolutivo.
     Los Principios Inteligentes son individualidades embrionarias que disponen de una energía íntima. Sometidos al proceso evolutivo y selectivo. Consiguen desenvolver la capacidad de trabajar los impulsos
instintivos que les son inherentes, en el camino de estructurarse como seres conscientes de sí mismos, vale decir, Espíritus. Son seres singulares, individualidades permanentes, y, aunque están intrínsecamente ligados al elemento material, no se pierden en la disolución eventual de los
elementos, ni en la disipación de la energía producida por ellos.

     4. La secuencia evolutiva del principio inteligente

     La Ley Natural establece una secuencia fundamental para la evolución de los seres: sobrevivencia, convivencia y productividad. Es por esa secuencia fundamental que los seres, en una sucesión continua y perfeccionada realizan su auto-desenvolvimiento.
    Secuencialmente, el impulso agresivo estructural del ser se transforma en voluntad, la cual le garantiza la sobrevivencia; en deseo, que permite a convivencia y la búsqueda de la felicidad, que crea una productividad capaz de propiciar el placer.
    Embrionario, el ser se somete a un largo proceso de experimentación y reciclaje, adquiriendo penosamente condiciones para determinar, paulatinamente, su proprio camino, hasta adquirir un status proprio, alcanzar el nivel intelectual y afectivo que otorga especificidad al Espíritu humano.
     Ese esquema no solamente solidifica el entendimiento evolutivo, que es la base de la teoría espírita, sino que derrumba, deshace, cualquier vínculo con la teología cristiana sobre la caída, el pecado original y el esquema punitivo del universo.

     Capitulo II - Las etapas del desenvolvimiento del Espíritu

     1. La experiencia corporal

     Es fácil entender el mecanismo de la evolución del ser inteligente.
     Creado como un ser potencial, incorpóreo, como un conjunto vacío, el ser inteligente posee una fuerza intrínseca, la agresividad básica, que instintivamente le hace buscar la sobrevivencia.
     Insertado en el universo material, con él interactúa desenvolviendo un “cuerpo mental” como apéndice de almacenamiento de las experiencias. Realiza su curva evolutiva, viviendo ligado a organismos que, en escala ascendente, le permiten el largo aprendizaje hasta alcanzar el nivel
hominal.
     La alternancia de la encarnación y desencarnación, vida y muerte, con la evolución de los organismos a los cuales se liga, posibilita al ser inteligente desenvolver su mente, fortaleciendo una construcción
recíproca entre él y los cuerpos.
     Encarnar y desencarnar, es el motor básico de la evolución del ser inteligente. La reencarnación es, pues, el instrumento básico de la evolución del Espíritu, desde las primeras manifestaciones como Principio  Inteligente.

     2. La unidad continua de la humanidad

     El descubrimiento del plano extra físico amplió el sentido de la inmortalidad e integró al ser humano a las dimensiones en que se manifiesta. La tumba es receptáculo de un organismo que se desgastó.
Con eso la inmortalidad gana un nuevo sentido y un nuevo horizonte, con la secuencia natural de la persona, más allá del fenómeno de la muerte.
     Ese reciclaje, vida y muerte, en las integraciones y disipaciones sucesivas, da al ser inteligente un campo existencial prácticamente ilimitado, en planos vibracionales o dimensiones energéticas que se
interligan e interactúan.
     La sensorialidad natural del plano corpóreo, y la plasticidad energética La sensorialidad natural del plano corpóreo, y la plasticidad energética del plano extra físico, coexisten y se entrecruzan, guardadas las peculiaridades de cada uno.
     Ese descubrimiento derrumbó las antiguas concepciones acerca de lugares de premios y castigos más allá de la tumba, y estableció la continuidad natural de la vida personal y colectiva, aunque con sus
características bastante diferentes.

     Capítulo III - El Plano Extrafísico

     1. Un retrato real
  
      Utilizamos el término “extra físico” propuesto por el Espíritu André Luiz, a través del médium Francisco Cándido Xavier, por ser más consistente con la idea de un universo energético y la realidad del estadio post-mortem.
     El descubrimiento plano extra físico mostró que a atmosfera de la Tierra comporta un hiperespacio energético que interactúa con el espacio físico.
     El plano extra físico comenzó a ser habitado una vez que el Espírito tuvo la percepción de su integridad después de la muerte del cuerpo físico. Esa percepción de la inmortalidad y de la persistencia de sí mismo, fue fruto del desenvolvimiento de su estructura mental, que le permitió mantener el pensamiento consistente e permanente, necesario para a existencia del periespiritu en el plano extra físico. Con eso el Espíritu mantiene la forma de su cuerpo físico transferida para el cuerpo periespiritual, que lo identifica en un nuevo estadio vibracional.
     En ese espacio, el Espíritu se fue instalando, creando condiciones de habitabilidad y de relacionamiento, estableciendo comunidades y permaneciendo en él por tiempo variado, mas necesariamente precario, pues es compelido por la Ley Natural, a través de la Ley de acción y reacción, a buscar niveles de satisfacción y equilibrio satisfactorios, o sea, la reencarnación.
     La muerte, como la encarnación, es un momento extremadamente desestructurante. Durante la vida corpórea el Espíritu se identifica, sinérgica y profundamente con el cuerpo y se adapta mentalmente a
las condiciones del ambiente, de la familia, del momento.
     Al ser alejado del cuerpo por la muerte, el Espíritu se ve despojado de todo ese aparato sensible e sensorial y, nuevamente, queda solo consigo mismo. Ese choque puede causar reacciones muy variadas, conforme la mente se ve delante de su realidad moral, produciendo traumas diversos.
     El periespiritu, correlacionado con el espacio hiperfísico, está constituído de elementos energéticos de gran plasticidad, expresando la realidad mental e moral del ser, que en él se estampa de modo visible
y, muchas veces, inconveniente y forzado.
     De ahí que Allan Kardec categorizó como “errante” el estado del Espíritu que allí se encuentra, considerando que la permanencia en el plano extra físico está relacionada con la necesidad de progreso individual y colectivo. En el estadio evolutivo medio de la humanidad terrena, el punto de referencia es la vida corpórea, ya que ahí elabora  progresivamente su identidad.
     Las comunicaciones de los Espíritus demuestran que el plano extra físico, de modo alguno es un local organizado, dirigido por una autoridad central, como sugieren las ideas del cielo y el infierno cristianos. Es un plano, tal como el corpóreo, abierto a las más diversas y contradictorias
manifestaciones de personas y grupos.
     Pero, como en todo el Universo, en ese aparente caos, la directriz de la Ley divina se establece, sea por la jerarquización de los Espíritus, sea por las presiones de la realidad moral e intelectual que cada uno desenvuelve y vive. Todos siguen los rumbos del producto de sí mismos.
     Es un plano caótico, semejante al de la vida corpórea. Es comprensible, pues, al final, allí desembarcan diariamente las multitudes que dejan la vida corporal con sus realidades. Y se agrupan según las simpatías, vibraciones o los sentimientos,
     La gran mayoría pareciera que permanece alienada.
     Algunos se reúnen y forman grupos y organizaciones específicas, crean y mantienen lugares bien organizados, como un oasis, islas de convivencia, que están dirigidas hacia el bien, estableciendo uniones mentales y actitudes positivas. Se ligan a los encarnados que permanecen en la misma línea de comportamiento.
     Otros forman agrupaciones dirigidas hacia el mal, con organizaciones jerárquicas y policiales específicas. Esos grupos relativamente organizados, conforme a la naturaleza de sus intenciones y deseos, por no poseer abertura para una vida fuera de los parámetros de la corporeidad, pueden establecer una red de vínculos mentales con los encarnados que permanecen en la misma faja vibratoria, en procesos vampirescos y simbióticos.
     Están, además, los “independientes”, personas y grupos aleatorios, especie de vagabundos extrafísicos que, incluso sabiéndose “muertos” no consiguen vivir fuera del ambiente corporal. La variedad parece grande. Hay los que apenas andan por ahí, sin rumbo fijo, uniéndose eventual o firmemente a tantos encarnados de la misma especie mental. Existen los que se aíslan, los que niegan la inmortalidad, los que cultivan depresiones, persiguiendo las intenciones desviadas del envolvimiento
mental deprimente, configurando el escenario general de un plano extra físico bastante conflictivo.
     Esa realidad global de la vivencia de los seres humanos, tanto en el mundo corpóreo, como en el extra-corpóreo, da una idea de la naturaleza de las relaciones entre los encarnados e desencarnados, echando por tierra, la natural inclinación de considerar a los “muertos” como portadores de sabiduría natural. Kardec dijo que los consideraba colaboradores y no reveladores predestinados. Así debe ser.
     La permanencia en el plano extra físico, como vemos, tiene colores dispares. Algunos no soportan quedar lejos del mundo corpóreo y para ellos reencarnar es una necesidad emocional. Otros, al contrario, se adaptan a la vida fuera del cuerpo somático y se resisten cuanto pueden al retorno. Hay los que demoran el regreso por dificultades que experimentan al no poder afirmarse como espíritus y a veces enloquecen.
     Aunque en una visión genérica, el Plano Extrafísicos en modo alguno sea un lugar disciplinado, hay, ciertamente, un centro coordinador, una fuente dirigente que se manifiesta siempre que sea necesario. Ese centro directivo, constituido de Espíritus elevados actúa, suplementa, buscando promover el equilibrio personal y grupal. Parece no haber una unidad definitiva, sino centros específicos y múltiples dirigidos por un gobierno objetivo y firme. Grupos e organizaciones reúnen los prosélitos de las
religiones como el catolicismo, el protestantismo, el judaísmo, el islamismo, el candombeé, la umbanda, para citar las que vienen a la memoria sin esfuerzo.
     Algunos pocos son espíritas. Eso deshace una impresión muy difundida de que al morir todos se tornan espíritas, y debería aumentar la vigilancia sobre el tenor de las comunicaciones mediúmnicas.

     Capítulo IV - Instrumento de Expresion Y Comunicacion

     1. El periespiritu

     Definido por Allan Kardec como el cuerpo fluídico inherente al Espíritu y que lo identifica en el plano extra físico, el periespiritu es un cuerpo temporal, creado por la mente de la persona y que expresa la morfología del cuerpo somático. Su composición energética es extremadamente porosa y fácilmente manipulable por la mente, presentando gran  plasticidad, razón por la cual estampa los estados mentales del Espíritu.
     Dada la naturaleza incorpórea del Espíritu él necesita de una auto identificación externa. Por eso crea ese organismo energético con el que se expresa en las relaciones extracorpóreas, sea encarnado cuando se exterioriza y, principalmente, como desencarnado.    
     Las funciones del cuerpo mental, adherido al Espíritu de forma permanente, han sido confundidas como funciones del perispíritu, un organismo temporal.
     El periespiritu se deshace durante la gestación y es recreado durante el desenvolvimiento del cuerpo, reproduciendo la morfología del soma, que es la forma concreta de su propia identificación.

     2. La mediumnidad

     La mediumnidad es el instrumento que liga los dos universos vibracionales en donde el Espíritu desenvuelve sus aptitudes.
     Fenómeno natural, la mediumnidad, no obstante, depende del intérprete; del médium. Y esa dependencia es el anillo débil del sistema. Antes de Allan Kardec fue encarada de forma aleatoria, mística, mágica, sobrenatural, con uno u otro profeta, o con médiums extraordinarios que produjeron obras, fantásticas o serias, pero sin continuidad racional.
     Gracias a Allan Kardec, que por cierto no era médium y por eso mismo pudo analizarla, normalizarla y darle una directriz, es que se dio un empleo apropiado a ese instrumento. Y gracias a la mediumnidad él obtuvo las informaciones con las cuales creó el cuerpo doctrinario del Espiritismo.
     Sin embargo, a pesar de su aprendizaje y buen sentido, él creyó que la intervención de los Espíritus, por sí misma, revolucionaría el mundo. En verdad quien lo revolucionó fue él, con su genial trabajo creador que en líneas generales delineó un nuevo tipo de pensamiento que, como dijimos, fue desvirtuado por la presión de los conceptos milenarios del cristianismo.
     Entre tanto, desde Allan Kardec, aun con el desprecio de las élites científicas y el combate del esquema religioso cristiano, el plano extra  físico no puede más ser ignorado.
     Ahora se intenta crear formas de comunicación electrónicas que puedan alcanzar la tan deseada certeza en la relación de los vivos y los muertos. Pero las directrices de “El Libro de los Médiums” son rumbos seguros para evitar los tropiezos de ese instrumento tan valioso y frágil.

     Capítulo V - De la ética y de la moral
  
     1. Consideraciones Generales
  
     Considerando la vida corpórea como el inicio de la existencia del alma y la muerte como el lugar de enjuiciamiento y definición última del futuro del alma, profetas y legisladores crearon leyes morales para
regular el comportamiento personal y colectivo. Era todavía una consecuencia de la visión sensorial de la vida.
     Para la sociedad occidental, esa visión vino de la biblia o del viejo testamento. La biblia relata, sobre todo, la perplejidad del pueblo judío ante los problemas de la vida de relación. Los profetas desenvolvieron una visión extremadamente dura de la relación entre el Creador y la criatura.
     La existencia, en la visión bíblica, es un choque interminable entre las personas y la divinidad. El poder divino se muestra en el castigo.
Jehová es retratado como el dios vengador, parcial y exclusivo del pueblo, cuyo poder en relación a los otros dioses fue varias veces probado, como también, varias veces, la ira de él se abatió sin piedad, transformando la mujer de Lot en estatua de sal o en la matanza general que aconteció en el diluvio.
     Las Iglesias tuvieron dificultades para comprender la naturaleza de los seres humanos y por eso los consideraron a priori, pecadores. Asumieron la vida corpórea como un yugo que había que soportar. Así,
pues, la salvación está más allá de la muerte.
     En el cristianismo, la base moral reposa, esencial y teóricamente, en la prédica de Jesús de Nazaret y, por eso, algunos principios son extremadamente compasivos aunque no sean ostensiblemente
practicados por la mayoría.
     Aunque Allan Kardec creyese que el cristianismo había creado una nueva versión de Dios a través del trabajo de Jesús, la verdad es que el dios cristiano es tan vengativo como el dios judío. Si el Nazareno trajo la noción de la paternidad amorosa, su misericordia y solidaridad, la realidad del concepto de justicia en la expresión cristiana, continuó intrínsecamente implacable.
     Debido a las premisas filosóficas sobre el pecado y la salvación, la sociedad cristiana estuvo siempre bajo el tacón del pecado, de la tristeza y del dolor. La Iglesia llegó hasta condenar la sonrisa, el placer, eligiendo el sufrimiento y la renuncia como patrones sublimados; las músicas sacras son lamentos, la santidad es otorgada a quien sufrió.
     El gran personaje de la trama de la caída y de la culpa es el demonio, con su capacidad infinita de seducir y apartar del camino. Larga es la puerta de la perdición.
     El ser humano es el blanco de esa visión que lo condena aquí y después. Pocos son los que se salvan, pocos los escogidos.
     Este modelo descarta totalmente la premisa de la vida humana girando en torno de la culpa y del castigo.
     En la visión evolucionista no existe lugar para el retroceso, ni para la perdición, apenas lo hay para el éxito y la ascensión.
     El universo se equilibra en una relación de reciprocidad, adecuada a cada etapa en el proceso de desenvolvimiento del Principio Inteligente.
     La Ley divina o natural, no se ocupa de juzgar o condenar. O sea, la Ley Natural no es una ley moral. Ella controla la vida universal, estableciendo una directriz positiva que sobrevive y se impone en el
aparente caos y en los límites del libre albedrío...
     El libre albedrío, esa libertad esencial, podría llevar a la anarquía incontrolable, si no estuviesen grabados en la consciencia los parámetros de la Ley, construidos en el conflicto existencial. La ética y la moral son estadios creados a partir de la racionalidad.
     La ley de causa y efecto o de acción y reacción, instrumento básico en el balanceo de las energías y las fuerzas, no es, como a veces se piensa, una ley represora, punitiva, sino más bien la ley básica del
equilibrio, y el equilibrio es la felicidad o la condición de satisfacción y compensación del ser.
     La infelicidad es la quiebra del equilibrio con la creación de estados de desconsuelo y desintegración mental.
     El interés de la preservación, o instinto de conservación, que se instala en el ser desde el inicio y la necesidad que le es inherente de participar de relaciones compensatorias con sus semejantes, son las
fuerzas propulsoras que lo mueven para la búsqueda de la armonía. El proceso evolutivo del ser inteligente es inestable por cuanto se adiestra en el nivel de imperfección natural en constante mutación generando desequilibrio. Esos parámetros intrínsecos reposan en la reciprocidad de la ley de causa y efecto. Acción y reacción constituyen el camino, a veces doloroso, de la búsqueda del equilibrio, sea internamente, sea en la relación con el otro, con el ambiente.
     En la trayectoria evolutiva del ser espiritual, los factores externos provocan repercusiones que movilizan sus potencialidades, reestructurando niveles mentales y motivaciones. Esas confrontaciones
causan dolor y sufrimientos que producen situaciones penosas e insatisfactorias.

     2. La ética

     El flujo organizador y directivo de la Ley está “inscrito en la consciencia”, esto es, en la formación de la estructura del cuerpo mental.  ¿Qué significa eso?
     La Ley no es un discurso. Es el conjunto de factores que actúan siempre procurando la manutención del equilibrio.
     Esos mecanismos de auto-respuesta, definen en la estructura del cuerpo mental del principio inteligente, la noción básica de lo que es correcto o errado. Ellos limitan o responden a las estimulaciones comportamentales o meramente reactivas del ser en la trayectoria evolutiva. Debido a la actuación automática de esas fuerzas, el Principio Inteligente es compelido a establecer esos parámetros no como forma consciente, sino como ocurrencia real en si misma, de los límites de la ley de acción y reacción.
     En la estructura de la Ley Natural están establecidos los limites que el Principio Inteligente conocerá en los conflictos de la experiencia que definen las repercusiones, la reciprocidad natural entre acción y reacción, en los campos de las relaciones se sobrevivencia. Después, en el desencadenamiento de las mutaciones, él sufrirá las consecuencias del choque de la convivencia e inscribirá en su mente, en su cuerpo mental perenne, los rigores de las respuestas...
     La “inscripción en la conciencia” de los valores de la Ley se da en la propia vivencia de los conflictos y por el deseo de preservación del ser y constituye, con el tiempo, los fundamentos de la ética, considerada como el factor que establece el enjuiciamiento de los factores para la persistencia del ser.
     La ley de causa y efecto es el principio fundamental de balanceo y reajuste constante de la ruta recorrida por el ser en el camino evolutivo. Ese juego permite la construcción y reconstrucción del equilibrio interno.
     La consecuencia será la estructuración de los valores que después serán los que formarán la “ética”, o sea, la definición básica de lo correcto y errado, del bien y del mal.
     En el nivel animal, el principio inteligente es compelido a luchar por la sobrevivencia; enfrenta la muerte, el miedo; desenvuelve la sagacidad, el oportunismo. Aprende las lecciones básicas de la convivencia grupal, una especie de solidaridad. Ahí, no existe el elemento moral. O sea, un depredador al atacar a su víctima no expide un juicio moral, puesto que al destruir a su presa satisfaciendo su necesidad él no siente culpa.
     En el período humano, la ética y la moral se expresan, inicialmente, con el surgimiento de los tabúes, de los miedos delante de los factores naturales, en los misterios del nacimiento y de la muerte, y la invocación a fuerzas sobrenaturales a los fines de la preservación personal y grupal.
     Así como las fuerzas del universo energético siguen un curso aparentemente al acaso, pero permanecen dentro del flujo orientador de la Ley, el ser inteligente también parece seguir una forma anárquica, sin limitaciones. Mientras tanto, a través de los mecanismos de la Ley instalados por la experiencia en la mente del Espíritu, el equilibrio se hace invariable, pero no inmediato.
     En la dinámica del proceso, el acaso, es decir, aquello que dentro de la visión sensorial sugiere el caos, en verdad se mueve hacia la búsqueda del equilibrio. La cuestión, en esa visión sensorial, se complica por la variable del tiempo, cronológico o sensible.
     La culpa será desarrollada en el nivel hominal. Disponiendo de la capacidad de analizar, comparar y decidir, la persona ejercerá o sufrirá la acción recíproca del acto y de la respuesta. Pero, sobre todo, descubrirá al otro. Es en ese descubrimiento y en esa relación conflictiva y al mismo tiempo esencial que ella desenvuelve el sentido moral, discrimina entre lo correcto y lo errado, entre el bien y el mal, que, por eso mismo, son relativos al grado evolutivo.
     Esa moral es establecida por la autoridad, dentro de patrones creados por las necesidades de mantener un equilibrio relativo en las relaciones humanas, dentro del círculo en que se desenvuelven y también para garantizar el poder.
     Ahí nacen las nociones sobre o poder sobrenatural, la delegación de poderes a misioneros y profetas, que actuando como legisladores establecen las nociones de la culpa y del castigo.
     Aunque esos sean elementos históricamente encontrados en las civilizaciones de todos los tiempos, constituyen una moral relativamente mutable, adaptable.
     No se puede confundir la reciprocidad de la ley de causa y efecto, con la polarización entre culpa y castigo, que en una serie infinita limitaría drásticamente el desenvolvimiento del ser inteligente, perdido en la circularidad permanente.
     Solamente esa perspectiva podrá disolver la aparente contradicción entre el libre arbitrio, como instrumento de expansión y evolución del ser inteligente y la Ley. Esto es, no existen límites morales en la Ley. Los límites no están fuera, sino más bien delineados y funcionan inevitablemente dentro del universo personal, en los mecanismos de los condicionamientos y choque de valores como el miedo, el poder y todos los demás procesos de vivencia y conflicto que el Espíritu enfrenta.
     
     4. Culpa y pecado

     Es preciso separar el entendimiento sobre la cuestión de la culpa que se produce como consecuencia de las desviaciones morales de la institución del pecado. 
     De modo general las iglesias fundamentaron la moral como una acción directa de la divinidad, dentro de escalas diferentes. Introdujeron el pecado como acto de transgresión de la ley divina, y, por lo tanto,
sujeto al juicio y al castigo, también divinos.
     El pecado original justifica el enjuiciamiento a priori de la naturaleza moral de la persona y de sus actitudes. Esa predisposición inherente al alma, crea el conflicto de las realidades de cada criatura y las exigencias de la moral.
     La moral, entretanto, no siempre en armonía con la Ley Natural, es una construcción social, teológica o comunitaria, que establece reglas, hábitos, modos de pensar y de juzgar.
     Errar es humano se dice, pero en general promueve el castigo como respuesta. Ese castigo, en la viseo dinámica, representa la necesidad de restablecer el equilibrio que la acción provocó, sea en sí mismo, sea en la relación con el otro.
     Ya el pecado, en sus diversos grados, es un acto contra Dios. Uno es el sentimiento mutable de la culpa como consecuencia de haberse infringido los valores que fueron elegidos personal o colectivamente, otro es la transgresión del mandato divino.
     El modelo de la Doctrina Kardecista rechaza totalmente esa visión, como es evidente. Porque la Ley Natural no es moral. El universo no tiene propósitos restringidos o punitivos. Aunque no haya posibilidad
de entender todos los matices de la vida, nada en la naturaleza autoriza el modelo de pecado y castigo.
     
    5. El Salvador
  
     La Teología cristiana exige la presencia de un salvador, porque la humanidad está, según ella, naturalmente condenada.
     La transferencia de la fragilidad humana hacia dioses sobrenaturales es parte de las civilizaciones. La creencia cristiana, además de Dios, designó a Jesús de Nazaret como el Salvador. Históricamente quienes buscaban un salvador, un mesías, eran los judíos. La transferencia de la cultura judaica como base de la teología cristiana trajo también el mito del mesías.
     Por eso, la Iglesia formó el embrollo de la santísima trinidad, como escape para los problemas de la divinidad, concibiendo la teoría de la unidad en la triplicidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, donde la figura de Jesús ocupa el lugar del hijo y del padre.
     Jesús de Nazaret, líder judío fue transformado en el mesías, o sea en Jesucristo, parte de la santísima trinidad. El principio y el fin.
     En “El Libro de los Espíritus” encontramos:
     625 – ¿Cuál es el tipo más perfecto que Dios ofreció al hombre para servirle de guía y modelo?
     Ved a Jesús.
     Allan Kardec coloca un comentario condicente con la cultura cristiana afirmando que Jesús es para el hombre el tipo de perfección moral a que puede aspirar la humanidad en la Tierra.
     Basados en esa simple expresión, los religiosos que se unieron al Espiritismo, incluyendo a los espíritus desencarnados comprometidos secularmente con la Iglesia, no percibieron que la respuesta coloca a Jesús en el nivel humano y lo retira del nivel divino. Sin embargo, la presión de los residuos cristianos en las mentes, distorsionó el rumbo de las cosas y el Nazareno fue introducido como “Nuestro Señor Jesucristo” entre los espíritas, de la misma forma como es entendido en las iglesias cristianas.
     En la visión evolucionista de este modelo, no hay lugar para un Salvador. Pero, positivamente hay lugar para las lecciones de Jesús de Nazaret. En sus lecciones Allan Kardec buscó la directriz segura para el desenvolvimiento ético y moral que el Espiritismo propone.

     Capítulo VI - Entendiendo la reencarnación

     1. Consideraciones Generales

     El entendimiento de la reencarnación está ligado a todo el espectro
vivencial del ser humano.
     Carácter, dolor, placer, desvíos morales, perversiones y santificaciones
que definen el comportamiento de las personas fueron desarrollados a
través de las vidas sucesivas y por medio de ellas, serán resueltos.


      2. La técnica reencarnatoria

     La reencarnación es un proceso natural, psíquico-físico. Ocurre automáticamente siempre que se cree un clima vibracional en consonancia con la fecundación del óvulo en el vientre materno.
     Entre tanto, según “El Libro de los Espíritus”, puede ocurrir que se produzca la gestación, sin atraer a un Espíritu: 

     356 – ¿Entre los natimortos habrá algunos que no hayan sido destinados a la encarnación de Espíritus?
     – Algunos hay, efectivamente, a cuyos cuerpos jamás ningún Espíritu estaba destinado. Nada tenía que efectuarse para ellos. Tales niños, entonces, sólo vienen por sus padres.
     a) ¿Puede llegar a término el nacimiento de un ser de esa naturaleza? Algunas veces, pero no vive.
     b) ¿Se sigue de ahí que en todo niño que vive después del nacimiento hay forzosamente encarnado en él un Espíritu?
     ¿Qué sería él, si así no aconteciese? No seria un ser humano.
     Iniciamos con esa excepción, para mostrar que el pensamiento lineal sobre la reencarnación puede ser deficiente.
     La reencarnación, en principio, es una acción natural, propia del proceso evolutivo. Sin ella, no sería posible al principio inteligente adquirir experiencia, superar etapas y, en fin, tornarse un Espíritu. Ocurre sin la necesidad de programación previa y es ejecutada sin auxilio de los Espíritus.
     La mayoría reencarna atraída por el deseo de volver a cuerpo y es imantada, digámoslo así, por el cono energético formado por la fecundación del huevo en el útero materno. Es una operación integrada, programada por la naturaleza, realizada en el plano menta yl
físico a través de la mente materna.
      La encarnación del Espíritu comprende esa operación en el plano mental y toda la maravillosa progresión de desenvolvimiento del embrión que resultará, progresivamente, en el feto y después en el niño.
      Con eso queremos dejar claro que la reencarnación por ser un hecho natural está integrada mental y corporalmente, de tal manera que el desarrollo del embrión en el útero materno es la base fundamental para desencadenarla.
      La información según la cual, el Espíritu se liga al feto en el momento exacto de la fecundación del huevo, requiere ser mejor entendida. En verdad, él comienza por vincularse a la madre, lo cual significa que, una vez que ha sido creada la condición físico-mental en el cuerpo y en la mente materna, se abre el “cono imantador” atrayendo y, en cierta forma, aprisionando el Espíritu.
      Perdiendo el periespiritu, el reencarnante se liga, por el cuerpo mental a la mente y al ambiente energético generado por la gestación en el cuerpo y por el periespiritu materno.
     Paso a paso con la gestación, el Espíritu inicia el período de perturbación prenatal, en el cual su mente entra en un proceso
restricción para adecuarse al nuevo organismo y crear una nueva personalidad. Ese “período de perturbación” comprende:
     1) Período de desestructuración – donde el reencarnante entra en confusión mental, perdiendo contacto con su personalidad actual. En ese período el periespiritu se deshace y restan, el Espíritu en sí mismo y su cuerpo mental, por el cual se liga directamente a la mente materna.
     2) Período de incorporación – cuando se realiza precisamente la reencarnación y el feto se transforma en niño.
     En rigor, el Espíritu no se liga al feto, como explica “El Libro de los Espíritus”:
     353 (...) ¿Puede considerarse que el feto posee un alma?
     –Propiamente hablando él no tiene un alma, pues la encarnación está apenas en vías de realizarse, pero está ligado al alma que debe poseer.
      En consecuencia al nacer el niño se inicia la creación del periespiritu que identificará el Espíritu en la encarnación actual.
     Se da inicio entonces al período de estructuración, cuando el reencarnante comienza a reestructurars
e mentalmente, construyendo una nueva personalidad e integrándose a la realidad ambiental en que se localiza.
     Motivaciones
     330. ¿Saben los Espíritus en qué época reencarnarán?
     -La presienten, como le sucede al ciego que se aproxima al fuego.
Saben que deben retomar un cuerpo, igual que vosotros sabéis que
deberéis morir un día, aunque se ignore cuando eso ocurrirá.
      a) ¿Entonces, la reencarnación es una necesidad de la vida espírita,
como la muerte lo es de la vida corporal?
      -Ciertamente, así es.
La naturalidad con que “El Libro de los Espíritus” trata del tema contrasta con la confusión religiosa que vincula la reencarnación a las nociones de culpa o castigo.

     En verdad, el Espíritu reencarna porque vive y no porque tiene culpa.
 

     3. La reencarnación es una verdad existencial
 

     La idea de que toda la reencarnación está perfectamente planeada parece bastante irreal. Cada Espíritu trae en sí mismo su proyecto de vida, consciente o no. Hundido en el mundo corpóreo, con él se identifica y se consolida como si nunca hubiese existido antes. Sigue enfrentando las exigencias, conflictos y experiencias que cada vida ofrece. Dentro
de esa perspectiva, usa su capacidad de pensar, de crear, de comprender y recrear, de enfrentar y resolver los conflictos.
     Incluido o excluido socialmente, integrando o no una familia, esté siendo bien organizada o no, el Espírito es él mismo, decidiendo el rumbo a tomar. Puede ser exitoso o no, adelantar pasos en la evolución o quedar estancado.
     Su mente producirá imágenes y decisiones que grabarán su camino.
     Experimentará dolor, soledad, aislamiento, amor, amistad, virtudes y errores conforme vaya haciendo uso de su libre albedrío en el medio ambiente en que practica. Tendrá un cuerpo sano o enfermo; mantendrá la salud del cuerpo o la arruinará por los vicios o el mal empleo; tendrá o no capacidad para el raciocinio; aprenderá con mayor o menor facilidad. 

     Crecerá o se paralizará sin estar motivado para superar los desafíos creados por la vivencia. No estará solo, pero dependerá esencialmente de sí mismo. O sea, en rigor, la reencarnación es una aventura existencial que envuelve, desde el primer momento, al reencarnante, a su madre, a su padre y después a todos los que participan en el ambiente social en que se aloja.
     
     4. La reencarnación planeada

     Dentro de ese aparente caos, cada Espíritu puede efectuar una planificación previa. Pero eso es posible apenas cuando ha alcanzado un estadio de reciprocidad y se ligó a Espíritus con conocimiento y superioridad, capaces de orientar, saber e influir en el proceso
reencarnatorio.
     Hay reencarnaciones planeadas para el desenvolvimiento social. En ese caso, los espíritus serán orientados o direccionados para que alcancen determinado objetivo, sujetos todavía, al libre albedrío.
     Digamos que el sistema se organizará para ofrecerle condiciones que le permitan alcanzar el objetivo trazado. Para eso existen fuerzas y Espíritus capaces.
     En ese caso, establecen lineamientos previos y pueden recibir la compañía de Espíritus evolucionados.
     El término delinear es bien claro: significa esbozo, líneas generales, marcos principales y no una planificación estricta o un mapa detallado. Es una combinación del reencarnante con el grupo al que se afilia y el libre albedrío. Esto se dice en “El Libro de los Espíritus”:
     859ª - No creas, por lo tanto, que todo lo que sucede estaba escrito, como acostumbran decir… Solamente los grandes dolores, los hechos importantes y capaces de influir en lo moral son previstos por Dios, porque son útiles a tu depuración y a tu instrucción.


     5. La escogencia de las pruebas

 

     En el imaginario espírita, el sufrimiento, el dolor y las condiciones sociales del ser humano son, casi siempre, la consecuencia de los errores del pasado. Creen que muchos escogen pruebas difíciles con el objeto de apresurar el pago de sus deudas con la divinidad o consigo mismo.
     Esa idea se transformó en una regla según la cual, antes de encarnar, el Espíritu establece las dificultades, los problemas, las pruebas y expiaciones que serían necesarias para resarcir “culpas del pasado”. De este modo, la vida corpórea del Espíritu fue clasificada básicamente como una oportunidad de sufrir para regenerar y crecer moralmente.
     El siguiente trecho de un artículo publicado en un periódico espírita especifica lo que se piensa generalmente: “La reencarnación es oportunidad, es retorno al campo de luchas materiales y busca, antes que todo, liquidar o disminuir deudas contraídas en experiencias
anteriores o, también, abonar créditos para la vida futura”. Así, escoger pruebas, cuando eso acontece, es un plan de intenciones.


     Capítulo VII - El dolor y la búsqueda del equilibrio
 

     En la visión bíblica, la vida terrena es única, corta, breve y por eso, debe ser agilizada para resolver el enigma del futuro. En los medios espíritas más religiosos, se entiende que la vida corpórea es casi una tragedia, puesto que cercena la libertad del Espíritu y ve en ella un “rosario de dolores”, un hospital, un calvario. Son muchos los que consideran la vida en la Tierra como una etapa que deberá ser atravesada con sacrificios, dolores, sufrimientos, para no volver a vivir aquí, en las próximas reencarnaciones. Siguen esta recomendación: “Haz todo para que no tengas que volver a esta Tierra”.
     Sin embargo, a la luz de un nuevo entendimiento, la vida corpórea es un componente natural, deseado y necesario para la evolución del Espíritu.
     La valoración de la vida corpórea es la consecuencia de haberse
entendido el gran movimiento evolutivo en que todos están envueltos y que, en última instancia, es producto de la propia persona. En términos puramente intelectuales podríamos decir que la vida corpórea fluye como una contingencia natural, independiente del valor moral del
reencarnante.

    
Pero la vida es un flujo energético, valorizado por la emoción, por el sentimiento. De ahí que no haya posibilidad de desvincularla de la naturaleza afectiva de las personas. Por eso, la reencarnación, como flujo natural del proceso de búsqueda del equilibrio, traza la realidad
intelectual y moral del Espíritu, su bien y su mal, sus conquistas y deficiencias. Tal es el panorama caótico de la sociedad humana. 
     Pero es poco inteligente circunscribirla a las nociones de prueba y expiación, o sea, de sufrimiento y reparación de errores. 
     En la progresión de la vida corpórea o incorpórea, el sufrimiento y el dolor son componentes inherentes a la imperfección de las personas. 
     Si hay el dolor-crecimiento, a consecuencia de las mutaciones evolutivas que producen perturbaciones vivenciales en virtud de la sustitución de parámetros consolidados por nuevas perspectivas, igualmente existe el dolor-respuesta proveniente de los conflictos
internos, de la culpabilidad y de las relaciones con compañeros que afectan el equilibrio emocional y físico.
     La reencarnación no puede ser concebida como una medida autopunitiva o una acción punitiva de la divinidad.
     En el modelo bíblico, el ser humano, moldeado con una marca de innata culpabilidad o corrupción, merece ser corregido para que sea salvado del infierno. Para eso es sometido a la autoridad divina, personal e inmediata, ya que todo el proceso debe ser completado entre el nacimiento y la muerte. Entonces, solamente la privación de sentimientos, deseos y aspiraciones, a través de la renuncia, puede ofrecer un futuro feliz post-mortem, porque la vida corpórea sería el inicio y el fin de la experiencia sensible de la criatura.
     Sin embargo, a la luz de una visión dinámica concebimos la vida humana como un continuum existencial, a través de la vivencia en el plano extrafísicos y en el plano corpóreo, intermitentemente. Eso explica la realidad evolutiva de las personas, en segmentos reencarnatorios. La persona humana posee una biografía atemporal, en la que experimenta una extraordinaria aventura con errores y aciertos, perm
anentemente inquietante e inquieta, sin correlación estricta con el tiempo, pero desenvolviéndose en su propio tiempo.
     La ausencia de esa visión conduce a una interpretación restringida y limitada. Esa concepción orienta todo el modo de vida, la educación, la emoción de las personas, en dirección a la muerte. Así pues, en esa visión sensorial, la muerte es la certeza real. Todo ello contrasta con este modelo de ascensión y libertad que estamos presentando.


     Capítulo VIII - El objetivo de la vida

     En la visión cristiana, el ser humano es un cuerpo con un alma, creada por Dios, cuando un niño es generado en el útero materno. Sensorialmente, nacemos, vivimos y morimos. El alma, no obstante, es inmortal y después de la muerte su destino es la inexorable y eterna
pasividad contemplativa arder en las llamas infernales.
     Bajo el punto de vista biológico, el ser humano es un cuerpo dotado de un cerebro que lo identifica y está destinado a la muerte.
     El nuevo modelo identifica al ser humano, prioritariamente, como un Espíritu inmortal, evolucionando a través de sucesivas encarnaciones. Reconociéndose la fundamental importancia de la vida corpórea para el Espíritu, es, sin embargo, un segmento de la vida, en su expresión imperecedera, progresiva y dinámica.
     Mientras que la teología señala una inmortalidad pasiva, definitivamente determinada, el nuevo modelo muestra la inmortalidad dinámica, armoniosa, satisfactoria, esperanzadora o sufridora, conflictiva, caótica, pero gloriosamente capaz de dar al ser inteligente la continuidad de sí mismo, atemporalmente.
     Tal modelo aclara, abre perspectivas, para explicar el porqué de la vida.
     ¿Por qué vivimos, al final? Esa cuestión se basa, sobre todo, en la perspectiva de un fin, de una meta a ser alcanzada, pero no existe una meta u objetivo final para el ser inteligente. La vida permanente, inmortal, es la propia razón de vivir.
     Si el Espíritu es inmortal, vivir es su destino.
     Todo el esquema evolutivo consiste en hacer esa continuidad existencial lo más feliz y productiva posible. Formamos parte del conjunto vibrátil, y en ciertos aspectos, misterioso del universo.
     Sabemos que vivir significa la construcción del carácter y de la personalidad saludable, equilibrada, con interacción e integración gradualmente compensatoria consigo y con los otros. Hay un dinamismo continuo, un reciclaje permanente, apuntando siempre hacia un horizonte mejor.
     Significa pleno desenvolvimiento de sí mismo, alcanzando la sabiduría para la  aprehensión de los fundamentos universales y liberando el potencial afectivo a niveles positivamente productivos y recíprocos en la relación con los otros y con el medio ambiente, que son las bases de la felicidad.
     El objetivo de la vida, para el Espíritu es la plena felicidad.
     Si decimos que todo se armoniza en el universo y que el ser inteligente participa de esa armonía como pieza fundamental y que dispone de oportunidad y capacidad para evolucionar de “simple e ignorante” hacia las más altas posiciones de inteligencia, ética, moral y conocimiento, cuyo objetivo es la felicidad, la plenitud, tal vez tengamos la respuesta posible para el objetivo de la vida.
     O sea, la vida ofrece al ser inteligente la oportunidad de ser feliz. La felicidad del ser inteligente es la única forma de comprender los mecanismos de la vida universal.
     Podemos pensar que la creación del ser Inteligente obedece a la planificación de la vida universal. A pesar de los esfuerzos de la ciencia, tanto como de la religión, en circunscribir la vida al cerebro físico, todavía en la visión sensorial que considera al hombre un ser para la muerte, la experiencia indica que la pretensión de explicar el comportamiento humano mediante una constitución exclusivamente cerebral, no resiste ante el cuadro de desigualdad y diversidad de reacciones humanas, las cuales si se debieran solamente a la acción cerebral deberían repetirse indefinidamente.
     La individualidad y la personalidad de los seres humanos permiten comprender la naturaleza inteligente, inmortal del Espíritu.


FIN