Encontré un amigo querido, en un centro espírita donde fui a dictar una charla. Nos saludamos alegremente y me contó que estaba sufriendo mucho, y con problemas de salud, además de su relación familiar, que estaba pésima.
Dijo él, que luego fue a someterse al pase, agua fluida y a oír charlas. Tomó la iniciativa de comprar los libros de Allan Kardec, León Denis, Chico Xavier, Divaldo Pereira Franco y otros autores, y pasó más de un año leyendo y haciendo el tratamiento.
De repente, dijo, percibí que estaba detrás de un plato de lentejas, cuando el Espiritismo me ofrecía mucho más. Percibí entonces que estaba pidiendo al Espiritismo cosas como, salud, bienestar, equilibrio...
Y éste me ofrecía la verdad que libera, la certeza de la inmortalidad, el conocimiento de la reencarnación, de la mediumnidad, de la ley de causa y efecto, del progreso, la transformación de mi mundo interior, para que después yo pudiese actuar en el mundo exterior.
Entre otras cosas comprendí que soy el constructor de mi destino. Que Dios me creó con todas las potencialidades de las perfecciones, y me creó de la luz de las estrellas.
Aprendí que puedo alcanzar todo lo que yo quiera, porque Dios mora dentro de mi corazón.
Abracé a mi amigo cariñosamente, pues él percibió en poco tiempo, aquello que muchos no perciben, aun tras años de frecuentar centros espíritas.
Amílcar Del Chiaro Filho
viernes, 27 de enero de 2012
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