lunes, 18 de octubre de 2010

OBSERVACIONES SOBRE LA REENCARNAiÓN (Parte1)

La reencarnación es una es una creencia antigua de la humanidad, no fue el Espiritismo ni los espíritas que la inventaron pues desde todos los tiempos se ha tenido la intuición de su realidad.

Entre los orientales, el Bhagavad Gita, el Tao te King y el Libro Tibetano de los Muertos ya la divulgaban; en Grecia tenemos en Platón, en Pitágoras, entre otros, la misma idea palingenésica. La misma creencia existía entre los egipcios, y entre los descendientes del pueblo hebreo en el tiempo del Antiguo Testamento había defensores de la idea de la pluralidad de las existencias.

Sin embargo, todas esas creencias veían la idea del retorno del espíritu al mundo físico de una forma incomprensible, muy vaga. Fue con el advenimiento del Espiritismo que el tema fue estudiado con claridad, con lógica y con rigor científico, Y ha sido por ello que el Espiritismo, entre los occidentales, es considerado como el mayor divulgador de la idea reencarnacionista.

Se puede decir con mucha seguridad que no se pueden considerar las interrogantes máximas y últimas de la vida si no tuviéramos la reencarnación como certeza absoluta, y hasta la idea de Dios se torna reducida si no adoptamos la pluralidad de las existencias como ley universal.

Se podrá decir que estamos radicalizando, pero no lo estamos, y pretendemos, con lógica y buen sentido, discurrir aquí sobre el tema de tal forma que no quede duda sobre el asunto.

Como punto inicial se puede decir, en cuanto a la existencia del alma, que hay básicamente dos hipótesis al respecto: su existencia y su no existencia.

Los que defienden la no existencia del alma, o los que consideran que todo acaba al terminar esta vida física son los materialistas, y a estos no nos dirigiremos en este momento, no nos ocuparemos de esa hipótesis por no ser el objetivo de este texto convencer a nadie de la idea espiritualista.

Los que aceptan la existencia del alma y su sobrevivencia tras la muerte son los espiritualistas y es a estos a quien nos dirigimos sin pretensión alguna de hacer proselitismo o de convencer a nadie sobre nuestras ideas filosóficas. Lo que queremos es evaluar entre las posibles ideas sobre la vida futura, cuál es la más lógica y la que prima por el mayor buen sentido.

Teniendo como base la sobrevivencia del alma tras el fenómeno que denominamos muerte, podemos decir que sólo existen dos hipótesis a ser evaluadas, son ellas la de la unicidad de la existencia, y la de la pluralidad de las vidas, lo que se da con la hipótesis de la reencarnación.

Los que defienden la primera posibilidad afirman que Dios crea las almas en el momento de la fecundación, que ellas tienen una vida en la Tierra a partir del nacimiento y que después de la muerte siguen, de acuerdo con lo que hubieren hecho, hacia un tormento eterno o hacia un gozo eterno.

Existen dos objeciones que deben ser meditadas porque rinden imposible la idea de la unicidad de la existencia.

La primera tiene que ver con la poca consideración que los defensores de esta idea tienen de Dios. Dios según cualquier religión que en Él cree es Omnipotente, Omnipresente, Todo Sabio, y detentor de todas las perfecciones; si Dios fuese imprevisor o imperfecto en cualquier área que sea, ya no es Dios. Si Dios crease el alma en el exacto momento de la fecundación perdería Él uno de sus atributos dejando así de ser Omnipotente, pues para crear un alma dependería de la pareja humano que lo ayudaría, o sea, si a la hora precisa surgiese cualquier problema a la pareja y no conservaran su relación, habría un acto fallido y Dios tendría que aplazar aquella creación por simple falta de prevención. En este caso, los seres humanos tendrían tanta importancia en la creación de un alma como el mismo Dios, pues Dios estaría siempre en dependencia de aquellos. ¿Es eso lógico? ¿Seria eso posible?

La otra objeción a esta idea esta centrada en la ley de causa y efecto. Postula nuestra ciencia, que para todo efecto debe existir una causa anterior. Dice el buen sentido que causa y efecto deben tener una relación que los ligue. Así, una causa inteligente genera un efecto inteligente; una causa finita, un efecto finito y así por delante.

Pero una existencia física por mayor que sea tiene un tiempo determinado, o sea un día se acaba. Es imposible, de este modo, que una causa finita (vida física) genere un efecto infinito (eternidad). No puede un corto espacio de tiempo determinar una consecuencia interminable, sea ella buena o mala.

Creemos que estos argumentos ya prueban la imposibilidad de la unicidad de la existencia por falta de argumentación lógica, sin embargo, vamos a analizar otras situaciones.

Otra asunto a ser analizado es el de las aptitudes innatas. De acuerdo con la teoría de la unicidad de la existencia, el alma es creada en el momento de la fecundación, Ahí surge una gran duda, ¿si son creadas por Dios de esta forma, por qué tanta diversidad entre las mismas? ¿Por qué tienen los espíritus de muchos niños aptitudes tan diversas aun habiendo recibido la misma educación y procediendo de los mismos padres? Algunas tienen gran tendencia para el arte, revelándose a veces grandes genios, otras para la ciencia, otras para los servicios manuales etc.. Existen niños que desde pequeños revelan ser portadores de gran maldad, mientras otras son muy bondadosas, todo eso a despecho de la educación que recibieran o de las virtudes o defectos de sus padres.

No hay duda alguna de que estas almas son muy diferentes. Y si así son, de acuerdo con la teoría de la creación del alma cuando nace, ¿por qué Dios las creó diferentes? ¿No seria un gran error del Creador? ¿No sería también una gran injusticia dar a unos mayores posibilidades que a otros? Máxime cuando después se exige que todos tengan que ser virtuosos del mismo modo para que puedan alcanzar una eternidad gloriosa. ¿Será que aquel que tiene tendencias para los vicios no tendrá más dificultades que aquel que desde pequeñito demuestra ser un alma virtuosa?

Frente a la posibilidad de la existencia única estas son interrogantes insolubles, pero si consideramos los mismos problemas bajo la óptica de las existencias múltiples todo queda más fácilmente comprensible y lógico.

Los Espíritus que demuestran sabiduría desde nuevos, son aquellos que ya trabajaran estos conocimientos en vidas anteriores; el portador de virtudes es el que ya se depuró y realizó la reforma moral anteriormente, mientras que el que tiene tendencias hacia los vicios todavía precisa disponerse a realizar la misma transformación.
Del mismo modo que hay personas maduras y otras inmaduras, hay entre los espíritus los que tienen más madurez espiritual y los que son más atrasados en su proceso evolutivo, hay también almas infantiles y almas maduras.

Todo eso queda muy claro si analizamos los hechos a la luz de la teoría reencarnacionista.

Repetimos que no es nuestra intención convencer a nadie, sino apenas analizar la cuestión de forma lógica. No estamos usando argumentos religiosos de una forma específica, ni la opinión de guías ligados a ninguna creencia particular, partimos apenas del principio de la existencia de Dios, del alma y de su inmortalidad, temas esos comunes a todas las religiones.

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