Parece haber una
equivocada comprensión sobre lo que realmente es la reflexión, la concentración
y la meditación, entre los espíritas.
Para una doctrina cuya finalidad principal es la
de que sus adeptos logren el crecimiento
del Espíritu, a través del la lucha incesante contra las deficiencias de
orden moral, es absolutamente necesario conocer y discernir esas distintas posturas mentales, para
hacer el mejor uso de ellas cuando
y donde sean necesarias.
Reflexión
La reflexión se
caracteriza por la dirección del pensamiento hacia nuestro interior, haciendo
un análisis de conciencia retrospectivo de los actos realizados o por realizar,
sus repercusiones sensoriales en su propio ser y en el de otras personas que con nosotros conviven. Es
característica de los individuos que no “viven” de forma pura y sencilla, sino
de las que enjuician su modo de vivir, que analizan, a veces, metódicamente las
acciones a emprender, su planificación y las consecuencias de eventos ya
ocurridos. El individuo habituado a reflexionar de esta forma es denominada: calculista,
excéntrico, sistemático o
metódico.
Se puede
desprender, de ahí, que no son comunes los que van a la lucha por la vida de
forma reflexionada. La gran
mayoría se deja llevar por el gusto de los reflejos condicionados, de las
respuestas aprendidas en el seno familiar y en la vida cotidiana, a los
diversos estímulos, a las diversas ocurrencias de la vida.
Aún así, estará
correcto lo que refleja el que analiza su conducta diaria, segregando la ”paja
del trigo", pues estará siguiendo la máxima evangélica: "Ayúdate que
el cielo te ayudará".
En la reflexión,
el alma maneja el raciocinio, objetivando la adquisición de conocimientos; es
propia del ser inteligente. Por el
auto-análisis, por el "conócete a ti mismo", estaremos caminando en
dirección a nuestro perfeccionamiento.
Concentración
Es muy común, en
las casas espíritas, en las reuniones públicas o privadas, ser convidados por
el dirigente a concentrarnos para la realización de una oración; muchas veces,
el llamado viene acompañado de una sugerencia para que "dejemos fuera
nuestras dificultades
deficiencias, olvidándonos de nuestros dolores y males”, no sabiendo el
compañero que así indicó que estará impeliendo todas las mentes, justamente, a
aquellos recuerdos. La concentración se caracteriza por centrar de la mente en
"clichés mentales" o "formas-pensamiento" bien definidas,
con exclusividad.
La concentración
puede ser individual o colectiva, si fuera hecha por una persona, aisladamente,
o por un grupo de personas. Puede
además ser negativa o positiva, conforme la naturaleza de las intenciones, de
los sentimientos y de las ideas envueltas. Considerando la extraordinaria
relevancia de la concentración en el desenvolvimiento de los trabajos
espíritas, mayormente los mediúmnicos, es imprescindible el conocimiento de
procesos o procedimientos usualmente utilizados para facilitar la
concentración, aunque no obstante, se reconozca que, teniendo cada Espíritu su
propio historial de vidas —actual y pretéritas — son individualidades diferenciadas, con diferentes
reacciones a estímulos mentales.
Esta es la secuencia de procedimientos para la concentración":
1 – Se escoge un "objeto o "paisaje", o también un mensaje de alto tenor sensorial;
2 – Se retira de la
conciencia todo y cualquier estímulo externo diferente de la selección hecha;
3 – Se mantiene fijada, de modo firme, la conciencia y toda la mente sobre el
"objeto" de la concentración;
4 – Se busca una
visualización lógica y una percepción completa respecto del "objeto";
5 – Se trata de alcanzar lo
que está por detrás del "objeto" o de la
"forma-pensamiento" considerada, o también por la idea por ella
responsable.
El
consagrado científico probó
que energía es materia; como el pensamiento también es energía, se desprende
que pensamiento es materia. De ahí
se puede observar la extraordinaria importancia de la concentración.
Meditación
La meditación es
exactamente la extensión de la concentración; su alcance es conquistado a medida que el individuo consiga concentrarse con mayor eficacia. Meditar es
colocarse en contacto con fuerzas internas, caracterizándose la concentración
por una actitud quieta, atenta y expectante; no intensa, sino calmada, dando atención a las ideas que se
presentan. Hay un contacto sutil y
agradable con las corrientes superiores del saber, propias de las dimensiones
superiores del astral. Jesús decía
que meditar es el estado de oración.
Estados de conciencia
Son conocidos
cuatro estados de conciencia, designados por los niveles: Beta, Alfa, Theta y Delta.
Esos niveles son
determinados por la frecuencia de los impulsos mentales emitidos por nuestro
cerebro. Cuanto más intensa la frecuencia, menor la capacidad conciencial;
cuanto menos intensa, inversamente, mayor será la capacidad.
BETA: es el nivel
de frecuencia mental en que usualmente nos encontramos. Es el estado de vigilia, donde tenemos
el mayor ciclaje cerebral: 21 ciclos por segundo, que puede elevarse a 60 o
más, cuando se este nervioso, excitado, temeroso, ansioso, asustado, tenso o en
pánico.
ALFA: la
frecuencia o ritmo cerebral se sitúa entre 7 y 14 ciclos por segundo. La mente y el cuerpo entran en régimen
de paz, de calma, de ausencia de tensiones, físicas o sensoriales. Se obtiene por la contemplación o
concentración. En Alfa un médium
educado entra en sintonía con los Espíritus de los desencarnados, que, cuando
son superiores, ajustan su propia frecuencia espiritual a ese nivel.
THETA: la
frecuencia (o los ciclos del cerebro) baja a un intervalo entre 4 y 7 impulsos
por segundo. Aunque la mente esté consciente, hay una enorme proximidad del
sueño.
DELTA: es el ritmo
cerebral del sueño: entre 0.5 y 4 ciclos por segundo. La mente no consigue actuar a nivel consciente. El periespíritu, en ese nivel, puede
desprenderse y convivir con los Espíritus desencarnados, recibiendo de ellos
influencia, positiva o negativa, conforme la evolución del alma.
Resumen
La reflexión
ocurre en Beta.
La concentración
en Alfa y, con mayor intensidad, también en Theta.
La meditación
ocurre más frecuentemente en Theta y eventualmente en Delta.
Nos compete a los
espíritas, profundizar en esos conocimientos, para una mayor proficiencia de
los trabajos mediúmnicos y una mejor comprensión de los procesos utilizables
para el intercambio mediúmnico, con vista a la búsqueda de nuestro mejoramiento
espiritual.