lunes, 3 de agosto de 2015

PRESERVAR EL MEDIO AMBIENTE


Autor Jorge Hessen
Las naciones, frecuentemente, luchan para tener y mantener el control de materias primas, proveyendo la energía, tierras, vertidos fluviales, pasajes marítimos y otros recursos ambientales básicos. “Esos conflictos tienden a aumentar a la medida que los recursos escasean y aumenta la competición por ellos”. (1)  El desenfrenado modelo económico, predominantemente consumista, es una de las barreras que impiden la conciencia ambiental.

Actualmente, no es preciso tener el don de la profecía, para hacerse una proyección sobre el triste escenario del futuro de nuestro Planeta. Tenemos conciencia de que estamos en la inminencia de desastres ecológicos, de consecuencias imprevisibles, cara a la ruta de colisión entre el hombre y la Naturaleza.

¿Por qué somos tan ingratos para con la Naturaleza, que trabaja sin cesar a nuestro favor, ofreciéndonos recursos ilimitados, olvidándonos de que ella, también, como nosotros ama, sufre y se revuelve? Sino, veámoslo: recientemente vimos, en el Sur de Brasil, ciclones con un cortejo de tragedias. En los EEUU, los huracanes vienen estremeciendo las estructuras de la sociedad americana, a ejemplo Katrina, en Europa, y en otras partes de la Tierra, observamos el verano cada vez más incandescente, causando incendios en variadas florestas del Orbe, sin precedentes en la Historia.

Es necesario que respetemos la Naturaleza, y, sobre eso, Emmanuel esclarece: “La Naturaleza es siempre el libro divino, donde la mano de Dios escribió la historia de su sabiduría, libro de la vida que constituye la escuela de progreso espiritual del hombre evolucionando constantemente con el esfuerzo y la dedicación de sus discípulos”. (2) ¡Ya percibimos que nuestro Planeta Tierra está en un proceso acelerado de calentamiento y solicita medidas urgentes! El relato de la comisión que estudia los cambios climáticos, de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), es sombrío. “Hasta finales de siglo, tres de cada diez especies de seres vivos desaparecieron del Planeta, y la vida humana será profundamente afectada”. (3)

Según el Instituto Goddard de Estudios Especiales, de la Nasa, 2005 fue un año que registró el más alto grado de temperatura en la superficie terrestre, desde el inicio de los registros climáticos modernos, en 1890, “probablemente el más caliente de los últimos millares de años.”(4) Los principales agentes pulidores de la atmósfera, responsables por su acelerado calentamiento, son las industrias y los vehículos movidos por motor de explosión (combustibles líquidos o gaseosos), más, hay otros agentes tóxicos que, también, causan un gran trastorno ambiental, como las chimeneas, sin la debida protección (filtros), quema a propósito o accidentalmente de una floresta o de un campo, y, las incineraciones (basuras, residuos industriales, hospitalarios, etc.).

Las fábricas de papel y cemento, industrias químicas, refinadoras y las siderurgias emiten óxidos sulfúricos, óxidos de nitrógeno, azufre, partículas metálicas (plomo, níquel y zinc) y otras sustancias utilizadas en la fabricación de insecticidas. “Los tubos de escape de los vehículos automotores emiten gases como el monóxido (CO) y el dióxido e carbono (CO2), el oxido de nitrógeno (NO), el bióxido de Azufre (SO2) y de los hidrocarburos. Todos esos sustancias son resultantes de las actividades humanas y son lanzadas a la atmósfera.” (5)

Otro factor relevante es la deforestación desarbolada, que contribuye, efectivamente, para el calentamiento atmosférico, pues la quema de las florestas produce gran cantidad de gas carbónico. El gas carbónico, a su vez, tiene la propiedad de absorber el calor, provocando el “fenómeno estufa”. El aumento de la proporción de ese gas, lanzado en la atmósfera, ocasiona un calentamiento acelerado de la superficie terrestre, conocido como “calentamiento global”. El efecto invernadero (6) ganó notoriedad en los últimos 50 años, periodo que coincide con la masificación del uso de los combustibles fósiles en vehículos con motor a combustión.

En 1985, los científicos identificaron un agujero en la capa de ozono, sobre la Antártica, que continúa expandiéndose, asustadoramente. La reducción del ozono (7) contribuye para el “fenómeno estufa”. Las consecuencias de ese síndrome son catastróficas, como el calentamiento y la alteración del clima, precipitando la ocurrencia de huracanes, tempestades severas y, hasta, terremotos; el efecto de “El Niño y La Niña”, también es alarmante, pues acelera el deshielo de los cascos polares, aumentando, consecuentemente, el nivel del mar e inundando regiones litorales. Prueba de eso, son los registros de disminución de los glaciales en el Haimalai, en los Andes, en el Monte Kilimanjao, y la única estación de esquí de Bolivia, Chacaltaya, puso fin a su actividad, por la escasez de nieve en la región.

La capa de ozono es la más expuesta al sol. Efectivamente, gases y vapores lanzados en la atmósfera absorben la radiación infrarroja emitida de la superficie de la Tierra, y, a su vez, devuelven energía absorbida para la superficie. Resultado: la superficie retiene casi el doble de energía que debería recibir del Sol, quedando cerca de 30 grados Celsius más caliente de lo que si no sufriese la acción de los gases que provocan ese aumento. Los científicos calculan que, en el hemisferio sur del planeta, decenas de millares de personas no resistirán el calor. Si el aumento de la temperatura fuera de 3º C, el número de muertos, por año, será de 87 mil, hasta 2071. Si el aumento del calor fuera de 2.2º.C., el numero de muertos bajará a 36.000, por año. Luego. ¿Ante esas asustadoras previsiones, que nos resta? Creo que no caminar más en sentido contrario a la Naturaleza.

El análisis de muchos ambientalistas revela que la elevación de la temperatura en hasta 8º C, en las regiones templadas, y 5º C, en los trópicos, va a provocar, antes del 2100, impactos desastrosos en el equilibrio ecológico, como la extinción de especies vegetales y animales, y la desaparición de vastas áreas de matorral virgen, salvajes, como la Floresta Amazónica, reconocidamente tenida como “el pulmón del Mundo”, decretando el fin de la mayor parte de la vida en la Tierra, con la muerte de millones, o tal vez, billones de personas.

Sabemos que el clima y el medio ambiente ejercen gran influencia en el espíritu encarnado. La realidad climática está constituida de varios elementos a saber: temperatura, lluvia, humedad, vientos, masas de aire y presión atmosférica, y sufre la influencia de varios factores, como por ejemplo: la posición astronómica y geográfica de la región o país, configuración del territorio, las altitudes y las líneas maestras del relevo, fenómeno meteorológico, etc.… Cara a eso, Emmanuel amonesta: “El medio ambiente en que el alma renació, muchas veces constituye la prueba expiatoria; con poderosas influencias sobre la personalidad, se hace indispensable que el corazón esclarecido coopere en su transformación para el bien, mejorando y elevando las condiciones materiales y morales de todos los que viven en su zona de influencia” (8)

En el momento que la sociedad percibió los efectos catastróficos, de desequilibrios y desastres ambientales, las normas que regulan las relaciones del hombre con el medio ambiente fueron surgiendo, para desviar la ruta de un probable choque entre la Naturaleza y el hombre. El marco de consolidación de la conciencia ambiental fue, sin duda, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, en Estocolmo, realizada en junio, de 1972. Veinte años después (1992), la de Río-92 fue otro importante marco para el Derecho Ambiental y las políticas de protección al medio ambiente, en diversos países, principalmente, en Brasil.

Los progresos de las negociaciones sobre la implantación de la Convención_ Cuadro sobre el cambio del Clima resultaron en la adopción, en 1997, de un Protocolo, durante la tercera Conferencia de las Partes (COP), realizada en Kyoto, en Japón. Ese documento, que quedó reconocido como Protocolo de Kyoto (NACIONES UNIDAS - CONVENCIÓN SORE EL CAMBIO CLIMÁTICO, 1997), establece metas y plazos relativos a la reducción o limitación de las emisiones futuras del dióxido de carbono y otros gases responsables por el efecto invernadero. (9)

No es sin razón que debemos considerar, si, los peligros reales que nos rodean: el agujero en la capa de ozono; la deforestación desordenada de nuestras florestas, la corrupción de nuestras aguas transparentes, las industrias degradantes, la producción cada vez mayor de vehículos de combustión, etc.… Si meditamos sobre el momento en que vivimos, bajo la óptica de la revelación espirita, tendremos motivos suficientes para creer que el inmovilismo y desesperanza, consecuentes del pesimismo e indiferencia que prevalecen, actualmente, entre los hombres, precisan ser substituidos por la acción eficaz de cada uno de nosotros. ¿Por qué no hacer más, e intentamos cambiar ese triste panorama? ¿Por qué no nos movilizamos y adoptamos medidas urgentes de prevención, evitando, así, un mal mayor, o sea, un caos ecológico para nosotros mismos y, principalmente, para las generaciones futuras, en vez de quedarnos a penas como espectadores?

Podemos incentivar, en el uso de nuestra plena ciudadanía, la creación de rigurosas legislaciones, anti-corrupción; adaptarnos a la reducción diaria de coches (Una persona que camina 20 kilómetros por día en un coche “popular” (1,0 c.c), movido por la gasolina, emite 1,87 toneladas de CO”, por año. Para neutralizar esas emisiones, se precisan plantar nueve árboles, cada año); si colaboramos en el control y fiscalización sobre deforestación e incendios, en los matorrales y florestas, planear nuestras residencias en los barrios, en las ciudades, buscando siempre la armonía entre la naturaleza y la urbanización; incentivar a las personas a plantar árboles; evitar el desperdicio de agua y energía eléctrica; recorrer pequeñas distancias en bicicleta, en vez de salir en el coche; separar la basura, si en nuestra ciudad no hubiera recogida selecta de basura y, mucho más…

Debemos estar atentos, abrir nuestro ojos para alertar a los especialistas, pues ya es demasiado claro que es apenas una cuestión de tiempo, para las consecuencias nefastas de las previsiones comenzar a afectar, brutalmente, nuestras vidas y, principalmente, las vidas de nuestros hijos y nietos. ¡Y no vengamos con la disculpa de ocasión, afirmando que todo está previsto por Dios! No olvidemos que Dios se manifiesta al hombre, a través del propio hombre.

Por tanto, no todo está previsto, pues, se trata tan solo, de la acción del hombre. La tierra se asemeja a un organismo vivo, con mecanismos para auto regular sus funciones. (10) Recordemos que si el calentamiento global es cuestión mundial, las consecuencias sobre la Tierra serán de responsabilidad individual.

Es obvio que debemos guardar las esperanzas en días mejores, hasta, porque, “el Espiritismo, en su misión de Consolador, es el amparo del mundo en este siglo de declives de su Historia; solo este puede, en su acción de Cristianismo redivivo, salvar las religiones que se apagan entre los choques de fuerza y de ambición, de egoísmo y de dominio, apuntando al hombre sus verdaderos caminos. En su manantial de esclarecimientos, se puede beber la linfa cristalina de las verdades consoladoras del Cielo, preparándo las almas para la nueva era.” (11)

¡Espíritas, manos a la obra! Hagamos nuestra parte. No transfiramos para los otros, o para nuestros gobernantes, lo que es, también, de nuestra responsabilidad.

FUENTES:
1- Trecho  encontrado en la página 325 del informe BRUNDTLAND, de 1988, de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, en el libro “Nuestro Futuro Común” 
2- Xavier, Francisco Cándido. El Consolador, dictado por el Espíritu Emmanuel, Río de Janeiro: Ed FEB, 2001, cuestiones 27, 28
3- Informe de la comisión que estudia los cambios climáticos, de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), 2007 4- Cf. Instituto Goddard de Estudios Espaciales, de Nasa-EEUU
5- Texto de Marcos Tadao Mendes Murassawa. Calentamiento Global - Ficción x Realidad accesado en 01-01-08 6- Fenómeno percibido por primera vez en 1827, por la comunidad científica.
7- Ozono es un gas que filtra los rayos ultravioletas del Sol. Si esos rayos llegaran a la superficie terrestre con más intensidad provocarían quemaduras en la piel, que podrían hasta causar cáncer, y destruirían las hojas de los árboles. La capa de ozono protege la tierra de los rayos ultravioleta del sol, que son extremadamente prejudiciales a la vida. Está situada en la franja de 15 y 50 Km. de altitud.
8- Xavier, Francisco Cándido. El Consolador, dictado por el Espíritu Emmanuel, RJ: Ed FEB, 2001, cuestión 121.
9- Por el Protocolo de Kyoto los países industrializados se comprometían a traer sus emisiones de carbono (CO2) a un nivel 5,2% menor que lo de 1990 entre 2008 y 2012. Para eso necesita de la ratificación de 55 países.
10- Teoría que afirma que el planeta Tierra es un ser vivo. Presentada en 1969 por el investigador británico James Y. Lovelock, la Teoría de Gaia, también conocida como Hipótesis Gaia, dice que la biosfera terráquea es capaz de generar, mantener y regular sus propias condiciones de medio-ambiente.
11- Xavier, Francisco Cándido. El Camino de la Luz, Río de Janeiro: Ed FEB 1987.


Traducido por: Mercedes Cruz Reyes                       Revisado por: Flavio Acarón Ortiz



No hay comentarios:

Publicar un comentario