sábado, 7 de abril de 2012

POR EFECTO DE LA CORROSIÓN MORAL

Es por lo menos excepcional, lo que ha ocurrido recientemente, cuando el capitán Francesco Schettino, comandante de la nave Costa Concordia, naufragado entre los rocas de la isla de Giglio, Italia, dejó abandonadas cuatro mil vidas a bordo. La intervención imperativa del Capitán Gregorio de Falco, de la Capitanía de los Puertos de Livorno, culminó por hacer de Falco un héroe nacional y ciertamente debe estar golpeando la conciencia del cobarde Schettino.

Sin embargo, Falco cumplió simplemente con su deber. Por eso, Raffaela, su esposa, abdicó el título de “Héroe” del esposo. Por serle preocupante que personas como su marido, que simplemente cumplen con su deber todos los días, se tornen de súbito en héroes en ese país.

No debemos reivindicar pedestales en los panteones terrenos por ejecutar bien aquello que es nuestra obligación hacer. ¿Qué podríamos esperar de los médicos servidores de los hospitales públicos si no otra cosa que estén en sus puestos y traten a los pacientes con dignidad? De los funcionarios públicos, se espera que no sean corruptos en sus funciones. De los senadores, diputados, concejales, gobernadores, alcaldes, que trabajen en nombre de la población.

Según las estadísticas oficiales, Brasil es uno de los países mundialmente campeón en corrupción, haciendo asociación a determinados y diminutos países africanos. ¿Qué tipo de cabeza descome-dida y estúpida está en la base de la deficiencia de carácter capaz de olvidar todos los escrúpulos para con la conciencia y arrojándose con tanto acierto en la tesorería del Estado? Urge sacralizar el bien público, pues todos nosotros somos responsables por el. Si así lo hiciéramos, no hay por qué alarmarnos. “Asombroso, como dice Raffaella, es llegar al punto de tratar lo correcto como excep-cional, como si la regla prevaricar, omitir, corromper, no hacer.”

Es urgente la invalidación del padrón de la improbidad. Es imperiosa la quiebra de valores invertidos, con el baño de ética, con la recuperación de la honestidad. No solo con los hombres públicos, porque la corrupción es una calle de único sentido. Quien se corrompe no se pervierte solo, sino a través de alguien. Son muchos los caminos que están muy contaminados en todos lugares, en los partidos políticos, en la sociedad como un todo, que precisan, verdaderamente, ser desemba­razados o recuperados.

La filosofía al "estilo brasileño”, o llevar ventaja con respecto de todo y de todos, se irrumpe como un designio institucionalizado, que se potencializa y se generaliza en el contexto de la organización social. No soy el primero, el único o el último en divulgar ese cortejo de vicios, con todo la prensa, frecuentemente, anuncia y expone tales hechos, francamente abominables y con gran repercusión negativa.

Con los escándalos divulgados por la prensa, se constata un giro cada vez mayor e inquietante de la administración pública con las actividades delictuosas, mediante un sistemático proceso de presiones, chantajes, tráfico de influencias, intimidaciones, corrupciones, con la práctica del soborno y de la propina, entre otras tramoyas morales insondables.

Hay descomposición moral en la política, en la policía, en la justicia, en la administración pública, en la educación, en las diversiones públicas, en la familia, en la economía, en el ámbito del “Derecho”, en los medicamentos, en los discursos/argumentos seudo científicos, en las instituciones religiosas. Si quisiéramos vivir un escenario social armónico, debemos empeñarnos para promover una refor-ma ética generalizada. Es imprescindible la adopción de nuevos hábitos. Basta procurar llevar ven-taja, dar un “hazte a un lado” en las mentiras, en los fraudes y en la evasión de impuestos. Que se establezcan los valores de la Ética Socia Espírita y que se revitalice el mundo de la honestidad.
“La violencia urbana es reflejo natural de los que administran los gabinetes lujosos y desvían los va-lores que pertenecen al pueblo; la impunidad ensombrece la Justicia e instiga nuevos desmanes. La masa, en general, se esparce en los personajes eminentes de la vida pública y procura, en las reso-nancias en el comportamiento de estos, a las propias justificativas para sus deslices deliberados.

En la condición de estudiosos de la Ciencia Espírita sabemos que, para la concepción de una “República Ética”, será necesaria una renovación mental y comportamental, ya en curso por fuerza de las circunstancias, más que puede ser acelerada por la diseminación de los saberes que valorizan la honestidad, la dignidad de la vida humana, la naturaleza y principalmente nuestra realidad espiritual.En cuanto a los pervertidos morales, solo carecen de inspirar nuestra más intensa conmiseración. Ciertamente no tienen plena conciencia del equívoco que cometen. Si supiesen de las consecuencias, aunque con la oportunidad de escapar de la justicia terrena (obviamente no tendrán análoga suerte en analogía a la Justicia divina) actuarán de forma inversa. Hasta porque, invariablemente, en la actual o en la próxima encarnación, y notadamente en el intervalo entre las existencias físicas, (erraticidad), enfrentarán las arduas consecuencias de sus actos delincuentes.

Jorge Hessen
http://jorgehessen.net