Cuando
en 1854, Hipólito León Denizard Rivail (Kardec) toma contacto con
el fenómeno llamado "mesas parlantes", se produce el
encuentro entre una ciencia –que no sabía aún que lo era– y un
hombre honesto, conocedor del método científico de investigación,
con una sólida trayectoria en la docencia y un reconocido prestigio
como pedagogo. Es Kardec quien evita que la futura Doctrina Espirita
siga siendo un simple entretenimiento de salón, para llegar a ser un
Conocimiento Científico de bases universales.
Para
ello crea un método de trabajo que permite usar la mediumnidad para
estudiar el mundo espiritual, las Leyes que lo rigen y rigen la
evolución, y los mecanismos que se ponen en funcionamiento para
establecer el contacto inteligente entre ambos universos, e impulsar
conscientemente el progreso del espíritu.
Así,
fruto de sus profundos y metódicos estudios y análisis, y de ser
capaz de descubrir las causas detrás de los hechos, aparece el 18 de
abril de 1857 por primera vez, "El libro de los Espíritus"
estructurado en base a una lista minuciosamente elaborada de
preguntas que Kardec formulara a los espíritus, a través de
diferentes médiums.
“El
Libro de los Espíritus" contiene sin lugar a dudas, los
fundamentos del Espiritismo, (etimológicamente, espiritismo
significa: sistema para el estudio del espíritu), pues todo lo que
se escribió y se investigó luego sobre el tema, tiene como punto de
partida esta obra eminentemente evolucionista.
Kardec
lo define así: El Espiritismo es la ciencia que trata la
naturaleza, origen y destino de los espíritus y sus relaciones con
el mundo corporal. Y le dio carácter científico, porque en general
una ciencia tiene un campo de investigación específico, propio,
métodos de estudio, y experiencias a analizar que deben poder
repetirse. El campo de estudio es el espíritu encarnado y
desencarnado; la metodología: el uso controlado de la mediumnidad;
la experiencia repetible: la comunicación con el mundo espiritual.
Además
decía: “Al espírita se lo conocerá por su transformación
moral", transformación que hace al conocimiento de sí mismo,
base y objetivo de una Doctrina, que brinda al ser los elementos
necesarios para reconocerse fehacientemente espíritu inmortal,
trascendente y responsable de sus sentimientos, pensamientos y
acciones.
Kardec
trabajó con método, seriedad, con constancia, sin más brújula que
su juicio crítico y fino sentido analítico, todo lo cual le
posibilitó confeccionar un libro sólido en cuanto a conceptos y
profundo en cuanto a contenidos, sin dejarse atrapar por engaños,
falsos prejuicios, adulaciones o vanidades personales, haciéndolo
accesible a todo ser que anhele la evolución.
Un
espíritu superior manifiesta: El conocimiento espírita está
basado en la comunicación mediúmnica con los seres desencarnados.
Ésta es la mayor revelación en la vida del hombre, su mayor
esperanza y su mayor consuelo. Ello sintetiza la vida inmortal y la
indestructibilidad espiritual.
Y
por ser El Libro de los Espíritus la piedra fundamental donde se
asienta la Filosofía, la Ciencia y la Moral Espirita, quisiéramos
hacer a 151 años de su aparición, algunas consideraciones.
Son
consideraciones, no una crítica a su contenido que es valiosísimo,
sino fundamentalmente una valoración retrospectiva, de una obra
literaria que contiene un saber inédito en cuanto a contendido
temático, organizado sobre un mundo inexplorado: el mundo del
espíritu.
Valoración
que inevitablemente debe incluir una visión más acorde a la
mentalidad del hombre del siglo XXI, una actualización de ciertos
conceptos y/o términos, a la luz del mayor conocimiento que sobre
Espiritismo y ciencia tenemos hoy día, propiciando una lectura que
no se apegue a la letra, sino que capte, que interprete la idea, el
conocimiento que en él se plasmó, que es lo verdaderamente
trascendente, profundo y muchas veces revelador del mismo.
Estas
consideraciones serán en base a dos variables: una, el contexto
histórico en el que vivió Kardec, la época en que fue escrito el
libro y otra, el empleo de la mediumnidad.
Con
respecto al contexto histórico, nos estaríamos refiriendo tanto a
las limitaciones de su propio saber, a la ausencia aun de los
conocimientos que disfrutamos hoy día,como al ambiente
socio-cultural imperante y al incipiente desarrollo de una doctrina,
cuyas bases se estaban aún elaborando.
Es
decir, Kardec sólo podía interrogar acerca de los conocimientos que
él en ese momento evolutivo poseía,con las palabras propias de la
época y del médium con que trabajaba. Era un investigador, pero con
las limitaciones del momento histórico que le tocó vivir, como le
ocurre a todos los seres humanos.
Aun
así fue quien abrió el camino, que es lo más difícil, impulsando
el estudio científico de la mediumnidad por muchas mentes lúcidas
de su tiempo, promoviendo una intensa etapa de investigación como no
se recuerda en la historia de la humanidad.
Al
revisar esta obra, a modo de ejemplo, encuentro que la palabra
castigo se repite numerosas veces. Actualmente considero que no es la
más adecuada, Al revisar esta obra, a modo de ejemplo, encuentro que
la palabra castigo se repite numerosas veces. Actualmente considero
que no es la más adecuada, porque se contradice con la misericordia
y el amor de Dios y sus Leyes, que propician el progreso de los
espíritus, no el castigo de sus acciones.
Ni
Dios ni sus Leyes castigan, sino que a través de las vidas
sucesivas, brindan tiempo y oportunidades a todos los seres, para que
aprendan a desarrollarse, por lo que podríamos reemplazar este
término por aprendizaje existencial o pruebas a atravesar, sin que
cambie el sentido del texto.
Notamos
también en algunas respuestas, ciertos rasgos de religiosidad. Pero
entiendo que son influencias culturales de la época, que ni Kardec,
ni los médiums, ni siquiera los espíritus comunicantes, pudieron
soslayar. Por eso nos encontramos con firmas como la de San Luis,
San Agustín, Pablo Apóstol y otras.
No
cuestiono el texto mediúmnico, sino que pienso que esos espíritus
también han evolucionado, y no deberían firmar en la presente obra
como santos, pues esa designación le corresponde a la religión
católica, y nosotros no compartimos esa jerarquía eclesiástica.
Por
otra parte, es sabido que no hace falta una firma identificatoria
para valorar un mensaje, si éste encierra una verdad analizada con
juicio criterioso.
Ésta
es una dificultad que tenemos muchos seres humanos. A veces nos
apegamos a los nombres y nos parece que es más importante si firma
por ejemplo “San Pablo” que si firma “Espíritu de Luz”.
Quizá
nos falte amplitud para la evaluación de los mensajes espirituales
desde una óptica más objetiva y racional, y apreciar el texto, sin
quedar anclados en el nombre, porque así “congelamos” o fijamos
en una sola existencia la imagen que tenemos del espíritu que se
comunica, y olvidamos que es un ser en evolución que pasó por
diversas encarnaciones para llegar a ese nivel evolutivo y sobre
todo, que su proceso de progreso continúa.
Con
respecto a la mediumnidad, es un fenómeno que existió en toda la
historia de la humanidad. Pero fue Kardec quien creó y organizó un
método de investigación para su uso inteligente, con las
restricciones propias de un conocimiento que se estaba gestando, pero
serio, ordenado y sistemático.
No
podemos dejar de reconocer, que los espíritus pueden dar información
acorde al grado de desarrollo de la mediumnidad por la que se
comunican, y que no pueden en la mayoría de los casos, utilizar
palabras o expresiones que le son ajenas al médium. Debe haber un
mínimo de coherencia entre el espíritu comunicante, el médium y el
conocimiento que se está brindando para favorecer la fidelidad del
mismo.
Es
innegable el peso que tiene en una manifestación, la personalidad,
la condición cultural, los preconceptos y/o prejuicios de los
médiumns, ya que favorecen o limitan –aun actualmente– la
recepción de conocimientos. Por ello, creo que uno de los mayores
obstáculos que tuvo que salvar Kardec, fue justamente el uso de los
médiums, su manejo y empleo, pues sabemos cómo esto influye, en la
mayor o menor fluidez y fidelidad de las respuestas, así como en
la calidad de los espíritus comunicantes.
Por
eso, en muchas de las respuestas dadas por los espíritus a Kardec,
sin dejar de reconocer la parte de certeza que tienen, lo que hoy
llamamos información monitora, deberíamos hacer una lectura más
profunda y universal
.
Veamos
un ejemplo: En la pág. 77 (tema Dios) Pta. 9 ¿En qué se conoce, en
la causa primera, una inteligencia suprema, superior a todas las
demás?
Rta:
Tenéis un proverbio que expresa: "Por la obra se conoce a su
autor...” El orgullo es el que engendra la incredulidad... ¡Pobre
ser a quien puede abatir un soplo de Diosl.
Esta
expresión ¡Pobre ser a quien puede abatir un soplo de Dios!, no
concuerda con la primera parte de la respuesta, ni con el lenguaje de
un espíritu elevado, porque sabemos que los espíritus somos
inmortales por más tendencias erróneas o conductas equivocadas que
ejerzamos. ¿Un giro mediúmnico fervoroso, una interferencia deseosa
de ratificar la superioridad de Dios?... Lo valioso es la primera
parte del mensaje.
Esto
por mencionar sólo algunos ejemplos. Otros, los podrá ir
descubriendo el ojo analítico del lector.
Deberíamos
recordar además, que las traducciones tienen sus errores y hay citas
que no siempre respetan el espíritu con que han sido escritas
originalmente.
Pero
en la amplia mayoría de los temas, pudo superar y de hecho superó
sus propias limitaciones y las de la época. Un ejemplo lo tenemos en
la primera pregunta del libro: Qué es Dios, despersonalizando por
completo al Creador, cuando tanto en América como en
Europa, las religiones nos decían quien era Dios. Este ejemplo de
abstracción profundo nos pone de manifiesto lo trascendente de su
obra.
Me
pregunto: ¿Pierde su valor este libro por las consideraciones que
hemos hecho? NO. Su contenido,sus conceptos,sus enseñanzas, están
incólumes y muchas son aún, de avanzada. Nos toca a esta generación
ser capaces de continuar la obra con la misma constancia, método y
rigor científico con que lo hizo Kardec.
Es
más, podríamos decir que la Doctrina Espirita con “El Libro de
los Espíritus" a la vanguardia, representa un Paradigma
Filosófico, Científico y Moral para enfocar la vida y la
evolución desde una postura pluralista, evolutiva, generosa y
consciente.
María Alicia Vercesi de Dubrich
Publicado en IDEALISMO (2008) en el 80 Aniversario
de la Sociedad Espiritismo Verdadero.
Muy cierto y correcto lo diccho en tan clara exposición. Yo entiendo que hay expresiones en la codificación que cumplieron su objetivo al presentarse a la sociedad del siglo XIX pero que dicho lenguaje no tiene vigencia al presente. Para lograr la atención del ser humano moderno es preciso utilizar el lenguaje de este tiempo.
ResponderEliminarJorge(Yadiro):
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con mi amigo, Laudelino. Como joven adulto, estudiante del Espirtismo, entiendo que el lenguaje espirita utilizado en esta epoca, siglo, debe estar acorde con el
estudio en el cual nos encontramos en estos tiempos presentes osea modernos.