viernes, 6 de marzo de 2015

DESHONESTIDAD Y ESPIRITISMO NO SON COMPATIBLES

Por: Jorge Hessen
 
El término deshonestidad es utilizado para describir los actos pícaros, la corrupción, la falta de probidad, la ausencia de integridad, mentir o ser deliberadamente una persona engañosa. El mal carácter es adverso a la propiedad, es indecente; deshonrado, es escandaloso y así sucesivamente...

¿A propósito, somos realmente honestos? ¿Somos mentirosos? Contemporizamos con la rapiña, con los fraudes, La evasión de impuestos, el engaño. A rigor, ser incorruptible requiere disciplina. Ser honesto demanda disciplina moral y ética, coraje, para combatir las malas tendencias, diligencia para no consentir caer en la perdición de hacer trampas.

La deshonestidad remite a la fantasía instantánea de llevar ventaja inescrupulosa, con todo ciertamente quedaremos a merced de la inevitable cobranza de la conciencia y no hay como engañarla. La conciencia no se corrompe, en ella están sentadas las Leyes de Dios, es ella la que nos alerta y trae la realidad de las circunstancias y actos que practicamos cuando actuamos de mala fe, sirviéndonos de la infeliz ley de provecho insensato. Cuando alguna persona nos pregunta si somos incorruptibles, normalmente la indignación nos invade la mente, solo por creer que alguien duda de que seamos honestos. ¿Muchas veces nos pronunciamos honrados, más será que verdaderamente lo somos siempre, o es solo de apariencia esa virtud?

Si rozamos o abollamos involuntariamente un automóvil en el estacionamiento, cuyo dueño no está presente, tendemos a huir del lugar, en vez de colocar un aviso del incidente, dejando nuestro teléfono o una nota para contactar. ¿Cuántas personas no obedecen la orden de una cola de los bancos, cines, hospitales etc. intentando encontrar formas de  ocupar el lugar reservado para aquellos que vinieron antes? Acostumbrados evaluar negativamente a los ladrones, asesinos, encarcelados en penitenciarias de una forma general.

¿Todavía, será que fuera de las prisiones hay superávit de gente honesta? ¿Cuántas veces compramos productos de origen dudoso para evadir impuestos? ¿Cuántas veces devolvemos el cambio que la cajera del supermercado nos dio de más? ¿Cuántos mecánicos de automóviles, técnicos de frigoríficos, de televisión, máquinas de lavar, de ordenadores mienten para cobrar más caro?

¿Cuántas veces estacionamos en el aparcamiento del anciano o deficiente sin ser anciano o deficiente? ¿Cuántos usan de su autoridad para anular multas de transito? ¿Cuántos beben alcohol y conducen ebrios? No nos asombra que administradores se apropien de los fondos públicos; que empresarios renuncien para tener El máximo lucro. Según las estadísticas consagradas, Brasil es uno de los países mundialmente campeón en corrupción, haciendo asociación a determinados diminutos países africanos. ¿Qué tipo de ambición exorbitante y estúpida está en la base de la deficiencia de carácter capaz de olvidar todos los escrúpulos para con la conciencia y aprovecharse tan sagazmente del cofre del Estado? No somos el primer, el único, o el último en anunciar ese sequito de vicios, con todo la prensa, frecuentemente, edita y expone tales hechos, francamente execrables y con gran repercusión negativa.

Algunas veces pronunciamos en la tribuna que el verdadero espirita es honesto en todo lo que hace. Si es presidente de una casa espirita precisa presentar los movimientos financieros a los frecuentadores. Es indispensable tener transparencia en la prestación de cuentas, mensualmente, con los contribuyentes de la casa espírita. Creemos que es simple obligación anotar en el “cuadro de avisos” al público, la comprobación de la correcta aplicación de los recursos recibidos. Los dirigentes que así proceden ven patentadas la credibilidad de la institución que administran y la pureza de sus intenciones.

Cuando los dirigentes son omisos y no prestan cuentas es evidente que quedamos atónitos y avergonzados principalmente cuando sabemos, por la prensa, que algunas instituciones “filantrópicas” desvían recursos, emiten recibos forjados de falsas donaciones, dejan de pagar impuestos etc.…

Es imponderable que hay instituciones que reciben, a guisa de
donaciones, ropas, calzados, alimentos, electrodomésticos, etc. y los administradores se apropian de ellas. Es irremediable que existan instituciones que acepten donaciones, hasta de objetos valiosos y sus directores se apropian de las mejores piezas antes de exponerlas en los bazares llamados “caritativos”.

La prudencia continúa siendo nuestra mejor consejera. Por cuestión de conciencia ética, sabemos que un autentico espírita tiene que ser fiel a los principios que la Doctrina de los Espíritus impone y tener noción de que la honestidad es práctica obligatoria para todo ser humano, sobretodo, para un cristiano.

¿O será que debemos reivindicar pedestales en los panteones terrenos por ejecutar dignamente aquello que es nuestra obligación hacer? es imperiosa romper con los valores invertidos, con el baño de ética, con la recuperación de la honestidad.

En la condición de espíritas, sabemos que, para la consustanciación de la “patria del evangelio” será imperativo una renovación mental y de comportamiento urgente en el país. Si quisiéramos vivir un panorama social armónico, debemos empeñarnos para promover una reforma ética generalizada entronizando la fuerza de la integridad moral.


Traducido por Mercedes Cruz Reyes

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