martes, 25 de junio de 2013

ESPIRITISMO DIALÉCTICO– Manuel Porteiro


Final del 1er capítulo: “Fundamentos Científicos de la Concepción Neo Espiritista de la Vida y de la Historia”

Hasta mediados del siglo pasado, el Espiritismo no formó un cuerpo de doctrina. Los elementos de esta profunda ciencia del espíritu, lo mismo en lo que se refiere a los fenómenos que a los conceptos filosóficos, se hallaban dispersos por todos los pueblos de la tierra y se encuentran en todas las épocas de la historia mezclados con las más diversas creencias y prácticas religiosas. Las personas dotadas de facultades mediúmnicas fueron consideradas una veces como dioses o adivinos, otras como demoníacos, brujos o hechiceros. Las prácticas fueron del dominio esotérico de las religiones, y por eso que, en algunos casos, todavía conservan ese sello de misticismo y de superstición del que aún el Espiritismo no se ha podido desprender, no obstante los adelantos de la ciencia y de la crítica razonada. Los fenómenos fueron aceptados sin clasificación ni orden, tomando las manifestaciones anímicas por revelaciones espíritas o éstas por aquellas y, muchas veces, la charlatanería y la sofisticación, por la verdad. Y no es extraño que haya todavía muchas personas que crean firmemente que todo lo que sale por la boca de un médium es manifestación genuina del más allá.

Si esto sucedió con los fenómenos, ¿qué podía esperarse de la teoría? Esta adoleció y adolece aún de análogos defectos, defectos de interpretación y, por ende, de uniformidad filosófica e ideológica, debido todo ello, a la influencia de las religiones, al carácter de revelación providencial, de infalibilidad, o de superioridad que, la gente sencilla o ignorante, atribuye a las comunicaciones espíritas, ir a esa tendencia al sincretismo que todo lo quiere conciliar - aún los absurdos religiosos más grandes, con los hechos y conceptos más claros y verdaderos, - tendencia que se nota en casi todos los autores clásicos y no en pocos modernos, que aún viven pegados a la roca de los prejuicios de la vieja escolástica. De ahí que el Espiritismo, como filosofía, resulte una doctrina heterogénea y, en algunos casos contradictoria, cuyos principios y preceptos difieren entre sí, a tal punto que originan dos corrientes opuestas: una religiosa y conservadora, la otra racionalista ir revolucionaria, que hoy se manifiestan pronunciadamente.

En 1857, Hipólito Denizar Rivail, (Allan Kardec), espíritu observador y de una penetración poco común, examinó, compiló y clasificó los hechos, formuló la teoría y estableció la nomenclatura espírita, creando un vocabulario con el cual expresó los hechos y los conceptos doctrinarios que de ellos se desprenden. Pero la doctrina de Kardec y de sus colaboradores, con ser verdadera en sus principios fundamentales, no pudo traspasar los límites de su época ni romper por completo con los moldes religiosos a los cuales se ajustó. Kardec buscó conciliar el Espiritismo, por un lado, con la ciencia, por otro, con las religiones, usando métodos, procedimientos de lógica, formas de pensamiento y de lenguaje propios de los dos. Esto pudo ser conveniente en su tiempo, en que la fe religiosa, a falta de una mejor comprensión de los fenómenos espiritistas y del carácter de revelación que se les atribuía, desempeñaban un papel primordial en el ánimo de los creyentes, no así en el de los que buscaban la verdad por la experiencia y el razonamiento, aún sabiéndola posible y demostrable. Por otra parte, la creencia en la supervivencia del espíritu no había sido desalojada aún de la ciencia por el positivismo y por el materialismo. Hoy las exigencias del espíritu científico y filosófico, que abarcan horizontes más amplios no se satisfacen con los expedientes religiosos y morales de San Luis, de San Agustín, o de cualquier otro santo filósofo o teólogo, ni con versículos, preceptos o parábolas extraídas de la Biblia.

La concepción moderna del Espiritismo ha venido elaborándose con la experiencia de los hechos, no sólo en el terreno de la psicología experimental, en el fenomenismo metapsíquico y espírita – que le sirve de base fundamental – sino también abonando este terreno con la contribución de las demás ciencias físicas y naturales y con las reflexiones filosóficas que
éstas sugieren.

En una palabra, podemos afirmar que el Espiritismo, durante el proceso de su evolución, estaba gestándose en la conciencia y en la mente de los hombres que lo habían de elevar a una nueva concepción científica y filosófica, estaba formando la nueva dialéctica espiritualista ajustada a los hechos de la psicología moderna y de la concepción espiritista, dínamo-genética, de la vida y de la historia.

Nuevos tiempos, nuevos hombres, nuevas concepciones del universo, nuevas ideologías y nuevas formas a las ideas.

El signo de progreso evidente del Espiritismo, en la actualidad, es su grandiosa concepción dialéctica, cuyos elementos fundamentales exponemos en esta obra, como asimismo el enriquecimiento de su terminología, que ha sufrido una sensible renovación y ha sido aumentada considerablemente con neologismos apropiados, necesarios para la comprensión y debida clasificación de los hechos y de las ideas y conceptos.

No hay ciencia ni filosofía que, en el curso de su evolución, no sufra modificaciones, que no cambie en alguno de sus conceptos y en los términos del conocimiento, a medida que éste se, hace más extensivo, más claro, más comprensible, más ajustado a la verdad esencial que encarnan los hechos o fenómenos estudiados.

La concepción dialéctica y su lógica científica ponen de manifiesto la renovación y avance del Espiritismo despojándolo de todo elemento ajeno a su contenido científico y filosófico y reafirmando uno de los más hermosos principios de su doctrina: El Espiritismo, marchando de acuerdo con los progresos de la ciencia, no tiene nada que temer.

miércoles, 19 de junio de 2013

IMAGEN Y SEMEJANZA


Hay en el alma humana una impronta de Dios, un Arquetipo, del que brota una fuerza poderosa que necesita ser expresada. No podría ser de otra manera ya que la evolución se realiza mediante la interacción de condiciones externas con los instrumentos del espíritu y sus potencialidades latentes.
Somos criaturas conscientes pero limitadas que formamos parte de un todo sumamente complejo que nos informa, fundamentalmente desde niveles inconscientes, por eso, dado que esa impronta está arraigada y emerge desde una base en extremo profunda y vital no se la puede expresar acabadamente a través de la racionalidad sino a través de símbolos, ritos y mitos. Todos ellos son intentos de reproducir en superficie lo que palpita en el fondo.

Esta expresión de lo sagrado ha tenido en la humanidad un largo camino evolutivo y diferencias culturales.

Hacia el 2.500 a.c. aproximadamente, finalizó un período de desarrollo con características comunes en todas las altas culturas existentes en el planeta, de aquí en más cada una de ellas, habiendo ya alcanzado madurez, continuó un camino de diferenciación creciente. No solo se delinearon dos formas diferentes de concebir lo sagrado, también se configuraron dos psicologías distintas: la de oriente y la de occidente.

Durante la etapa de desarrollo común, en los albores de la civilización, el arquetipo de lo sagrado, este contenido “numinoso” del alma, se expresó en primer lugar como ASOMBRO frente a la fuerza y misterio de la vida.

Los restos arqueológicos de la etapa pre-histórica y los relatos míticos después, ponen de manifiesto que esa fue la emoción predominante. Hay cientos de miles de estatuillas femeninas que representan la fertilidad e incluso la planta de los templos tenían forma de útero. La percepción de la vida no estaba aún obstaculizada por racionalizaciones por lo que el cosmos seguramente se captaba con toda su fuerza haciendo un impacto fundamental en el alma humana.

La vida se experimentaba como un todo, incluso la vida social participaba del cosmos.

En los rituales con reyes y sacerdotisas, se reproducían los ciclos de nacimiento y muerte que veían en la naturaleza. El rey representaba a la comunidad y la sacerdotisa a los dioses y lo sagrado. Que ambos fueran sacrificados, y en alguna etapa lo fueron con toda su familia y sirvientes, pone de manifiesto lo que antes dijimos: la intensidad con la que se captaban las leyes de la naturaleza y a la vez, la necesidad de expresar la pertenencia al cosmos y de garantizar con el rito su continuidad.

Esta visión de la vida determinó necesariamente que la dirección de la cultura estuviera en manos de los sacerdotes. Ellos descifraban el misterio, lo interpretaban, establecían los rituales y construían los símbolos.

En esta tarea por comprender el movimiento de la vida se dieron los primeros pasos de civilización: desarrollaron la escritura y un calendario matemático, y se dieron los lineamientos de una organización social cada vez más compleja que requería fuertes vínculos y una alta organización, único camino posible para garantizar la supervivencia de la comunidad.

El segundo motivo que aparece como expresión religiosa es la SALVACION, los relatos evidencian una necesidad de redención o liberación de una condición humana que comienza a experimentarse como limitada e incompleta.

Es a partir de aquí que se inicia el proceso de diferenciación cultural.

Para Occidente y Cercano Oriente esta etapa de diferenciación se la puede denominar de DISOCIACION MITICA ya que en el área cultural de la región Mesopotámica situada entre los ríos Tigris y Eufrates (actualmente atraviesan Irán e Irak), el Asombro fue lesionado por las condiciones geográficas y sociales reinantes y se instaló para siempre la disociación del orden humano y el divino y la necesidad de Salvación.

Resulta fundamental destacar aquí que esta es el área cultural en la que nacieron y se nutrieron el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo.

La primer civilización de la Mesopotamia, estaba conformada por un conjunto de ciudades estados independientes. Estos focos de cultura, eran permanentemente asediadas por tribus nómades de los desiertos que rodean la fértil región, en busca del trigo que se almacenaban en sus templos. Y continúo siendo una región de choques permanentes entre grupos étnicos y pueblos con tradiciones completamente distintas. A esta dificultad con los pueblos del desierto se sumaban las rivalidades entre las diferentes ciudades que se disputan el predominio en la región.

Por otra parte, la geografía y las condiciones climáticas eran sumamente agresivas , las crecidas de los ríos Tígris y Eufrates no eran regulares por eso mismo eran sorpresivas e incontrolables o bien requerían esfuerzos titánicos para soportar sus embates sin sufrir severos daños, las tormentas también era fuertes e imprevisibles.

Estas condiciones sociales y geográficas determinaron, necesariamente, un modo particular de concebir la vida, y profundizaron el desarrollo de la cultura material. La vigilancia de la naturaleza condujo al desarrollo de la astronomía, a la interpretación de condiciones meteorológicas, y de las técnicas de adivinación. En lo social y político condujo a la formación de gobiernos cada vez más fuertes y a la redacción del primer códigos civil que se conoce, en el que está establecido con sumo
detalle la Ley del Talión.

Por otra parte, se pasó de una concepción vegetal y femenina de la vida, vinculada a los ciclos lunares, a una concepción solar, masculina y combativa. La vida ya no era concebida como un orden de ciclos vitales que se suceden y son complementarios a la vez, sino que se impuso una concepción progresiva donde la luz solar siempre es victoriosa en una lucha con la sombra.

Fue así como la concepción sacerdotal de las primeras etapas, de un orden sagrado que se expresaba matemáticamente en un ordenamiento cósmico perfecto fue oscurecida por una concepción antropomórfica de los poderes que mueven el mundo, en permanente lucha y competencia. Los relatos míticos de Mesopotamia como sus ritos ponen de manifiesto una gran inseguridad, temor y angustia, por lo que es válido suponer que la condición humana era experimentada con un sentido trágico.

La vida de los seres humanos ya no se desenvolvía dentro de un orden divino de armonía y perfección, que se expresaba en cada hecho de la naturaleza y en la vida social misma sino que, por el contrario, se había producido una terrible ruptura entre el orden humano y el divino.

La ruptura con lo divino generó un sentimiento de ansiedad por la pérdida, un corrosivo sentimiento de culpa y el anhelo de retorno. Los textos de las cultura que se sucedieron en la región, incluida la Biblia, relatan las sucesivas pérdidas y recuperación del favor divino, y los muestran como niños que tratan de ganarse el favor de su padre. Asimismo el Job Bíblico tienen fuertes antecedentes
en relatos de pueblos anteriores Judios, cristianos y musulmanes han necesitado compulsivamente una alianza o un pacto con Dios que implicara un reconocimiento para ellos, con él que se pudiera restablecer la unidad y que los redima a la vez de una condición de pecado.

Cada una de las tres a su tiempo se consideró a si misma como la elegida para la implantación en el mundo del orden de Dios.

En las culturas que fueron modeladas por estas tres religiones reina la tensión y la dualidad (cuerpo y alma, cielo y tierra, vida y muerte, Dios y Humanos) predominó un sentimiento de exilio y carencia, culpa y pecado. El mundo no es manifestación de lo divino sino territorio de conflicto.
La imagen mitológica del nacimiento del primer humano es común en todas las mitologías del mundo, pero la forma en la que aparece a la vida muestra la profunda diferencia entre la concepción de las religiones de occidente y las de oriente, especialmente la hindú.

En la Biblia, Dios es trascendente al Hombre, son entidades separadas desde el primer momento. A tal punto que la mujer es creada de una costilla de Adán, el primer hombre. Y la presencia de ambos en el mundo que conocemos es producto de un error que no debería haber ocurrido: la desobediencia y posterior expulsión del paraíso. Por el contrario en la versión hindú, Dios, ser sumamente creativo y dinámico produjo en un despliegue de su propia esencia todo lo que existe, todo lo que vive es por lo tanto de naturaleza divina. Dios es Inmanente.

En el mundo hindú la separación de los seres humanos de su fuente no es más que una ilusión de los sentidos que se genera en la condición de tres dimensiones en la que la vida de los humanos parece estar atrapada. Solo se requiere una reorientación mental y psicológica por la cual, la mente que conoce restablece el vínculo con lo divino.

Ello es posible mediante un instrumento por cierto milenario: el YOGA. El término significa “vincular, enlazar o unir” y podría considerarse que equivale al término religión. En la India y en todas las doctrinas que nacieron en su seno como el Budismo, el “ego” resultado inmediato de la ilusión de los sentidos, debe ser disuelto porque es el principio de una ilusión, la ilusión de separación.

El Taoísmo (China) sería una posición intermedia entres estas dos concepciones.

El diagrama del Yin/Yang representa el misterio de un todo que contiene en si mismo los miles de seres. Pero si bien esta es una concepción muy próxima a la India, ya que todo está contenido y no separado, no consideran que este mundo de tres dimensiones deba ser eludido como engañoso. Este mundo, tal como se manifiesta, forma parte de lo divino por lo tanto la tarea sería identificar las leyes que gobiernan la vida en general y la mente en particular y dejarse llevar por ellas, vivir en sintonía con ellas. El objetivo es por tanto experimentar a la vez las imágenes ilusorias de la tercera dimensión y la serenidad del yo profundo enraizado en lo divino.

En una era de intercambios culturales tan notorios como los que vivimos el impulso evolutivo es de superación de las propias metáforas hacia una síntesis mayor que incluya nuevos elementos que oxigenen las viejas concepciones. Esta posibilidad es para mirar, mirarse y comparar, no para combatir o desacreditar sino para mejorar, compartir, y disfrutar en paz de un mundo diverso, rico, colorido y pleno de matices.

Mónica Maggi
Sobre el libro “Las Máscaras de Dios”
de Joseph Campbel (tomo Mitología oriental)

viernes, 14 de junio de 2013

EN TORNO AL PERIESPÍRITU


A pesar del rol de gran importancia que cumple el Perispíritu en el proceso reencarnatorio y evolutivo en general hay relativamente poca información sobre él en el Libro de los Espíritus, obra de la cual surge el concepto de Periespíritu.

Podemos repetir de por vida los mismos contenidos acera del mismo pero no podemos dejar de notar que allí hay todo un campo para la investigación entendida esta como instrumento al servicio del conocimiento de todos y no de la mera especulación intelectual. Un conocimiento que nos transforme y que por ello mismo nos permita abordar nuevas instancias en la evolución de cada uno de nosotros.

Vomos a detenernos en el siguiente principio.

El Periespíritu se forma con el fluido universal de cada planeta

En relación a ello, en el Libro de los Espíritus, Capítulo I y IV, en los puntos “Periespíritu” y “Encarnación en diferentes mundos”, respectivamente, se habla de la posibilidad de desarrollo evolutivo en distintos mundos y a las posibilidades de migrar de uno a otro.

En el capítulo IV dichas emigraciones serían posibles en virtud de estrictas razones de evolución, ya sea porque se estaría en el umbral de otro estadio, (para mejor o para peor) o por el contrario se ingresaría a un planeta más atrasado porque se desempeñaría allí una misión.

Sin embargo, en el Capírulo I la posibilidad de migrar de un planeta a otro está expresada como un proceso relativamente sencillo.

Allí leemos lo siguiente:
94 – ¿De dónde toma el Espíritu su envoltura semimaterial?

– En el fluido universal de cada globo. Por esa razón no es igual en todos los mundos. Al pasar de un mundo a otro, el Espíritu cambia de envoltura, como vosotros de ropa.
– Así, ¿cuando los Espíritus que habitan mundos superiores vienen al nuestro, toman un periespíritu más grosero?
– Ya lo dijimos: es preciso que se vistan de vuestra materia.

Por alguna razón que se nos escapa está expresado en esos términos.

No obstante, podría dar lugar a interpretaciones simplistas y a generalizaciones rápidas en torno a la posibilidad de comunicación con seres espirituales de otros planetas y a las condiciones de visita de seres de otro planeta en el nuestro.

Con lo cual no se queremos decir que sea imposible sino que no debe ser simple ni cotidiano y la prudencia nos hará ganar mucho en ese sentido.

El estudio riguroso de todos los contenidos doctrinarios en torno a la evolución con el conocimiento alcanzado por la antropología y la paleontología en torno a la evolución biológica nos obliga a pensar que el proceso no puede ser tan sencillo.

Leamos unos párrafos de la Conferencia de Cosme Mariño sobre PERIESPIRITU dada en 1921, publicada en La Revista Constancia (septiembre 1982-febrero 1983).

¿Cuál es la evolución que desde un principio sigue el periespíritu, cuáles son los elementos de que está conformado?

Esta es una cuestión de suma importancia y para resolverla nos vemos en la necesidad de apartarnos de la teoría dada por AK que el ser inteligente toma su periespíriu del fluido universal, diferenciado en cada globo y, por consiguiente, que al pasar el ser de uno a otro globo, cambie de envoltura como nosotros de vestido.

Si hubiésemos de aceptar esta teoría, tendríamos que prescindir de la observación científica que nos enseña la ley de creación como uniforme en su marcha y análoga en sus fines.

En todo vemos que la naturaleza procede con mucha lentitud. Esta verdad es universalmente conocida y demostrada; el Espiritismo lejos de apartarse de la observación científica viene a confirmarla y a abrir nuevos y vastos horizontes a la ciencia misma.

El alma cuyo cuerpo natural y estable es el periespíritu, no puede desprenderse de éste con tanta facilidad, tomar otro y retomarlo nuevamente con la misma facilidad con que nosotros cambiamos de traje.

El periespíritu es un fluido que sirve a las manifestaciones del espíritu y a nuestro juicio, para que estas manifestaciones puedan tener lugar, es preciso que el intermediario esté vinculad y subyugado a loa inteligencia por un trabajo continuo de acciones y reacciones que faciliten esas comunicaciones.

Este fenómeno no puede presentarse ni con la organización material que tenemos ahora,pues como sabemos, esta necesita llegar a servir de fiel intermediario de una elaboración prolongada que principia con la unión del periespíritu con la concepción materna y termina con el desarrollo gradual de la organización física. Y téngase bien presente que en este caso , no es el espíritu el que directamente obra sobre dicha organización, sino por el intermediario natural y estable que es el periespíritu.

El periespíriru no puede ser un fluido que se improvisa, sacándolo de la atmósfera fluídica en que vive, bien en esa atmósfera donde el espíritu desarrolla sus facultades y prosigue su progreso.

A nuestro modo de ver, el periespíritu es una porción individualizada de la materia cósmica universal que se acumula (¿o aglutina?) en derredor de un principio inteligente de modo que forma una parte integrante de esa inteligencia (…)

Esta individualización fluídica, acompaña siempre al espíritu en su evolución progresiva, sea en el estado encarnado o desencarnado. Es su medio natural de comunicación y la vía forzosa de todas las impresiones que vienen del exterior.(…)

Como lo demuestra la historia de la humanidad, el conocimiento no se alcanza de una vez y en su totalidad sino que es una lenta construcción colectiva, aún para el Espiritismo.


Mónica L. Maggi
Publicado en la Revista CONSTANCIA #3194.

miércoles, 5 de junio de 2013

EINSTEIN, FREUD y KARDEC



Estimado profesor Freud: ¿Existe alguna forma de librar a la humanidad de la amenaza de la guerra?.

Así está escrito el encabezado de la carta dirigida al reconocido Médico de Almas y Padre del Psico­análisis.

La correspondencia la firmaba el famoso físico alemán Albert Einstein, con fecha 30 de julio de1932; en vísperas de la invasión nazista a Austria. Presenta la cuestión a invitación de la “Liga de las Naciones (precursora de la ONU) y de su Instituto Internacional para la Cooperación Intelectual, localizado en Paris. Además de aquella, otras dos preguntas componen la histórica misiva: “¿Cómo los mecanismos de poder consiguen despertar en los hombres un extremo entusiasmo, al punto de sacrificar sus vidas?” y “¿Es posible controlar la mente del hombre para tornarlo a prueba de las psicosis, del odio y de la destrucción?”.

Einstein nació en la ciudad de Ulm, Alemania, el 14 de marzo de 1879. A partir de 1912-1914, comienza a realizar sus famosos estudios en torno de la Teoría de la Relatividad General, publicándola en 1916. Recibe el Premio Nobel de Física en 1922, desencarnando el 18 de abril de 1955, a los 76 años.

Sigmund Freud; Nació en Morávia el 6 de mayo de 1856, en la ciudad de Freiberg, actual Pibor, en la República Checa. Ingresa en el curso de Medicina, de la Universidad de Viena en 1873, lo concluye en 1881. A partir de 1885 realiza una pasantía con el gran médico francés Jean Martín Charcot (1825- 1893), en el hospital Salpêtriére, en Paris. Desencarna en Londres el 23 de septiembre de 1939.

La esencia del pensamiento de Einstein al formular al creador del Psicoanálisis sus instigadoras pregunt­as, demuestra la preocupación del gran físico, con la constante amenaza de una nueva guerra.

Él, un día declaró “No sé cuáles serán las armas de la Tercera Guerra Mundial, pero, la Cuarta Guerra Mundial será combatida con palos y piedras”. Resal­tando para el Dr. Freud, que, con el progreso de la Ciencia en nuestros días, “ese tema adquirió signi­ficado de asunto de vida o muerte para la civilización” y de que “todas las tentativas de solucionarlo, termi­naron en lamentable fracaso”.

Al justificar su apelación al famoso Psicoanalista, en nombre de las entidades de carácter social y científico, el genio de la Matemática declara que “el objetivo ha­bitual de su pensamiento, no le permite una compren­sión interna de las oscuras regiones de la voluntad y del sentimiento humano”, y sitúa su expectativa en que Freud “proporcione la resolución del problema mediante el auxilio de su profundo conocimiento de la vida instintiva del hombre”.

La segunda cuestión, deriva de la primera, Einstein enfatiza su diagnóstico científico de que “El hombre encierra dentro de sí un deseo de Odio y destrucción y que ese estado pasional, puede potencializarse en una psicosis colectiva, que sólo un especialista (como el caso de Freud), en la ciencia de los instintos humanos, puede resolver”.

Finalmente en la última cuestión formulada en a­quellos idos 1932, por el creador de la Teoría General de la relatividad y que un día declaró que “apenas dos cosas son infinitas: El Universo y la estupidez huma­na, pero no estoy seguro con respecto al primero.”- él argumentaba que tenía conciencia del interés de las clases dominantes, las cuales “no tenían límite en las ansias de poder político” y que “consideraban a la guerra como una forma de expandir sus intereses personales”. Einstein tenía exacta noción de que aparte de las guerras entre naciones está “la exis­tencia de conflictos por intolerancia, religión o perse­cuciones a minorías raciales”.

En septiembre de 1932 Sigmund Freud res­ponde al “Estimado profesor Einstein”, declarando haber sido tomado por sorpresa ante las indagación de “¿Qué puede ser hecho para proteger a la huma­nidad de la maldición de la guerra?”. Enfati­zando que en principio entendió, que el asunto sería del dominio de los estadistas. Intuyó luego que Eins­tein cuestio­naba, no como científico, y sí como filán­tropo, para que su respuesta fuera encarada a partir del Psico­análisis; la guerra sería consecuencia de los impulsos de odio y del deseo de destrucción y que la sociedad vive en constante transformación de la violencia. Según Freud, en muchos individuos exis­te la agresi­vidad y crueldad, conforme el ilustre Psi­coanalista podía deducir, al oír los relatos dramáticos, resultantes de trastornos de personalidad.

El pensamiento freudiano enseña que los seres hu­manos son incitados a la guerra por diferentes moti­vos, entre ellos el deseo de agresión y destrucción, y que la satisfacción de esos impulsos destructivos, sería posibilitada por la mezcla con otros motivos de naturaleza emotiva e idealista. Freud enfatiza que si eldeseo de optar por la guerra, es un efecto del instinto destructivo, la solución sería contraponerle el “Yo” antagonista bien poderoso: Eros, el instinto del amor.

En ese punto por lo tanto, el Psicoanálisis habla de amor y Freud recuerda el Nuevo Testamento: Ama a tu prójimo como a ti mismo y que en ese momento “los hombres comparten sus intereses y producen comunicación de sentimientos.”

El autor de “El malestar en la Civilización” (1930), proponía que era necesario un cuidado con la educa­ción de los hombres de mentalidad independiente, que no debía estar basada en la coacción o intimida­ción, aunque para él ese ideal educacional fuese una utopía.

En el año en que Sigmund Freud cumplía 13 años de edad, Allan Kardec desencarnaba en Paris, el 31 de marzo de 1869. Einstein nacería solamente 10 años después, y cuando tenía 50 años (1932), escri­bió su famosa carta, que muy bien podría haber sido sometida a la apreciación del pensamiento doctrinario del Espiritismo, constante de sus obras básicas, resultado del esfuerzo personal de Allan Kardec y de su equipo de médiums, de colaboradores directos y de la acción colectiva, organizada, con dinámica uni­versal de enseñanza, promovida por los Espíritus que se movilizaron en nombre de Dios y de Jesús, para corroborar la venida del Consolador a la Tierra.

Imaginemos: ¿Qué respuesta daría Allan Kardec, en caso de ser posible, a los cuestionamientos de Einstein?. El Codificador, ciertamente se dirigiría al Capítulo VI - De la Ley de Destrucción, que se encuentra en la tercera parte del Libro de los Espíritus, publicado el 18 de abril de 1857. Creemos con certeza que sería a partir de la pregunta 742, cuando los Espíritus preguntados ¿Cuál es la causa que lleva al hombre a la guerra? Responden que es el “Predomi­nio de la naturaleza animal, sobre la naturaleza espiritual y la satisfacción de la pasiones” y que, “A medida que el hombre progresa, la guerra se vuelve menos frecu­ente, porque él evita sus causas y cuando la juzga necesaria, sabe adicionarle humanidad.”

Reforzaría esas lúcidas y racionales enseñanzas, informando que el hombre no tiene dos almas, una buena y otra mala, y que los buenos o malos instintos serían por la influencia de una u otra, la dupla que tiene el hombre, es sólo por su naturaleza. Existe en él la naturaleza animal y la naturaleza espiritual, tal como lo consignado en la pregunta 605.

Comentaría en consonancia con la pregunta 743, del Libro Básico de la Doctrina Espirita, que la guerra desaparecerá de la faz de la Tierra, el día en que los hombres comprendan la justicia y practiquen la Ley de Dios y que en esa época, todos los hombres serán hermanos.

Aclararía también respecto del Libre Albedrío, tal como está explicado en la pregunta 843, en la cual los Espíritus destacan que el hombre tiene la libertad de pensar y actuar, y que sería una máquina si no poseyera la libertad de escoger de acuerdo a su propio discernimiento”.

Presentaría además sus estudios en torno a la educación moral, aquella que consiste en el arte de formar caracteres, que puede ser definida como:”El conjunto de los hábitos adquiridos”, afirmando que “sólo la educación, podrá reformar a los hombres”, enseñanzas estas constantes en las preguntas 685a y 796 del Libro de los Espíritus.

Finalmente, podría cerrar su respuesta a Einstein informándole que “el hombre es casi siempre artífice de su propia infelicidad” pero que “practicando la Ley de Dios se puede ahorrar muchos males, alcanzando la felicidad tan grande como sea posible en su existencia grosera.” Conforme a las informaciones de los Espíritus explicadas en la pregunta 921 del referido libro.

En un futuro próximo, muchas indagaciones acerca de los enigmas de la vida y del comportamiento huma­no, que preocupan a científicos, religiosos, pensado­res agnósticos y de visión reducida del hombre, serán examinadas a la luz del Espiritismo, obteniéndose entonces la claridad necesaria para su interpretación y solución.

Adilton Pugliese
e-mail: santospugliese@hotmail.com

Revista Internacional de Espiritismo/Brasil Enero 2010.