sábado, 6 de agosto de 2011

REFLEXIONES SOBRE EL ESPIRITISMO

Por: Amílcar Del Chiaro Hijo

El Libro Tercero – Leyes Morales, de El Libro de los Espíritus, presenta teorías avanzadas para a su época, especialmente en lo que concierne a los derechos de la mujer y el derecho de vivir.

Absurdamente, críticos del Espiritismo, al tiempo de Kardec, acusaron la doctrina de inmoral, simplemente porque Allan Kardec afirmó que la mediumnidad se manifestaba en las personas independientemente de su moral. Confundieron el médium, ser humano falible, con la Doctrina Espírita, dictada por los espíritus superiores, con la contribución de los hombres y, en especial, de Allan Kardec.

El Espiritismo tiene una moral límpida, clara, sin concesiones especiales, sin fanatismo o exigencias absurdas. Aprendemos con él que venimos de los reinos inferiores de la naturaleza, y hoy somos humanos en camino a la angelitud, entendida esta como sabiduría y virtud. Como hombres, vivimos la dualidad materia/espíritu, pues tenemos las necesidades materiales de alimentación, vestuario, abrigo, escuela, trabajo, placer, sexo y aspiraciones de levantar vuelo en busca de nuestra espiritualización. Ningún Espírita consciente de su Doctrina desprecia la oportunidad de vivir y aprender.

Quien lee El Libro de los Espíritus sin ideas preconcebidas, se admira de su simplicidad y profundidad. No existen teorías esdrújulas, conflictivas, mas todo es claro y natural. El Libro Tercero – Leyes Morales – presenta teorías avanzadas para su época, especialmente en lo que concierne a los derechos de la mujer y al derecho de vivir.

Aprendemos con la Doctrina Espírita a no tenerle miedo a Dios, por tanto, nuestra adoración no es para aplacar su ira, mas a sumisión consciente y pacífica de la criatura a su Criador. Si lo adoramos, es porque lo amamos. Tampoco lo adoramos exteriormente, con pompas y oropeles, sino con el corazón, en el sentimiento.

En la Ley de Destrucción aprendemos que, al morir, apenas el involucro material perece. El espíritu escapa de la capsula y levanta su vuelo hacia a espiritualidad. ¿Quien podrá entender mejor que los espíritas las palabras de Paulo de Tarso: "Se siembra el cuerpo animal y nace el cuerpo espiritual"?

En la Ley del Trabajo se ve la sentencia sabia: el limite del trabajo es el de las fuerzas del hombre. Aquel que no puede sustentarse debe ser cuidado por la sociedad. La falta de trabajo es flagelo. Sí, es un flagelo talvez superado, solamente, peor l egoísmo de la humanidad.

En la Ley de Igualdad, queda demostrado que Dios no creó las clases sociales. Todos somos iguales delante de Dios, y Kardec eleva la mujer a su verdadera condición. Hombres y mujeres tienen los mismos derechos, pero deberes, o funciones, diferentes. Aunque para algunos parezcan modestas las funciones, hace ciento cincuenta años era esa una posición avanzadísima. Las Leyes Morales prohíben el aborto, la eutanasia, la esclavitud, el dominio del hombre sobre la mujer, y llama la atención de padres y educadores hacia la necesidad de la educación moral, formadora de buenos hábitos, y no apenas la instrucción.

Mas, nos deleitamos con la Ley de Justicia, Amor y Caridad, donde los espíritus afirman que el primer derecho del hombre es vivir. Para nosotros es un himno de amor, un grito de alerta, aun antes de la existencia de entidades que defienden los derechos humanos. el derecho de vivir comprende la dignidad de la vida. El Libro de los Espíritus afirma que nadie puede atentar contra la vida de otro. Es fácil comprender que no se trata de un atentado con arma o con agresión, mas también atentar contra la vida de otro con la mala distribución de la renta y de los bienes de la Tierra, con la justicia morosa y, a veces, inmoral en relación a los débiles y oprimidos.

La Doctrina Espírita es viril, valiente, revolucionaria. A nuestro modo de ver, yerran aquellos que predican una doctrina de sumisión, diciendo que los que sufren, hoy, gozaron y abusaron antes. Es esa sociedad injusta y opresora que fabrica las "cancelarías", las masacres de presos, las revueltas de la FEBEM, las torturas, las dictaduras y los crímenes bárbaros.

No predicamos la violencia, mas el valor de decir a quien yerra que él es responsable por las consecuencias de sus acciones. El valor de mostrar la hipocresía de los que desvirtúan un mandato otorgado por el pueblo, para ejercerlo en favor del pueblo, y no de sí mismos o de su corporativismo.

Creemos que ya es hora de los espíritas perfeccionar su asistencia social, que es importante, con cambios sociales. Vivir no puede ser una concesión de los más fuertes, sino un derecho natural. Hacer a los otros o que queremos que nos sea hecha es, aún más, una regla de oro para la humanidad.

(Tomado de: "Dirigente Espírita". Nº 59 - Mayo/Junio de 2000)

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