LAS IMPLICACIONES IDEOLÓGICO-CULTURALES DEL AUGE DE RELIGIOSIDADES NO CONVENCIONALES ENTRE JÓVENES DE PUERTO RICO
Colegio Universitario / Recinto de Carolina / Escuela de Artes Liberales
PONENCIA SOBRE ESPIRITISMO por Dr. Flavio Acarón Ortiz (26/10/2001)
El 18 de abril de 1857, con la publicación de El Libro de los Espíritus, en París, Allan Kardec empezó a crear una doctrina con el nombre de Espiritismo.
A pesar de que el cuerpo de esta doctrina que Allan Kardec presentó
se asienta sobre una serie de principios que pertenecen al acervo de las
experiencias, conocimientos, aspiraciones y esperanzas de la humanidad, su
obra, El Libro de los Espíritus,
introdujo en el mundo dos aspectos inéditos.
El primer aspecto es que su contenido doctrinario, filosófico, se
formuló a partir de los dictados de Espíritus, (entidades humanas participantes
de una realidad extracorpórea), a través de personas sensitivas, los médiums.
Esta doctrina es una visión real de los problemas del hombre y del mundo,
enfocados por inteligencias temporalmente desvinculadas de los horizontes
corporales, la cual, no obstante, está dentro de las aspiraciones humanas.
Además, su trabajo no constituyó una “revelación religiosa que
implicase pasividad absoluta o aceptada sin control, sin examen, sin discusión”
(La Génesis, Capítulo I, ítem 7). Así,
pues, “lo que caracteriza la Revelación Espírita es que su origen pertenece a
Dios, la iniciativa a los Espíritus y su elaboración es fruto del trabajo del
hombre” (Ídem, ítem 13).
Esta característica es de importancia fundamental porque el
Espiritismo se empeña en probar la existencia de lo sobrenatural, mostrando que
los fenómenos del espíritu, el origen de la vida, en fin, el conjunto de las
realidades espirituales nada tienen que no pueda explicarse por la ley natural.
El segundo aspecto, contingente al primero, es que de la
interpretación espírita se destaca una generosa gama de conceptos espirituales,
que al mismo tiempo que asumen posiciones específicas, combaten el racionalismo
materialista y dan consistencia experimental a los argumentos espiritualistas.
En resumen, coordinando diversas manifestaciones mediúmnicas,
Kardec consiguió dar una interpretación dinámica, abarcadora y compatible con
las exigencias del pensamiento lógico, a viejos conceptos filosóficos y
religiosos, liberándolos de la carga de nebulosidades e irracionalidades con
que se revestían. Por eso se dice que el Espiritismo es una revelación; pero,
consideramos que el término revelación en el caso de la Doctrina Espírita es
una interacción, una cooperación entre los hombres encarnados, representados
por Allan Kardec, y los hombres desencarnados, representados por una pléyade de
Espíritus de elevada expresión intelectual y moral, bajo el mando del Espíritu
de la Verdad, que comprobadamente contribuyen al desenvolvimiento de la humanidad
encarnada.
CARACTERÍSTICAS DEL ESPIRITISMO
Al realizar su trabajo, Allan Kardec removió del Espiritismo toda la connotación mística de la mera creencia e hizo una doctrina equilibradamente racional, basada en el esfuerzo intelectual, en la búsqueda incesante de la verdad; pero sin despreciar el aspecto afectivo que preside al comportamiento humano. Es una estructuración libre de sectarismo que contrapone los dos mundos, el físico y el extrafísico, (cuya existencia se constató experimentalmente) como participantes de la misma realidad, por lo cual no se justifica el miedo ni la excitación que generalmente caracteriza a esa relación ancestral, entre lo que se considera “conocido” y lo “desconocido”.
El Espiritismo es una propuesta equilibrada entre los extremismos
místicos y materialistas. Los trasciende, los supera dialécticamente en una
síntesis con la cual propone una visión dinámica del proceso de la vida, que no
constituye un cuadro terminado, sino que, por el contrario, solamente ofrece
principios básicos como definitivos, permitiendo que el pensamiento y la
investigación se amplíen, a través del tiempo, de acuerdo con el crecimiento de
la ciencia y del conocimiento. Esto es, el Espiritismo no se aventura a
formular hipótesis desvinculadas de las posibilidades del entendimiento humano,
porque eso sólo sirve para mantener al hombre ignorante y confundido, exigiendo
de él una creencia irracional.
Lo que Allan Kardec hizo, fue reevaluar y reorganizar principios
que, a pesar de estar envueltos en la oscuridad y de que raramente se miran de
una manera no supersticiosa, han resistido los cambios constantes a que se
tiene sometida a la sociedad. Inspirado por la copiosa información que obtuvo
desde el plano extrafísico, dedujo que ya era tiempo de crear una concepción
filosófica que, sin el enmarañamiento de las hipótesis especulativas sino sobre
una base experimental, pudiera abarcar la lógica racional, capaz de “enfrentar
la razón en cualquier época de la humanidad”. Esta concepción se convirtió
justificadamente en una síntesis en la que se unen la ciencia, la filosofía y
la espiritualidad.
PRINCIPIOS BÁSICOS DEL ESPIRITISMOI. Existencia de Dios
Es origen y fin de todo. Causa primera de todas las cosas. La
Suprema Perfección con todos los atributos que nuestra imaginación le pueda
concebir y mucho más.
No podemos conocer la naturaleza íntima de Dios porque todavía
no hemos alcanzado el grado de evolución necesario.
II. Inmortalidad del Alma
Antes de ser seres humanos éramos espíritus. El Espíritu es el
principio inteligente del Universo. Se inició simple e ignorante, para
evolucionar por sus propios esfuerzos.
Como espíritus ya existíamos antes de nacer y vamos a continuar
existiendo después de la muerte física. Cuando el espíritu está viviendo en el
cuerpo físico, decimos que es el alma del cuerpo o un espíritu encarnado.
Cuando nace decimos que reencarnó. Desencarnado, vuelve al mundo espiritual, de
donde vino antes de nacer.
Los espíritus son por lo tanto personas desencarnadas que al
presente están en la Espiritualidad.
III. Reencarnación
Como evolucionará de su estado simple e ignorante, el espíritu
crecerá en su libre albedrío, o sea, en su capacidad de escoger entre el bien y
el Mal. Decidiendo y creando así su propio destino. Siendo así tiene capacidad
de desarrollarse y evolucionar perfeccionándose, tornándose cada vez mejor,
"más perfecto", como un alumno en la escuela, pasando por los
diversos grados escolares.
El espíritu sólo puede alcanzar esa evolución viviendo en el
mundo físico, reencarnando cuantas veces fuera necesario para adquirir
conocimientos y aprender mediante las experiencias de la vida.
La Reencarnación, por tanto, permite al espíritu vivir muchas existencias
en el mundo, encarnando y desencarnando, adquiriendo nuevas experiencias para
tornarse mejor, no sólo intelectualmente mas sobre todo, moralmente.
Así como el alumno escolar puede repetir el año una o más veces,
el espíritu que no aprovecha su existencia puede estacionarse por mucho tiempo
retrasando su evolución.
No sabemos cuantas encarnaciones hemos vivido y mucho menos
cuántas tenemos por delante.
Sabemos, entretanto, que somos espíritus poco evolucionados, que
tendremos muchas encarnaciones hasta alcanzar el desarrollo moral necesario
para convertirnos en espíritus puros.
No todas las encarnaciones, se verifican en la Tierra. Existen
mundos inferiores y mundos superiores a este. Cuando evolucionemos mucho
podremos renacer en planetas superiores. El Universo es infinito. "Hay
muchas moradas en la casa de mi Padre", decía Jesús. La Tierra parece ser
un mundo de categoría inferior para quien haya visto el lamentable panorama en
que se encuentra la humanidad terrestre. Pero el planeta está destinado a
transformarse en una esfera de regeneración cuando comencemos a practicar la
fraternidad.
IV. Olvido del Pasado
No nos acordamos de las vidas pasadas y ello es parte de un Plan
Superior. Si nos acordáramos del mal que hicimos y de los sufrimientos que hemos
pasado, de los enemigos que nos perjudicaron o de aquellos a quienes
perjudicamos, no tendríamos las condiciones más apropiadas para vivir entre
ellos actualmente. Nuestros enemigos del pasado pueden ser hoy nuestros hijos.
hermanos, padres, amigos, quienes al presente se encuentran junto a nosotros
para la reconciliación.
Por eso es que existe la reencarnación. Hoy estamos, muchas
veces, corrigiendo errores practicados contra alguien, sufriendo las
consecuencias de los crímenes perpetrados o siendo amparados y auxiliados por
aquellos que en el pasado nos perjudicaron. He ahí la importancia de la
familia, donde se acostumbra reatar los lazos cortados en existencias
anteriores.
La reencarnación es en esa forma la oportunidad de reparación
como también es el escenario apropiado donde dedicamos nuestros esfuerzos por
el bien de los demás, apresurando nuestra evolución como espíritus.
Cuando reencarnamos traemos una planificación de vida y
compromisos, contraídos frente a la Espiritualidad, que nos compelen a reparar
el mal y a practicar el bien. Dependiendo de nuestras condiciones espirituales,
podemos haber escogido las lecciones, sufrimientos y dificultades que proveerán
el desarrollo de mayor capacidad espiritual.
La finalidad de la vida en la Tierra es, por tanto:
1) para expiar el mal
practicado, sufriendo las consecuencias de los crímenes cometidos;
2) para medir, establecer y
consolidar la capacidad ya adquirida como espíritus, pasando por dificultades
que se manifiestan en sufrimientos físicos y morales;
3) para trabajar en
beneficio de la humanidad, tornándonos en fuentes del bien activo e influir
sobre la capacitación de los demás;
4) para desempeñar una
misión como en el caso de los espíritus ya elevados, que traen al mundo grandes
beneficios.
V. Comunicabilidad de los Espíritus
Los espíritus son seres humanos que desencarnaron. Son lo que
eran cuando vivían con el traje físico: buenos o malos, serios o charlatanes,
trabajadores o haraganes, cultos o mediocres, honrados o mentirosos.
Ellos están por todas partes. No están ociosos. Por el contrario,
están ocupados, como nosotros en este mundo también lo estamos.
No parece haber un solo lugar determinado para todos los
espíritus. Generalmente los espíritus más imperfectos permanecen con nosotros.
No los vemos puesto que se encuentran en otra dimensión pero ellos pueden
vernos y hasta conocen nuestros pensamientos.
Los espíritus actúan sobre nosotros pero esa acción está casi
restringida al pensamiento porque los espíritus no consiguen actuar sobre la materia.
Para eso les es preciso el concurso de un médium: una persona dotada de una
facultad de comunicación con el plano espiritual.
El espíritu se comunica a través del médium si puede y si quiere.
Esa comunicación depende del tipo de mediumnidad que esa persona tenga, esta
puede ser por el habla, por la escritura, etc. Pero toda comunicación precisa
ser evaluada con reserva, examinada con cuidado, para no ser víctimas de los
espíritus engañadores. La comunicación depende mucho de la conducta moral del médium.
Un médium que no sea moralmente idóneo no podrá recibir
comunicaciones de espíritus superiores.
El Espiritismo alerta a las personas demasiado crédulas contra
las comunicaciones falsas, que si fuesen aceptadas podrían causarles
perjuicios. Por eso es importante que antes de oír una comunicación la persona
se esclarezca muy bien respecto al conocimiento Espírita.
VI. Fe Razonada
Para poder creer en la verdad precisamos, antes que nada,
comprender aquello en lo cual debemos creer. La creencia sin el raciocinio es
una creencia ciega, o una superstición. Antes de aceptar una cosa es necesario
analizarla bien. El mal de muchos es creer en todo lo que le dicen sin
examinarlo cuidadosamente.
La fe razonada es uno de los principios básicos de la Doctrina
Espírita. Por eso el Espiritismo no quiere adeptos que no piensen; que no
argumenten. Interesa seguidores seguros de aquello que creen, personas que
lean, que estudien, que cuestionen. Dios nos dio inteligencia para usarla en
cosas buenas, y lo que llaman “religión verdadera" sería una mucho mejor
si fuese encarada no con espíritu místico o de total aceptación, sino con
dedicado examen y cuidadoso análisis, para esclarecernos y comprender los
planes de la obra de Dios.
"La Fe inquebrantable es aquella que puede encararse a la
razón, frente a frente, en todas las épocas de la humanidad", decía Allan Kardec.
Mucha gente no tiene oportunidad de una educación; muchos nunca
fueron orientados hacía el bien, otros mueren muy temprano, antes de aprender
respecto a los mejores caminos a seguir.
Para evaluar lo absurdo de la idea del cielo y el infierno
formulemos dos preguntas:
—¿Cómo es que Dios, que todo lo sabe, el futuro inclusive,
crearía a su hijo sabiendo que éste irá a parar al infierno?
—¿En qué condiciones quedaría una abnegada y amorosa madre,
sabiendo que su hijo querido está ardiendo en el infierno?
VII. Ley de Evolución
Cada uno de nosotros es un espíritu encarnado dirigido a Ias
alturas infinitas donde el pensamiento de Dios no se contamina con el humano.
La vida en Ia Tierra es siempre una oportunidad más de reajuste en el camino
hacia el bien. La siembra es nuestra, luego Ias consecuencias, buenas o malas,
son el resultado de nuestras propias decisiones.
Si hoy sufrimos podemos concluir que la causa puede estar en
existencias anteriores, pero el sufrimiento puede ser agravado o suavizado en
esta encarnación.
"A cada cual según sus obras", decía Jesús.
Si hoy sembramos mañana cosecharemos. Ello explica la razón de
tanto sufrimiento en el mundo.
Por eso unos avanzan más de prisa que otros, al igual que los alumnos de una escuela. Cuanto mejor nuestra forma de ser, más aprisa nos liberamos del sufrimiento, acelerando el camino de la evolución.
Por eso unos avanzan más de prisa que otros, al igual que los alumnos de una escuela. Cuanto mejor nuestra forma de ser, más aprisa nos liberamos del sufrimiento, acelerando el camino de la evolución.
No hay cielo ni infierno como pintan las religiones
tradicionales. Existen estados del alma que podrían ser descritos como
celestiales o infernales. Si el destino del ser humano fuese inalterablemente
sellado después de esta vida, todos estaríamos perdidos, porque, honradamente,
todos somos mucho más malos que buenos. Una sola existencia, por larga que sea,
es demasiado corta
VIII. Ley Moral
Nadie está perdido. Cada cual tiene las oportunidades que le
convienen. Si un padre humano, malo e imperfecto, no es capaz de condenar
eternamente a un hijo por peor que este sea, ¿cómo es que Dios que es el Padre
Misericordioso y Perfecto, que hace llover para buenos y malos, que hace que el
sol ilumine a los injustos y a los justos, podría hacerlo?
"Nadie podrá ver el Reino de los Cielos si no naciera de
nuevo", decía Jesús.
Se refería al nacimiento por el agua y por el espíritu, o sea, el
nacimiento en el cuerpo físico y al renacimiento moral del espíritu.
De ahí concluimos que la vida es siempre una nueva oportunidad de
reconciliación con los ideales del bien y de la verdad.
No adelanta a nadie el decir que se pertenece, a una u otra de
las religiones. No se adelanta solamente con orar, hablar de Dios, predicar
lindos sermones. Lo que importa es la práctica, es la vida de todos los demás,
de todos los momentos:
—¿Cómo trata usted a sus familiares: a su padre, madre, hermanos,
marido, esposa e hijos?
—¿Cómo recibe a alguien que precisa de usted?
—¿Cómo es usted en el trabajo, en la escuela, en el club, en la
vía pública?
—¿Cómo reacciona usted a una ofensa, a un gesto de agresión, a
una calumnia, a una ingratitud, a una decepción?
—¿Cómo reacciona usted a un sufrimiento en casa, a la pérdida de
un ente querido, a una dolencia incurable?
"Amaos los unos a los otros", decía Jesús.
No hay otra manera de amar si no a través de la caridad. Caridad
es ser benevolente, paciente, tolerante, humilde. Es hacer a los otros aquello
que deseamos que nos hagan. Esta es la verdadera lucha por un mundo mejor y por
una humanidad más feliz.
Podemos hacer eso cuidando mejor de nuestras actitudes, vigilando
nuestro comportamiento, siendo más
gentiles, observando en los otros sus buenas cualidades en lugar de sus defectos,
y siendo más exigentes con nuestras propias imperfecciones.
Ayudar al pobre, socorrer al desesperado, asistir al enfermo,
orientar al desajustado, llevar la palabra de esperanza al afligido, divulgar
las enseñanzas espirituales; eso y mucho más que eso, constituyen las bases del
amor verdadero, ejemplarizado hace dos mil años.
"Fuera de la caridad no hay salvación", decía
Kardec.
Si esta lectura ha provocado en usted nuevas dudas y muchas
preguntas es buena señal, puesto que usted está preocupándose por las
explicaciones de la vida.
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