lunes, 18 de mayo de 2015

REFLEXIÓN, CONCENTRACIÓN y MEDITACIÓN

 Autor: Gil Restrani de Andrade


Parece haber una equivocada comprensión sobre lo que realmente es la reflexión, la concentración y la meditación, entre los espíritas.
Para una  doctrina cuya finalidad principal es la de que sus adeptos logren el crecimiento  del Espíritu, a través del la lucha incesante contra las deficiencias de orden moral, es absolutamente necesario conocer y discernir  esas distintas posturas mentales, para hacer el mejor uso de ellas  cuando y donde sean necesarias.

Reflexión

La reflexión se caracteriza por la dirección del pensamiento hacia nuestro interior, haciendo un análisis de conciencia retrospectivo de los actos realizados o por realizar, sus repercusiones sensoriales en su propio ser y en el de otras personas  que con nosotros conviven. Es característica de los individuos que no “viven” de forma pura y sencilla, sino de las que enjuician su modo de vivir, que analizan, a veces, metódicamente las acciones a emprender, su planificación y las consecuencias de eventos ya ocurridos. El individuo habituado a reflexionar de esta forma es denominada: calculista, excéntrico, sistemático o metódico.

Se puede desprender, de ahí, que no son comunes los que van a la lucha por la vida de forma reflexionada.  La gran mayoría se deja llevar por el gusto de los reflejos condicionados, de las respuestas aprendidas en el seno familiar y en la vida cotidiana, a los diversos estímulos, a las diversas ocurrencias de la vida.
Aún así, estará correcto lo que refleja el que analiza su conducta diaria, segregando la ”paja del trigo", pues estará siguiendo la máxima evangélica: "Ayúdate que el cielo te ayudará".

En la reflexión, el alma maneja el raciocinio, objetivando la adquisición de conocimientos; es propia del ser inteligente.  Por el auto-análisis, por el "conócete a ti mismo", estaremos caminando en dirección a nuestro perfeccionamiento.

Concentración

Es muy común, en las casas espíritas, en las reuniones públicas o privadas, ser convidados por el dirigente a concentrarnos para la realización de una oración; muchas veces, el llamado viene acompañado de una sugerencia para que "dejemos fuera nuestras dificultades  deficiencias, olvidándonos de nuestros dolores y males”, no sabiendo el compañero que así indicó que estará impeliendo todas las mentes, justamente, a aquellos recuerdos. La concentración se caracteriza por centrar de la mente en "clichés mentales" o "formas-pensamiento" bien definidas, con exclusividad.

La concentración puede ser individual o colectiva, si fuera hecha por una persona, aisladamente, o por un grupo de personas.  Puede además ser negativa o positiva, conforme la naturaleza de las intenciones, de los sentimientos y de las ideas envueltas. Considerando la extraordinaria relevancia de la concentración en el desenvolvimiento de los trabajos espíritas, mayormente los mediúmnicos, es imprescindible el conocimiento de procesos o procedimientos usualmente utilizados para facilitar la concentración, aunque no obstante, se reconozca que, teniendo cada Espíritu su propio historial de vidas —actual y pretéritas —  son individualidades diferenciadas, con diferentes reacciones a estímulos mentales. 

Esta es la secuencia de procedimientos para la concentración":
1 – Se escoge un "objeto o "paisaje", o también un mensaje de alto tenor sensorial;
2 – Se retira de la conciencia todo y cualquier estímulo externo diferente de la selección hecha;
3 – Se mantiene fijada, de modo firme, la conciencia y toda la mente sobre el "objeto" de la concentración;
4 – Se busca una visualización lógica y una percepción completa respecto del "objeto";
5 – Se trata de alcanzar lo que está por detrás del "objeto" o de la "forma-pensamiento" considerada, o también por la idea por ella responsable.
El consagrado científico probó que energía es materia; como el pensamiento también es energía, se desprende que pensamiento es materia.  De ahí se puede observar la extra­ordinaria importancia de la concentración.

Meditación

La meditación es exactamente la extensión de la concentración; su alcance es conquistado a medida que el individuo consiga concentrarse con mayor eficacia. Meditar es colocarse en contacto con fuerzas internas, caracterizándose la concentración por una actitud quieta, atenta y expectante;  no intensa, sino calmada, dando atención a las ideas que se presentan.  Hay un contacto sutil y agradable con las corrientes superiores del saber, propias de las dimensiones superiores del astral.  Jesús decía que meditar es el estado de oración.

Estados de conciencia

Son conocidos cuatro estados de conciencia, designados por los niveles:  Beta, Alfa, Theta y Delta.

Esos niveles son determinados por la frecuencia de los impulsos mentales emitidos por nuestro cerebro. Cuanto más intensa la frecuencia, menor la capacidad conciencial; cuanto menos intensa, inversamente, mayor será la capacidad.
BETA: es el nivel de frecuencia mental en que usualmente nos encontramos.  Es el estado de vigilia, donde tenemos el mayor ciclaje cerebral: 21 ciclos por segundo, que puede elevarse a 60 o más, cuando se este nervioso, excitado, temeroso, ansioso, asustado, tenso o en pánico.

ALFA: la frecuencia o ritmo cerebral se sitúa entre 7 y 14 ciclos por segundo.  La mente y el cuerpo entran en régimen de paz, de calma, de ausencia de tensiones, físicas o sensoriales.  Se obtiene por la contemplación o concentración.  En Alfa un médium educado entra en sintonía con los Espíritus de los desencarnados, que, cuando son superiores, ajustan su propia frecuencia espiritual a ese nivel.

THETA: la frecuencia (o los ciclos del cerebro) baja a un intervalo entre 4 y 7 impulsos por segundo. Aunque la mente esté consciente, hay una enorme proximidad del sueño.

DELTA: es el ritmo cerebral del sueño: entre 0.5 y 4 ciclos por segundo.  La mente no consigue actuar a nivel consciente.  El periespíritu, en ese nivel, puede desprenderse y convivir con los Espíritus desencarnados, recibiendo de ellos influencia, positiva o negativa, conforme la evolución del alma.

Resumen
La reflexión ocurre en Beta.

La concentración en Alfa y, con mayor intensidad, también en Theta.

La meditación ocurre más frecuentemente en Theta y eventualmente en Delta.
Nos compete a los espíritas, profundizar en esos conocimientos, para una mayor proficiencia de los trabajos mediúmnicos y una mejor comprensión de los procesos utilizables para el intercambio mediúmnico, con vista a la búsqueda de nuestro mejoramiento espiritual.

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