Autor: Jorge Hessen
El sentimiento de angustia insistente a muchos hombres y mujeres, en cualquier faja etaria, los remite al desinterés de vivir, al miedo del mañana, al desanimo en vista de los desafíos del destino, en fin, a una ausencia de ánimo que recibe de la psiquiatría la siniestra terminología: depresión.
Para el psiquiatra esa anomalía psíquica se distingue por disturbio mental caracterizado por postración física o moral, desanimo, sensación de cansancio, cuyo cuadro muchas veces incluye, también, ansiedad, en mayor o menos grado. A rigor la depresión resulta de la ausencia de la esperanza y de inseguridad en relación a lo que está por venir.
Nuestro criterio pronostica de esa patología que están incrustados tristeza, ausencia o disminución de la voluntad, exagerado sentimiento de culpa, perdida de proyectos de vida, deseo de muerte, reducción de capacidad cognitiva, más allá del insomnio o mórbida y prestante soñolencia. Esos síntomas son de flaqueza neuro físico mental, favoreciendo la invasión oportunista de la enfermedad, por carencia de la restauración de la energía mantenedora de la salud, sobreviniendo las asperezas de la apatía como dispositivo misterioso del cual para despojarse requiere soberbios esfuerzos de auto educación.
La conducta mente espiritual de los hombres, cuando cultiva los sentimientos de la irritabilidad, del odio, del celo, del rencor, impregna al organismo físico y al SNC (sistema nervioso central), con frecuencias vibratorias infectadas que bloquean múltiples estados patológicos, cara a la proliferación de agentes deletéreos (microorganismos de origen psíquicos) degenerativas que se instalan. Por eso, la disciplina mental surge como piedra angular, sustentando el edificio de las luchas rutinarias bajo el influjo de la resignación indispensable ante los embates vitales al crecimiento espiritual.
La causa de la depresión está enraizada en el periespíritu y, a rigor, no tiene matrices en el cuerpo físico. El conflicto del enfermo remonta a causas pasadas, probablemente remotas, con reverberación en el presente. Los Benefactores Espirituales explican que en las muertes prematuras traumáticas (accidentes - suicidios) en persona con gran reserva de fluido vital, impone fuertes impresiones e impactos vibratorios en la compleja estructura psicosomático, formando en el espíritu un cliché mental robusto del momento del traspaso. (Desencarnación)
En la reencarnación subsiguiente el amortecimiento biológico del cuerpo físico, no es suficiente, para neutralizar los Flash de los últimos momentos de la vida anterior. Esa distonia vibratoria tendería a reaparecer, guardando identidad cronológica entre las reencarnaciones. Los flash impresionan a los neutonios sensitivos del SCN (sistema nervioso central) y estos desencadenarían los síntomas psíquicos vía neurotransmisores cerebrales.
Las torturas sufridas durante largos periodos en las regiones de penumbra del más allá (umbral), podrian crear raices de tormentos en el periespíritu que, alcanzado el cerebro físico en la reencarnación siguiente, facultarían el surgimiento de las múltiples fobias, depresión y tantas otros síndromes de angustias intimas.
Cabe recordar que el proceso terapéutico adviene de la fuerza espiritual del prisionero de la depresión, cuando canalizada de manera correcta, sobre los fundamentos de la educación del pensamiento y de la disciplina saludable de los hábitos. Es un embate sin tregua, sin embargo el esfuerzo para llevarla a término construirá bases morales sólidas, en aquel que se predispone a realizar.
Jesús, el Psicoterapeuta por excelencia, nos envió como legado uno de los mayores tratados de psicología de la Historia: la Codificación Espirita , cuyos preceptos trae a la memoria humana la certeza de que a pesar de los azotes aparentemente destructores del destino, el hombre precisa conservarse de pie, denodadamente, marchando, firme, al encuentro de los supremos objetivos de la vida, arrastrando los obstáculos como un instrumental necesario que Dios envía a sus criaturas.
Por eso mismo, considerado la dolencia del siglo, responsable por muchos de los suicidios, la depresión tiene preocupado a los especialistas. Los Psiquiatras estiman que de cada grupo de 100 personas 15 tienen la pro validad de desenvolver la depresión. Es un disturbio asociado a la ocurrencia de la alteración de substancias como la serotonina, noradrenalina, interferona, y dopamina. Cuando su producción o forma de producción se altera puede generar la depresión y de hay para el suicidio es una puerta muy abierta.
El uso de los antidepresivos establece la armonía química cerebral, mejorando el humor del paciente, no en tanto, cuidan simplemente del efecto, pues los medicamentos no curan la depresión en sus causas intrínsecas; apenas restablecen el transito de los mensajes neuronales, mejorando el funcionamiento neuroquimico del SNC (sistema nervioso central). Si los médicos salen mal sucedidos, tratando la mayor parte de las molestias, el porque tratan el cuerpo, sin tratar el alma. Ora, no hallándose todo en buen estado, es imposible que una parte de el lo pase bien.
Si nos encontramos bajo el guante de intensos sufrimientos huyamos de la inercia y tengamos, en el trabajo renovación intima, la convicción de que las situaciones por más aflictivas irán a fortalecer nuestro mundo emocional para un porvenir mejor. Eso porque con Jesús los reflejos del pasado serán apenas estímulos para entregarnos a la lidia renovadora y proficua en pro de nuestras existencias porvenir.
Traducido del portugués por: Mercedes Cruz Reyes
E-mail: merchitacruz@gmail.com
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