Conforme
envejecemos, el cerebro se reorganiza y pasa a actuar y pensar de manera
diferente. Esa restructuración nos torna más inteligentes, calmados y felices.
“Para el ignorante, la vejez es el invierno; para el sabio, es la estación de
cosecha, dice el Tamulde.
Tornarse
viejo es proceso natural que puede ser atrayente o desfavorable. Sentimos
constreñimiento al percibir la capacidad física disminuyendo, no en tanto la
capacidad intelectual puede aumentar, así como la experiencia de vida.
En la vejez
puede ocurrir relativa pérdida de la memoria, más el aprendizaje y raciocinio
social mejoran, o sea, en la vejez hay más capacidad de navegar a través de las
complejidades de la vida en la sociedad. Cuando la libido, por ejemplo, se va
desvaneciendo el encanto de vivir se va alargando, no obstante la salud física
pasa a generar quejas en aquellos que no supieron o no se prepararon para
envejecer.
Los
especialistas están percibiendo que la actitud mental tiene un papel importante
en la decrepitud. Por eso, hay personas que dicen sentirse más jóvenes de lo
que realmente son. La perspectiva juvenil la torna más activa y más longeva.
¿Entretanto, porque existen personas desanimadas a los veinte años, cuando
otros se sienten activos a los ochenta? ¿En qué tiempo se debe colocar el
límite entre mocedad y la vejez? Feliz el viejo que vivió la vida bien vivida y
vive ahora el esplendor de la vejez con el espíritu joven, lleno de vida.
Si vivimos
en la disciplina del trabajo, con la gimnástica en la academia del pensamiento
digno, mantendremos siempre saludables los músculos de la juventud espiritual,
la que se construye, por la fuente inexorable de la renovación, perfeccionando
el presente y edificando el mañana.
No podemos
execrar la vejez, cuando vemos que el tiempo nos trae la riqueza de la
experiencia. No hay límite preciso entre juventud y vejez, cuando conseguimos
dominar el cuerpo físico y conservarlo viril a través de los años. Siendo así,
no envejecemos. Por el contrario, el tiempo lo mejora y agudiza, dándonos la
juventud que se repite, cada vez más hermosa y segura en cada nueva
encarnación.
Es
completamente incoherente considerar la vejez como algo horrible, mortificante,
degradantes. Ahora, ¿por qué evaluamos el transcurso del tiempo de decadencia y
no cambiamos? Recordemos que Jesús solo se entregó a su misión en la edad
madura, y Kardec solo inicio la codificación del espiritismo a los 50 años de
edad. Chico Xavier no se entregó a la vejez y aun mismo cuando fue transportado
en los hombros amigos sirvió a todos los necesitados que por el buscaron
consuelo hasta el final de sus días aquí en la Tierra.
Traducido
por: Mercedes Cruz Reyes
Madrid/España
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