miércoles, 5 de junio de 2013

EINSTEIN, FREUD y KARDEC



Estimado profesor Freud: ¿Existe alguna forma de librar a la humanidad de la amenaza de la guerra?.

Así está escrito el encabezado de la carta dirigida al reconocido Médico de Almas y Padre del Psico­análisis.

La correspondencia la firmaba el famoso físico alemán Albert Einstein, con fecha 30 de julio de1932; en vísperas de la invasión nazista a Austria. Presenta la cuestión a invitación de la “Liga de las Naciones (precursora de la ONU) y de su Instituto Internacional para la Cooperación Intelectual, localizado en Paris. Además de aquella, otras dos preguntas componen la histórica misiva: “¿Cómo los mecanismos de poder consiguen despertar en los hombres un extremo entusiasmo, al punto de sacrificar sus vidas?” y “¿Es posible controlar la mente del hombre para tornarlo a prueba de las psicosis, del odio y de la destrucción?”.

Einstein nació en la ciudad de Ulm, Alemania, el 14 de marzo de 1879. A partir de 1912-1914, comienza a realizar sus famosos estudios en torno de la Teoría de la Relatividad General, publicándola en 1916. Recibe el Premio Nobel de Física en 1922, desencarnando el 18 de abril de 1955, a los 76 años.

Sigmund Freud; Nació en Morávia el 6 de mayo de 1856, en la ciudad de Freiberg, actual Pibor, en la República Checa. Ingresa en el curso de Medicina, de la Universidad de Viena en 1873, lo concluye en 1881. A partir de 1885 realiza una pasantía con el gran médico francés Jean Martín Charcot (1825- 1893), en el hospital Salpêtriére, en Paris. Desencarna en Londres el 23 de septiembre de 1939.

La esencia del pensamiento de Einstein al formular al creador del Psicoanálisis sus instigadoras pregunt­as, demuestra la preocupación del gran físico, con la constante amenaza de una nueva guerra.

Él, un día declaró “No sé cuáles serán las armas de la Tercera Guerra Mundial, pero, la Cuarta Guerra Mundial será combatida con palos y piedras”. Resal­tando para el Dr. Freud, que, con el progreso de la Ciencia en nuestros días, “ese tema adquirió signi­ficado de asunto de vida o muerte para la civilización” y de que “todas las tentativas de solucionarlo, termi­naron en lamentable fracaso”.

Al justificar su apelación al famoso Psicoanalista, en nombre de las entidades de carácter social y científico, el genio de la Matemática declara que “el objetivo ha­bitual de su pensamiento, no le permite una compren­sión interna de las oscuras regiones de la voluntad y del sentimiento humano”, y sitúa su expectativa en que Freud “proporcione la resolución del problema mediante el auxilio de su profundo conocimiento de la vida instintiva del hombre”.

La segunda cuestión, deriva de la primera, Einstein enfatiza su diagnóstico científico de que “El hombre encierra dentro de sí un deseo de Odio y destrucción y que ese estado pasional, puede potencializarse en una psicosis colectiva, que sólo un especialista (como el caso de Freud), en la ciencia de los instintos humanos, puede resolver”.

Finalmente en la última cuestión formulada en a­quellos idos 1932, por el creador de la Teoría General de la relatividad y que un día declaró que “apenas dos cosas son infinitas: El Universo y la estupidez huma­na, pero no estoy seguro con respecto al primero.”- él argumentaba que tenía conciencia del interés de las clases dominantes, las cuales “no tenían límite en las ansias de poder político” y que “consideraban a la guerra como una forma de expandir sus intereses personales”. Einstein tenía exacta noción de que aparte de las guerras entre naciones está “la exis­tencia de conflictos por intolerancia, religión o perse­cuciones a minorías raciales”.

En septiembre de 1932 Sigmund Freud res­ponde al “Estimado profesor Einstein”, declarando haber sido tomado por sorpresa ante las indagación de “¿Qué puede ser hecho para proteger a la huma­nidad de la maldición de la guerra?”. Enfati­zando que en principio entendió, que el asunto sería del dominio de los estadistas. Intuyó luego que Eins­tein cuestio­naba, no como científico, y sí como filán­tropo, para que su respuesta fuera encarada a partir del Psico­análisis; la guerra sería consecuencia de los impulsos de odio y del deseo de destrucción y que la sociedad vive en constante transformación de la violencia. Según Freud, en muchos individuos exis­te la agresi­vidad y crueldad, conforme el ilustre Psi­coanalista podía deducir, al oír los relatos dramáticos, resultantes de trastornos de personalidad.

El pensamiento freudiano enseña que los seres hu­manos son incitados a la guerra por diferentes moti­vos, entre ellos el deseo de agresión y destrucción, y que la satisfacción de esos impulsos destructivos, sería posibilitada por la mezcla con otros motivos de naturaleza emotiva e idealista. Freud enfatiza que si eldeseo de optar por la guerra, es un efecto del instinto destructivo, la solución sería contraponerle el “Yo” antagonista bien poderoso: Eros, el instinto del amor.

En ese punto por lo tanto, el Psicoanálisis habla de amor y Freud recuerda el Nuevo Testamento: Ama a tu prójimo como a ti mismo y que en ese momento “los hombres comparten sus intereses y producen comunicación de sentimientos.”

El autor de “El malestar en la Civilización” (1930), proponía que era necesario un cuidado con la educa­ción de los hombres de mentalidad independiente, que no debía estar basada en la coacción o intimida­ción, aunque para él ese ideal educacional fuese una utopía.

En el año en que Sigmund Freud cumplía 13 años de edad, Allan Kardec desencarnaba en Paris, el 31 de marzo de 1869. Einstein nacería solamente 10 años después, y cuando tenía 50 años (1932), escri­bió su famosa carta, que muy bien podría haber sido sometida a la apreciación del pensamiento doctrinario del Espiritismo, constante de sus obras básicas, resultado del esfuerzo personal de Allan Kardec y de su equipo de médiums, de colaboradores directos y de la acción colectiva, organizada, con dinámica uni­versal de enseñanza, promovida por los Espíritus que se movilizaron en nombre de Dios y de Jesús, para corroborar la venida del Consolador a la Tierra.

Imaginemos: ¿Qué respuesta daría Allan Kardec, en caso de ser posible, a los cuestionamientos de Einstein?. El Codificador, ciertamente se dirigiría al Capítulo VI - De la Ley de Destrucción, que se encuentra en la tercera parte del Libro de los Espíritus, publicado el 18 de abril de 1857. Creemos con certeza que sería a partir de la pregunta 742, cuando los Espíritus preguntados ¿Cuál es la causa que lleva al hombre a la guerra? Responden que es el “Predomi­nio de la naturaleza animal, sobre la naturaleza espiritual y la satisfacción de la pasiones” y que, “A medida que el hombre progresa, la guerra se vuelve menos frecu­ente, porque él evita sus causas y cuando la juzga necesaria, sabe adicionarle humanidad.”

Reforzaría esas lúcidas y racionales enseñanzas, informando que el hombre no tiene dos almas, una buena y otra mala, y que los buenos o malos instintos serían por la influencia de una u otra, la dupla que tiene el hombre, es sólo por su naturaleza. Existe en él la naturaleza animal y la naturaleza espiritual, tal como lo consignado en la pregunta 605.

Comentaría en consonancia con la pregunta 743, del Libro Básico de la Doctrina Espirita, que la guerra desaparecerá de la faz de la Tierra, el día en que los hombres comprendan la justicia y practiquen la Ley de Dios y que en esa época, todos los hombres serán hermanos.

Aclararía también respecto del Libre Albedrío, tal como está explicado en la pregunta 843, en la cual los Espíritus destacan que el hombre tiene la libertad de pensar y actuar, y que sería una máquina si no poseyera la libertad de escoger de acuerdo a su propio discernimiento”.

Presentaría además sus estudios en torno a la educación moral, aquella que consiste en el arte de formar caracteres, que puede ser definida como:”El conjunto de los hábitos adquiridos”, afirmando que “sólo la educación, podrá reformar a los hombres”, enseñanzas estas constantes en las preguntas 685a y 796 del Libro de los Espíritus.

Finalmente, podría cerrar su respuesta a Einstein informándole que “el hombre es casi siempre artífice de su propia infelicidad” pero que “practicando la Ley de Dios se puede ahorrar muchos males, alcanzando la felicidad tan grande como sea posible en su existencia grosera.” Conforme a las informaciones de los Espíritus explicadas en la pregunta 921 del referido libro.

En un futuro próximo, muchas indagaciones acerca de los enigmas de la vida y del comportamiento huma­no, que preocupan a científicos, religiosos, pensado­res agnósticos y de visión reducida del hombre, serán examinadas a la luz del Espiritismo, obteniéndose entonces la claridad necesaria para su interpretación y solución.

Adilton Pugliese
e-mail: santospugliese@hotmail.com

Revista Internacional de Espiritismo/Brasil Enero 2010.

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