lunes, 25 de junio de 2012

SIMPOSIO INTERUNIVERSITARIO

LAS IMPLICACIONES IDEOLÓGICO-CULTURALES DEL AUGE DE RELIGIOSIDADES NO CONVENCIONALES ENTRE JÓVENES DE PUERTO RICO


Colegio Universitario / Recinto de Carolina / Escuela de Artes Liberales

PONENCIA SOBRE ESPIRITISMO por Dr. Flavio Acarón Ortiz (26/10/2001)

     El 18 de abril de 1857, con la publicación de El Libro de los Espíritus, en París, Allan Kardec empezó a crear una doctrina con el nombre de Espiritismo.
     A pesar de que el cuerpo de esta doctrina que Allan Kardec presentó se asienta sobre una serie de principios que pertenecen al acervo de las experiencias, conocimientos, aspiraciones y esperanzas de la humanidad, su obra, El Libro de los Espíritus, introdujo en el mundo dos aspectos inéditos.
     El primer aspecto es que su contenido doctrinario, filosófico, se formuló a partir de los dictados de Espíritus, (entidades humanas participantes de una realidad extracorpórea), a través de personas sensitivas, los médiums. Esta doctrina es una visión real de los problemas del hombre y del mundo, enfocados por inteligencias temporal­mente desvinculadas de los horizontes corporales, la cual, no obstante, está den­tro de las aspiraciones humanas.
     Además, su trabajo no constituyó una “revelación religiosa que implicase pasividad absoluta o aceptada sin control, sin examen, sin discusión” (La Génesis, Capítulo I, ítem 7). Así, pues, “lo que caracteriza la Revelación Espírita es que su origen pertenece a Dios, la iniciativa a los Espíritus y su elaboración es fruto del trabajo del hombre” (Ídem, ítem 13).
     Esta característica es de importancia fundamental porque el Espiritismo se empeña en probar la existencia de lo sobrenatural, mostrando que los fenómenos del espíritu, el origen de la vida, en fin, el conjunto de las realidades espirituales nada tienen que no pueda explicarse por la ley natural.
   El segundo aspecto, contingente al primero, es que de la interpretación espírita se destaca una generosa gama de conceptos espirituales, que al mismo tiempo que asumen posiciones específicas, combaten el racionalismo materialista y dan consistencia experimental a los argumentos espiritualistas.
   En resumen, coordinando diversas manifestaciones mediúmnicas, Kardec consiguió dar una interpretación dinámica, abarcadora y compatible con las exigencias del pensamiento lógico, a viejos conceptos filosóficos y religiosos, liberándolos de la carga de nebulosidades e irracionalidades con que se revestían. Por eso se dice que el Espiritismo es una revelación; pero, consideramos que el término revelación en el caso de la Doctrina Espírita es una interacción, una cooperación entre los hombres encarnados, representados por Allan Kardec, y los hombres desencarnados, representados por una pléyade de Espíritus de elevada expresión intelectual y moral, bajo el mando del Espíritu de la Verdad, que comprobadamente contribuyen al desenvolvimiento de la humanidad encarnada.

CARACTERÍSTICAS DEL ESPIRITISMO

     Al realizar su trabajo, Allan Kardec removió del Espiritismo toda la connotación mística de la mera creencia e hizo una doctrina equilibradamente racional, basada en el esfuerzo intelectual, en la búsqueda incesante de la verdad; pero sin despreciar el aspecto afectivo que preside al comportamiento humano. Es una estructuración libre de sectarismo que contrapone los dos mundos, el físico y el extrafísico, (cuya existencia se constató experimentalmente) como participantes de la misma realidad, por lo cual no se justifica el miedo ni la excitación que generalmente caracteriza a esa relación ancestral, entre lo que se considera “conocido” y lo “desconocido”.
     El Espiritismo es una propuesta equilibrada entre los extremismos místicos y materialistas. Los trasciende, los supera dialécticamente en una síntesis con la cual propone una visión dinámica del proceso de la vida, que no constituye un cuadro terminado, sino que, por el contrario, solamente ofrece principios básicos como definitivos, permitiendo que el pensamiento y la investigación se amplíen, a través del tiempo, de acuerdo con el crecimiento de la ciencia y del conocimiento. Esto es, el Espiritismo no se aventura a formular hipótesis desvinculadas de las posibilidades del entendimiento humano, porque eso sólo sirve para mantener al hombre ignorante y confundido, exigiendo de él una creencia irracional.
     Lo que Allan Kardec hizo, fue reevaluar y reorganizar principios que, a pesar de estar envueltos en la oscuridad y de que raramente se miran de una manera no supersticiosa, han resistido los cambios constantes a que se tiene sometida a la sociedad. Inspirado por la copiosa información que obtuvo desde el plano extrafísico, dedujo que ya era tiempo de crear una concepción filosófica que, sin el enmarañamiento de las hipótesis especulativas sino sobre una base experimental, pudiera abarcar la lógica racional, capaz de “enfrentar la razón en cualquier época de la humanidad”. Esta concepción se convirtió justificadamente en una síntesis en la que se unen la ciencia, la filosofía y la espiritualidad.

PRINCIPIOS BÁSICOS DEL ESPIRITISMO

I. Existencia de Dios

     Es origen y fin de todo. Causa primera de todas las cosas. La Suprema Perfección con todos los atributos que nuestra imaginación le pueda concebir y mucho más.
     No podemos conocer la naturaleza íntima de Dios porque todavía no hemos alcanzado el grado de evolución necesario.

II. Inmortalidad del Alma

     Antes de ser seres humanos éramos espíritus. El Espíritu es el principio inteligente del Universo. Se inició simple e ignorante, para evolucionar por sus propios esfuerzos.
     Como espíritus ya existíamos antes de nacer y vamos a continuar existiendo después de la muerte física. Cuando el espíritu está viviendo en el cuerpo físico, decimos que es el alma del cuerpo o un espíritu encarnado. Cuando nace decimos que reencarnó. Desencarnado, vuelve al mundo espiritual, de donde vino antes de nacer.
     Los espíritus son por lo tanto personas desencarnadas que al presente están en la Espiritualidad.

III. Reencarnación

     Como evolucionará de su estado simple e ignorante, el espíritu crecerá en su libre albedrío, o sea, en su capacidad de escoger entre el bien y el Mal. Decidiendo y creando así su propio destino. Siendo así tiene capacidad de desarrollarse y evolucionar perfeccionándose, tornándose cada vez mejor, "más perfecto", como un alumno en la escuela, pasando por los diversos grados escolares.
     El espíritu sólo puede alcanzar esa evolución viviendo en el mundo físico, reencarnando cuantas veces fuera necesario para adquirir conocimientos y aprender mediante las experiencias de la vida.
     La Reencarnación, por tanto, permite al espíritu vivir muchas existencias en el mundo, encarnando y desencarnando, adquiriendo nuevas experiencias para tornarse mejor, no sólo intelectualmente mas sobre todo, moralmente.
     Así como el alumno escolar puede repetir el año una o más veces, el espíritu que no aprovecha su existencia puede estacionarse por mucho tiempo retrasando su evolución.
No sabemos cuantas encarnaciones hemos vivido y mucho menos cuántas tenemos por delante.
Sabemos, entretanto, que somos espíritus poco evolucionados, que tendremos muchas encarnaciones hasta alcanzar el desarrollo moral necesario para convertirnos en espíritus puros.
     No todas las encarnaciones, se verifican en la Tierra. Existen mundos inferiores y mundos superiores a este. Cuando evolucionemos mucho podremos renacer en planetas superiores. El Universo es infinito. "Hay muchas moradas en la casa de mi Padre", decía Jesús. La Tierra parece ser un mundo de categoría inferior para quien haya visto el lamentable panorama en que se encuentra la humanidad terrestre. Pero el planeta está destinado a transformarse en una esfera de regeneración cuando comencemos a practicar la fraternidad.

IV. Olvido del Pasado

     No nos acordamos de las vidas pasadas y ello es parte de un Plan Superior. Si nos acordáramos del mal que hicimos y de los sufrimientos que hemos pasado, de los enemigos que nos perjudicaron o de aquellos a quienes perjudicamos, no tendríamos las condiciones más apropiadas para vivir entre ellos actualmente. Nuestros enemigos del pasado pueden ser hoy nuestros hijos. hermanos, padres, amigos, quienes al presente se encuentran junto a nosotros para la reconciliación.
     Por eso es que existe la reencarnación. Hoy estamos, muchas veces, corrigiendo errores practicados contra alguien, sufriendo las consecuencias de los crímenes perpetrados o siendo amparados y auxiliados por aquellos que en el pasado nos perjudicaron. He ahí la importancia de la familia, donde se acostumbra reatar los lazos cortados en existencias anteriores.
     La reencarnación es en esa forma la oportunidad de reparación como también es el escenario apropiado donde dedicamos nuestros esfuerzos por el bien de los demás, apresurando nuestra evolución como espíritus.
     Cuando reencarnamos traemos una planificación de vida y compromisos, contraídos frente a la Espiritualidad, que nos compelen a reparar el mal y a practicar el bien. Dependiendo de nuestras condiciones espirituales, podemos haber escogido las lecciones, sufrimientos y dificultades que proveerán el desarrollo de mayor capacidad espiritual.
     La finalidad de la vida en la Tierra es, por tanto:
    1) para expiar el mal practicado, sufriendo las consecuencias de los crímenes cometidos;
    2) para medir, establecer y consolidar la capacidad ya adquirida como espíritus, pasando por dificultades que se manifiestan en sufrimientos físicos y morales;
    3) para trabajar en beneficio de la humanidad, tornándonos en fuentes del bien activo e influir sobre la capacitación de los demás;
   4) para desempeñar una misión como en el caso de los espíritus ya elevados, que traen al mundo grandes beneficios.

V. Comunicabilidad de los Espíritus

     Los espíritus son seres humanos que desencarnaron. Son lo que eran cuando vivían con el traje físico: buenos o malos, serios o charlatanes, trabajadores o haraganes, cultos o mediocres, honrados o mentirosos.
     Ellos están por todas partes. No están ociosos. Por el contrario, están ocupados, como nosotros en este mundo también lo estamos.
     No parece haber un solo lugar determinado para todos los espíritus. Generalmente los espíritus más imperfectos permanecen con nosotros. No los vemos puesto que se encuentran en otra dimensión pero ellos pueden vernos y hasta conocen nuestros pensamientos.
     Los espíritus actúan sobre nosotros pero esa acción está casi restringida al pensamiento porque los espíritus no consiguen actuar sobre la materia. Para eso les es preciso el concurso de un médium: una persona dotada de una facultad de comunicación con el plano espiritual.
     El espíritu se comunica a través del médium si puede y si quiere. Esa comunicación depende del tipo de mediumnidad que esa persona tenga, esta puede ser por el habla, por la escritura, etc. Pero toda comunicación precisa ser evaluada con reserva, examinada con cuidado, para no ser víctimas de los espíritus engañadores. La comunicación depende mucho de la conducta moral del médium.
     Un médium que no sea moralmente idóneo no podrá recibir comunicaciones de espíritus superiores.
     El Espiritismo alerta a las personas demasiado crédulas contra las comunicaciones falsas, que si fuesen aceptadas podrían causarles perjuicios. Por eso es importante que antes de oír una comunicación la persona se esclarezca muy bien respecto al conocimiento Espírita.

VI. Fe Razonada

     Para poder creer en la verdad precisamos, antes que nada, comprender aquello en lo cual debemos creer. La creencia sin el raciocinio es una creencia ciega, o una superstición. Antes de aceptar una cosa es necesario analizarla bien. El mal de muchos es creer en todo lo que le dicen sin examinarlo cuidadosamente.
     La fe razonada es uno de los principios básicos de la Doctrina Espírita. Por eso el Espiritismo no quiere adeptos que no piensen; que no argumenten. Interesa seguidores seguros de aquello que creen, personas que lean, que estudien, que cuestionen. Dios nos dio inteligencia para usarla en cosas buenas, y lo que llaman “religión verdadera" sería una mucho mejor si fuese encarada no con espíritu místico o de total aceptación, sino con dedicado examen y cuidadoso análisis, para esclarecernos y comprender los planes de la obra de Dios.
    "La Fe inquebrantable es aquella que puede encararse a la razón, frente a frente, en todas las épocas de la humanidad", decía Allan Kardec.
     Mucha gente no tiene oportunidad de una educación; muchos nunca fueron orientados hacía el bien, otros mueren muy temprano, antes de aprender respecto a los mejores caminos a seguir.
    Para evaluar lo absurdo de la idea del cielo y el infierno formulemos dos preguntas:
—¿Cómo es que Dios, que todo lo sabe, el futuro inclusive, crearía a su hijo sabiendo que éste irá a parar al infierno?
—¿En qué condiciones quedaría una abnegada y amorosa madre, sabiendo que su hijo querido está ardiendo en el infierno?

VII. Ley de Evolución

     Cada uno de nosotros es un espíritu encarnado dirigido a Ias alturas infinitas donde el pensamiento de Dios no se contamina con el humano. La vida en Ia Tierra es siempre una oportunidad más de reajuste en el camino hacia el bien. La siembra es nuestra, luego Ias consecuencias, buenas o malas, son el resultado de nuestras propias decisiones.
     Si hoy sufrimos podemos concluir que la causa puede estar en existencias anteriores, pero el sufrimiento puede ser agravado o suavizado en esta encarnación.
    "A cada cual según sus obras", decía Jesús.
     Si hoy sembramos mañana cosecharemos. Ello explica la razón de tanto sufrimiento en el mundo.
     Por eso unos avanzan más de prisa que otros, al igual que los alumnos de una escuela. Cuanto mejor nuestra forma de ser, más aprisa nos liberamos del sufrimiento, acelerando el camino de la evolución.
     No hay cielo ni infierno como pintan las religiones tradicionales. Existen estados del alma que podrían ser descritos como celestiales o infernales. Si el destino del ser humano fuese inalterablemente sellado después de esta vida, todos estaríamos perdidos, porque, honradamente, todos somos mucho más malos que buenos. Una sola existencia, por larga que sea, es demasiado corta

VIII. Ley Moral

     Nadie está perdido. Cada cual tiene las oportunidades que le convienen. Si un padre humano, malo e imperfecto, no es capaz de condenar eternamente a un hijo por peor que este sea, ¿cómo es que Dios que es el Padre Misericordioso y Perfecto, que hace llover para buenos y malos, que hace que el sol ilumine a los injustos y a los justos, podría hacerlo?
     "Nadie podrá ver el Reino de los Cielos si no naciera de nuevo", decía Jesús.
      Se refería al nacimiento por el agua y por el espíritu, o sea, el nacimiento en el cuerpo físico y al renacimiento moral del espíritu.
      De ahí concluimos que la vida es siempre una nueva oportunidad de reconciliación con los ideales del bien y de la verdad.
     No adelanta a nadie el decir que se pertenece, a una u otra de las religiones. No se adelanta solamente con orar, hablar de Dios, predicar lindos sermones. Lo que importa es la práctica, es la vida de todos los demás, de todos los momentos:
  —¿Cómo trata usted a sus familiares: a su padre, madre, hermanos, marido, esposa e hijos?
  —¿Cómo recibe a alguien que precisa de usted?
  —¿Cómo es usted en el trabajo, en la escuela, en el club, en la vía pública?
  —¿Cómo reacciona usted a una ofensa, a un gesto de agresión, a una calumnia, a una ingratitud, a una decepción?
  —¿Cómo reacciona usted a un sufrimiento en casa, a la pérdida de un ente querido, a una dolencia incurable?
    "Amaos los unos a los otros", decía Jesús.
     No hay otra manera de amar si no a través de la caridad. Caridad es ser benevolente, paciente, tolerante, humilde. Es hacer a los otros aquello que deseamos que nos hagan. Esta es la verdadera lucha por un mundo mejor y por una humanidad más feliz.
     Podemos hacer eso cuidando mejor de nuestras actitudes, vigilando nuestro comportamiento,  siendo más gentiles, observando en los otros sus buenas cualidades en lugar de sus defectos, y siendo más exigentes con nuestras propias imperfecciones.
     Ayudar al pobre, socorrer al desesperado, asistir al enfermo, orientar al desajustado, llevar la palabra de esperanza al afligido, divulgar las enseñanzas espirituales; eso y mucho más que eso, constituyen las bases del amor verdadero, ejemplarizado hace dos mil años.
     "Fuera de la caridad no hay salvación", decía Kardec.
      Si esta lectura ha provocado en usted nuevas dudas y muchas preguntas es buena señal, puesto que usted está preocupándose por las explicaciones de la vida.