martes, 27 de mayo de 2014

BRUNO Y GALILEO


La ciencia, tal como se practica en la actualidad, no es capaz de tratar de la conciencia, experiencia, valores, ética, ni de nada referente a la calidad. Esto se debe a algo que ocurrió en la conciencia europea en la época de Galileo y de Giordano Bruno. Ellos representan el epítome de dos paradigmas: Bruno, que fue torturado y quemado en la hoguera católica por afirmar que había infinidad de mundos, y Galileo, según quien el método científico consistía en estudiar el mundo como si la conciencia no existiera ni hubiera seres vivientes en este. Galileo afirmó (para salvar su vida) que sólo los fenómenos cuantificables eran admisibles en el dominio de la ciencia. Según él, “todo lo que no pueda ser medido y cuantificado no es científico”. En la ciencia posgalileana eso se ha convertido en “lo que no puede ser cuantificado, no es real”. 

Esto ha significado una profunda corrupción del punto de vista griego de la naturaleza como “física”, que es algo vivo, en transformación permanente y no desvinculado de nosotros. El programa de Galileo ofrece un mundo muerto porque prescinde de la vista, el oído, el gusto, el tacto, y el olfato. Desde entonces se ha prescindido también de la estética y de la sensibilidad ética, de los valores, la calidad, la conciencia y el espíritu. 

La experiencia personal como tal, ha sido desechada del discurso científico. Casi nada ha cambiado tanto el mundo en los últimos cuatrocientos años como el audaz programa de Galileo. Hubo que destruir el mundo en teoría antes de poder destruirlo en la práctica.

Hoy hay muchos que pretenden dar un primer paso para cambiar la ciencia actual, de tal modo que las consideraciones mencionadas pudiesen ser incorporadas en el marco científico del futuro. Ese paso parece consistir en cambiar el enfoque mecanicista y fragmentario de la ciencia clásica por un paradigma holístico, en el que el énfasis principal se concentre en el ser vivo y las relaciones con el entorno y no en las entidades independientes a las relaciones.

Fritjof Capra, en Sabiduría Insólita

lunes, 26 de mayo de 2014

CONQUISTAS Y RESPONSABILIDADES



Por Adolfo Bezerra de Menezes (Espíritu)

Hijos del alma:

Que Jesús, el Amigo Incomparable de nuestras vidas, nos bendiga.

Después de la victoria de Constantino en el puente Milvio sobre el Tíber, en los alrededores de Roma, inspirado –aseveró– por el psiquismo de Jesús, el Cristianismo naciente iniciaba una página diferente. Es por eso que el día 13 de junio de aquel año 313, en Milán, el emperador abrió las puertas del imperio romano para la tolerancia al mensaje de Jesús. La gran victoria de los mártires alcanzaba la condición de libertad, sin embargo, se puede señalar que, en ese momento, también se iniciaban las grandes dificultades para la vivencia del Evangelio pulcro del incomparable amigo de los sufridores.

Lentamente, la doctrina de los perseguidos se convirtió en la política ingrata de los perseguidores. 

Los viejos santuarios dedicados a los dioses se embellecían para convertirse en catedrales, en homenaje a aquel que no tenía ni una piedra para reclinar la cabeza, aunque las aves del cielo tuvieran sus nidos y las fieras sus madrigueras.

A continuación, la doctrina de amor se unió al poder temporal de la arbitraria política terrestre, sentándose en el trono de los gobernantes insensatos y perversos.

Luego surgieron las disensiones asfixiadas a hierro y fuego, consideradas herejías que deberían ser calladas a cualquier precio, que culminan con la herejía condenada por Justiniano en el segundo Concilio Ecuménico de Constantinopla, en 553, al considerar las doctrinas de Orígenes como de naturaleza herética, así amordazó, en su locura, el mensaje de los renacimientos, que demuestra la divina justicia.

Posteriormente, vinieron las lamentables Cruzadas coronadas por la hediondez del Santo Oficio, de la Inquisición y de la terrible tiniebla que dominó el pensamiento terrestre.

Con Martín Lutero renació la esperanza del Evangelio revelado, sin la imposición teológica de sus intérpretes apasionados y fanáticos. Era el primer gran paso para que llegase el Espiritismo y rompiese el silencio aparente de las sepulturas, que propició que los inmortales cantasen el himno glorioso de la perpetuidad de la vida, exaltando el amor, la caridad e intentando restaurar la belleza inconfundible de las palabras de Jesús.

No faltaron persecuciones y escarnios, cárceles y las hogueras de la maldad, para que hoy los espíritas de gran parte del mundo puedan cantar la libertad que han conquistado, paso a paso, con lágrimas, con dolores mortificantes frente a las incomprensiones indescriptibles, al testimoniar la excelencia de la fe.

Por cierto, hijos amados, muchos de vosotros pertenecisteis a aquel grupo que, al lado de Constantino, abrió la puerta de la tolerancia a Jesús en el imperio romano.

Conseguís, en este momento, repetir la gran hazaña del Evangelio, en su visión libertadora, gracias al Espiritismo, que es tolerado en diferentes partes del orbe. Sin embargo, si esto significa victoria, como sin duda lo es, también representa un gran peligro que puede transformarse en dominación de conciencias, en actitudes arbitrarias, en gobernabilidad engañadora.

¡Estad Atentos! Manteneos unidos, unificados al ideal de la verdad. Conservaos enlazados y fieles a la Codificación, que es el pilar básico sobre el cual erguiréis el templo de la fraternidad universal.

Mantened la tolerancia sin conservar la connivencia.

Trabajad por la divulgación de la verdad, sin estar sujetos a los intereses de las victorias del mundo. 

Sed solidarios a todo y a todos, sin aceptar las imposiciones del error, del crimen, del disfraz, negando la presencia de Jesús en vuestra conducta.

Estamos construyendo para el futuro.

Aquellos que os precedimos, volviéndonos espíritus espíritas, caminamos con vosotros en este difícil ministerio.

No ignoramos las dificultades que os señalan la marcha, percibimos las interferencias infelices del pasado personal y de los enemigos del bien. Sin embargo, no os olvidéis de la vigilancia, ni de la oración.

Cristo vela y comanda la barca terrestre, en la condición de Nauta sublime, y cuenta con vosotros como colaboradores, para que el mensaje de amor y paz, de sabiduría y de liberación, no sea confundido con los oropeles mentirosos del mundo, ni con las jactancias que se diluyen al sol de la verdad con la alegría del amanecer...

Las victorias logradas constituyen responsabilidades mayores.

Cada paso dado amplía las fronteras del servicio, exigiéndoos más dedicación y
sacrificio.

¡Uníos, amáos, ayudáos!

Estos días de luz señalan la Era de la perenne claridad para todo el mundo.

Id, pues, amigos del alma, hijos del corazón, llevando a Jesús al mundo y siendo felices aunque seáis incomprendidos, calumniados o sufridos, porque el reino aún no es de este mundo y para conquistarlo es necesario que venzáis al mundo y sus pasiones.

Este es nuestro mensaje en nombre de los mentores de las diferentes patrias aquí reunidas, utilizando al humildísimo servidor paternal y amigo de siempre,

Bezerra

{{{ Mensaje psicofónico recibida por el médium
Divaldo Pereira Franco, durante la 12ª Reunión del
Consejo Espírita Internacional, en Cartagena de Indias,
Colombia, el 14 de octubre de 2007, después del cierre
del 5 O Congreso Espírita Mundial  }}}

MI AMIGO EL ESPÍRITA


 Carlos Drumond de Andrade

En de fin de semana de placer, en el final de enero, para huir de un carnaval fuera de época, que tumultúa el tránsito de nuestra ciudad, además del barullo insoportable en horario no permitido, fuimos a Salgadiño, en el Estado de Pernambuco, un minúsculo municipio, donde una agua mineral vierte a más de 30º C de temperatura. Por sus propie­dades medicinales, muchas personas con problemas de reumatismo, derrame cerebral, alergias, etc., van allí en busca del baño curativo.

A falta de programa, además de las piscinas, no había otra cosa  que el chismorreo o las conversaciones al respecto de nada. Pero al final, mucha conversación buena aconteció. Se habló de la vida, de literatura, de religión y de la lluvia, la cual no faltó  por aquellos ideas. Como los políti­cos no cuidan de la transposición de las aguas del río San Francisco para las regiones de sequía, se propuso de Dios resolvieron soplar las nubes de la Patagonia empujándolas para el Brasil, haciendo llover en el país entero. ¡Quien sabe, si bajo el comando del propio San Francisco!

Entre las conversas, hablé con un pernambucano de 77 años, médico y militar reformado, que presentaba leves señas de AVC, lo que podía ser visto por la boca ligeramente torcida, aunque se veía físicamente bien. Preguntó se yo era espírita. Ignoré el motivo de la pregunta y tampoco  tuve interés en saberlo.

Delante de mi respuesta afirmativa, se confesó que había sido espírita y que aplicaba pases y fungía de monitor en un Centro en Recife. Pero había desistido, pues nunca había aceptado esa historia de la reencar­nación y, menos aún, la comunicación de los espíritus por la acción de los médiums. Si los espíritus realmente “bajaban”, ¿por qué nunca “bajaron” en él?, fue su conclusión.

Oí por algún tiempo sus afirmaciones. Citó pasajes del Evangelio de Jesús y disparó “Muchos serán los llamados y pocos los escogidos.” ¿Por qué yo no fui un escogido?

Tras oírlo desafiar el Nuevo Testamento en diferentes fascículos y versí­culos, le pregunté: ¿Mas Jesús no dijo a Tomás “tu viste y no creíste; bien-aventurados los que no vieron y creyeran?”

Cuando me fue dada la oportunidad de argumentar, sin la intención de proselitismo ni la de recuperar para el rebaño espírita la oveja descarriada, completé: — Mi amigo, yo no soy espírita porque soy médium con alguna tarea definida, ni porque vea, escuche o sienta la presencia de los espíritus. No creo en la reencarnación porque tuve pruebas. Creo en la reencarnación no por fe, mas por buen sentido. Es así la fe espírita. Se fundamenta en el raciocinio. Para que yo respete a Dios como la infinita misericordia, el Creador soberanamente justo y bueno, yo no puedo admitir una humani­dad tan heterogénea sin que haya una justa razón para que así sea. Por lógica, no acepto que uno sea creado ángel y otro perverso. Sería una parcialidad que no combina con Dios. Defiendo, inclusive, que Judas Iscariote no reencarnó para traicionar a Jesús. Lo traicionó porque quiso, resultado de su libre-albedrío ligado a la ganancia.

Le digo más: Hay un joven que trabaja en nuestro predio comercial, un evangélico de la Asamblea de Dios. En cada momento de descanso él está de Biblia en mano. Es un bello cristiano, honesto y trabajador. A veces él me hace preguntas, porque la doctrina de la salvación por la fe y por la sangre de Jesús está desprovista de lógica. No resiste al menor examen a la luz del buen sentido.

Cierta vez él argumentó: “Pero si es como el señor dice que existe reencarnación para sufrir y pagar por los errores, ¿qué adelantó que Jesús muriera por nosotros?”

Explicamos al joven que no reencarnamos para pagar nada, ni para sufrir por los errores cometidos. Renacemos para aprender lo que no quisimos o no pudimos, por faltarnos entendimiento en las encarnaciones anteriores. Muchas veces la experiencia llega a doler. Mas no porque Dios imponga el dolor. Duele porque el hombre continúa sin condiciones de aceptar la necesidad del aprendizaje. Se guía por el orgullo y el dolor es el resultado de su inconformidad, lo que denota su falta de fe.

En cuanto a Jesús haber muerto por nosotros, no es verdad. Jesús nos ofreció su vida, no su muerte. Dejó las altas esferas donde vivía y vive por méritos propios, para sumergirse en este valle de lágrimas trayéndonos Sus lecciones de amor. Enseñó reglas de buen vivir, para que fuésemos felices. Vino para vivir entre nosotros, no para morir. Nosotros fuimos lo que, ingratos como siempre fuimos y aún somos, matamos a Jesús, sin piedad. Mandamos al Mesías manso y bueno para la cruz y liberamos al malhechor Barrabás. Había el indulto de la Pascua y el tribunal ofreció al pueblo el derecho de liberar uno de los condenados. El pueblo, que siempre escoge mal, dio la libertad al bandido y condenó a muerte al ser más amoroso que el planeta conoció.

El paso de Jesús por la Tierra no debería ser recordado por el cruel suplicio de la cruz, mas por las parábolas, por las enseñanzas dadas por diferentes medios, por Su ejemplo personal de amor por los hombres, soportando los enfermos del  alma, los imperfectos, los de conciencia pesada, diciendo que los dolientes son los  que precisaban de los médicos. No juzgó y decía que el que juzga será juzgado con el mismo rigor que juzga. Fueron lecciones mucho más importantes que las curas que realizó. Él no vino para curar los cuerpos, sino las almas.

Paulo de Tarso, al hablar de la salvación por la fe, diciendo que fuimos salvos por la sangre de Jesús, fue mal interpretado, o se expreso equivo­cadamente, y las doctrinas que lo siguen ciegamente divulgan que ya estamos todos con el paraíso garantizado. ¿Por qué alguien se va a esforzar para ser bueno, honesto, trabajador si, a pesar de sus fallas, ya está salvo? ¡Es un sacrificio innecesario!

Aquel señor que encontramos en Salgadillo confesó que prefirió dejar el Espiritismo a engañarse a sí mismo. Si en su corazón la doctrina no tenía sentido, era mejor dejarla. Concordamos con la coherencia de su racio­cinio. La preocupación, sin embargo, es como alguien en esas condicio­nes llegó a ser pasista y monitor en reuniones de desobsesión. ¡Qué poca preparación tenía el dirigente de los trabajos para aceptar un colaborador como ese! ¡Cuántos otros espíritas existen en esas condiciones!

Por eso, siempre enfatizamos que lo más importante dentro de un Centro Espírita es el estudio. Sin éste de nada adelantan los pases, las curas, las charlas, porque nada edifican. Cuantos trabajos son hechos por personas que “creen” que son espíritas. Encuentran que Kardec tiene razón, que es posible que existan los espíritus, que la reencarnación es viable, entre muchas otras cosas que ellos creen.

Allán Kardec, seguidor del catolicismo, sólo decidió codificar y divulgar el Espiritismo después que, orientado por su buen sentido, concluyó que se trataba de una doctrina seria, lógica y verdadera. Nadie puede ser espírita basado en la insensatez y en la duda.

sábado, 10 de mayo de 2014

CARTA DEL DR. MORÉHRY; REV. ESP. 1859-VI


REVISTA ESPIRITA – Correspondencia – Carta del Dr. Morhéry, págs. 50-52.
          
Loudéac, 20 de diciembre de 1858.

Sr. Allan Kardec,

Me congratulo por haberme puesto en contacto con vos para el género de estudio al cual nos entregamos mutuamente. Hace más de veinte años que me ocupo de una obra que debería intitularse: Estudio sobre los Gérmenes. Esta obra debía ser especialmente fisiológica; sin embargo, mi intención era demostrar la insuficiencia del sistema de Bichat, que no admite sino la vida orgánica y la vida de relación. Yo quería probar que existe un tercer modo de existencia que sobrevive a los otros dos, en estado no orgánico. Este tercer modo no es otro que el de la vida anímica o espírita, como la llamáis. En una palabra, es el germen primitivo que engendra a los dos otros modos de existencia: el orgánico y el de relación. También quería demostrar que los gérmenes son de naturaleza fluídica, biodinámicos, que se atraen, que son indestructibles, autógenos y en número definido, ya sea en nuestro planeta como en todos los medios circunscritos. Cuando apareció Terre et Ciel, de Jean Reynaud, fui obligado a modificar mis convicciones. Reconocí que mi sistema era demasiado limitado, y admití con él que los astros, por el intercambio de electricidad que pueden establecer recíprocamente, deben necesariamente –por esas diversas corrientes eléctricas– favorecer la transmigración de los gérmenes o Espíritus de la misma naturaleza fluídica.

Cuando se habló de las mesas giratorias, en seguida me entregué a esta práctica y conseguí resultados tales que no tuve más ninguna duda sobre esas manifestaciones. Luego comprendí que había llegado el momento en que el mundo invisible iba a volverse visible y tangible y que, desde entonces, marchábamos hacia una revolución sin precedentes en las Ciencias y en la Filosofía. Sin embargo, yo estaba lejos de esperar que un periódico espírita pudiera establecerse tan rápido y mantenerse en Francia. Hoy, Sr., gracias a vuestra perseverancia, es un hecho adquirido, y este hecho es de un gran alcance. Estoy lejos de creer que las dificultades estén vencidas; encontraréis bastantes obstáculos y sufriréis muchas injurias, pero al final de cuentas, la verdad se abrirá Textos extraídos de las Obras de Allan Kardec paso; se llegará a reconocer la exactitud de la observación de nuestro célebre profesor Gay-Lussac, que nos decía en su Curso, con respecto a los cuerpos imponderables e invisibles, que estas expresiones eran inexactas, y que solamente constataban nuestra impotencia en el estado actual de la Ciencia; agregó que sería más lógico llamarlos no ponderosos. Sucede lo mismo con la visibilidad y la tangibilidad; lo que no es visible para uno, lo es para otro, incluso a simple vista, como por ejemplo: los sensitivos; en fin, la audición, el olfato y el gusto –que no son más que modificaciones de la propiedad tangible– son nulos en el hombre en comparación con los del perro, con los del águila y con los de diversos animales. Por lo tanto, nada hay de absoluto en esas propiedades que se multiplican según los organismos. Nada hay de invisible, de intangible, de imponderable: todo puede ser visto, tocado o pesado cuando nuestros órganos – que son nuestros primeros y más preciosos instrumentos – se vuelvan más sutiles.

A tantas experiencias a las que ya habéis recurrido para constatar nuestro tercer modo de existencia (la vida espírita), os pido que agreguéis la siguiente: tened a bien magnetizar a un ciego de nacimiento, y en el estado sonambúlico dirigidle una serie de preguntas sobre las formas y los colores. Si el sensitivo es lúcido, os probará de una manera perentoria que sobre esas cosas tiene conocimientos que sólo podría haber
adquirido en una o en varias existencias anteriores.

Termino, Sr., rogando que aceptéis mis más sinceras felicitaciones por el género de estudios al cual os consagráis. Como nunca he tenido miedo de manifestar mis opiniones, podéis incluir mi carta en vuestra Revista, si así lo juzgáis de utilidad.

Vuestro servidor muy devoto,
MORHÉRY, Doctor en Medicina.

Nota – Nos sentimos muy felices con la autorización que el Dr. Morhéry consintió en darnos para publicar su notable carta que acabamos de leer. La misma prueba que, al lado del hombre de Ciencia, en él existe el hombre juicioso que ve algo más allá de nuestras sensaciones y que sabe hacer el sacrificio de sus opiniones personales en presencia de la evidencia. En él la convicción no es una fe ciega, sino razonada; es la deducción lógica del sabio que no cree saberlo todo.

sábado, 3 de mayo de 2014

LA RAZÓN DE SER DEL ESPIRITISMO

Por Víctor Hugo (espíritu)


Cuando el oscurantismo de la fe dominaba las mentes, llevándolas al fanatismo desestructurador de la dignidad y del comportamiento; cuando a cultura, enloquecida por sus conquistas en el campo de la ciencia de laboratorio, proclamaba a desnecesidad de cualquier preocupación con Dios y con el alma, en fase à fragilidad con que se presentaban en el proscenio del mundo; cuando la filosofía divagaba por las múltiples escuelas de pensamiento, cada cual más arrebatadora e irresponsable, inculcándose como portadora de la verdad que libera el ser humano de todos los atavismos y limitaciones; cuando el arte rompía los lazos con lo clásico, lo romántico y la belleza convencional, para expresarse en formulaciones modernistas, impresionistas, abstraccionistas, traduciendo, ora a angustia de la su generación remaneciente de los atavismos y limitaciones del pasado, ora la ansiedad por diferentes paradigmas de afirmación de la realidad; cuando se tornaban necesarios diversos comportamientos sociales y políticos para amenizar la desgracia moral y económica que avasallaba la Humanidad; cuando la religión perdía el control sobre las conciencias e intentaba rearticularse para proseguir con los métodos medievales ultramontanos e insoportables; cuando las luces y las sombras se alternaban en la civilización, surgió el Espiritismo con su razón de ser para promover el hombre y la mujer, la vida y la inmortalidad, el amor y el bien a niveles antes jamás alcanzados.

Realizando una revolución silenciosa como pocas jamás ocurridas en la Historia, tornóse poderosa palanca para el surgimiento del ser humano, retirándolo del caos del materialismo a que se arrojara o fuera lanzado sin la menor consideración, para que adquiriese la dignidad ética y cultural, fundamentada en la identificación de los valores morales, indispensable para la identificación de los objetivos esenciales e insuperables de la paz interna y de la conciencia de sí mismo durante el transito corporal.

Después, en el College de France, proclamando que Jesús era un hombre incomparable, en su memorable discurso, el académico e inmortal Ernesto Renán confirmaba, a su turno, aunque sin contacto alguno con la Doctrina naciente, la humanidad del Rabi galileo, rompiendo la tradición dogmática del Hombre Dios o del ancestral Dios hecho hombre.

Bajo la acción del cincel inexorable de las informaciones de más allá del túmulo, el decantado reposo o punición eterna, el arbitrario juicio más punitivo que justiciero, cedían lugar a la conciencia de la vida exuberante que prosigue a la muerte afora imponiendo a cada cual la responsabilidad por la conducta mantenida durante la trayectoria cerrada.

Las narraciones de la sobrevivencia tocadas por la legitimidad de los hechos fundamentadas en la lógica de la indestructibilidad del ser espiritual, daban colorido diferente  a los paisajes de la Eternidad, diluyendo las fantasías y mitos que las adornaron por diversos milenios.

Permitió que el ser humano se redescubriese como Espíritu inmortal que es, preexistente a la cuna y sobreviviente al túmulo, facultándole comprender la finalidad existencial, que es emerger en el océano del inconsciente, donde duermen los actos pretéritos y las construcciones que proyectan directrices para el momento y el futuro, finalmente diluir las voluminosas barreras de sombra y de crueldad a que se entregó y que le obnubila la comprensión de su realidad, emergiendo en triunfo, para que lubrique la inmarcesible luz de la verdad que lo ha de conducir por los infinitos derroteros del porvenir.

Intoxicado por los vapores de la organización fisiológica, sumergido en sombras que le impiden el discernimiento, vagando por los dédalos interminables de la busca de la realidad, solamente al precio de la fe razonada y lógica, portadora de los instrumentos que se derivan de los hechos constatados, el hombre y la mujer pueden avanzar sin temor por las veredas de los sufrimientos inevitables, que son inherentes a su condición de humanidad, vislumbrando niveles más nobles que deben ser conquistados.

El Espiritismo trazó nuevos programas para la comprensión de la vida y la más eficaz manera de enfrentarla, desafiando el materialismo en su reducto y los materialistas en su escepticismo, ofreciéndoles más seguras propuestas de comportamiento para la felicidad ante las vicisitudes del proceso existencial.

No compadeciéndose de la presunción de los vacíos de sentimiento y soberbios de conocimientos en ebullición de ideas, demostró su fuerza arrastrando desesperados que fueron confortados, violentos que se calmaron, alucinados que recuperaran la razón, delincuentes que volvieron al culto del deber, perversos que se transformaron, ateos que hicieron las paces con Dios, ingratos que se rehabilitaron delante de sus benefactores, miserables morales que se enriquecieron de esperanza y de alegría de vivir, construyendo juntos el mundo de bienestar por todos anhelado.

El Espiritismo trajo el mensaje perfecto de la justicia divina, en cuanto mal traducida por la conciencia humana, contribuyendo para la transformación de la sociedad, mas sin la revolución sangrienta de las pasiones en predominio, que siempre impone una clase poderosa sobre las otras que son debilitadas a medida que van siendo expoliados sus parcos recursos hasta la extinción de sus fuerzas, cuando nuevas revoluciones del mismo género explotan, produciendo desgracias y odios que nunca terminan…

Trabajando la transformación moral del individuo, proponerle el comportamiento solidario y fraternal, la aplicación de la justicia correctiva y reeducativa cuando delinque, concienciándolo de que sus acciones serán también sus jueces y que no huirá de sí mismo donde quiera que vaya.

Todo esa contribución moral fue retirada del Evangelio de Jesús, especialmente de su Sermón de la montaña, en el cual reformuló los valores humanos hasta entonces aceptados, demostrando que el fuerte no es el vencedor de afuera, mas aquel que se vence a sí mismo, y poderoso, en su sentido profundo, no é aquel que mata cuerpos, mas no es capaz de evitar su propia muerte.

Revolucionando el pensamiento ético y abriendo espacio para nuevo comportamiento filosófico, su palabra vibrante y su vivencia inigualable, colocaran las piedras básicas para el Espiritismo en el futuro fundamentar, conforme ocurrió, sus postulados morales a través de la ética del amor bajo cualquier punto de vista considerado.

En los campamentos de luchas que se establecían en el Siglo XIX, cuando la ciencia y la razón enfrentaban la fe ciega y la prepotencia de las Academias y de sus miembros fascinados como Narciso por sí mismo, el Espiritismo surgió como débil claridad en la noche de las ambiciones perturbadoras y lentamente se afirmó como amanecer de un nuevo día para la Humanidad ya cansada de aberraciones de conducta como fugas de la realidad y sueños de poder transitorio, transformados en pesadillas de guerras infames, cuyas secuelas todavía se demoran truncando vidas y dilacerando sentimientos.

La razón de ser del Espiritismo se encuentra en su estructura doctrinaria, diversificada en sus aspectos de investigación científica al lado de las demás corrientes de la ciencia, del comportamiento filosófico con su escuela optimista y realista para el enfrentamiento de ser consigo mismo y de la vivencia ético-moral-religiosa que se estructura en Dios, en la inmortalidad, en la justicia divina, en la oración, en la acción del bien y sobretodo del amor, única psicoterapia preventiva-curativa a disposición de la Humanidad actual y del futuro.

(Página psicografiada por el médium Divaldo P. Franco, en el día 7 de junio de 2001, en Paris, Francia)


(Jornal Mundo Espírita de Noviembre de 2001)