sábado, 28 de julio de 2012

LA CUESTIÓN SOCIAL Y EL LIBRE ALBEDRÍO




En la actualidad los hechos nos demuestran que vivimos en una sociedad cuyos principios se basan en la libertad de mercado como organismo regulador de las relaciones económicas y sociales. Tal mercado determina las condiciones bajo las cuales se efectúan los trueques, regula las condiciones para la adquisición y venta de la mano de obra, para obtener mayor lucro, pues la energía y la capacidad humanas son transformadas en objetos, artículos. En la sociedad en que vivimos, quien posee capital puede comprar  trabajo y exigir que se trabaje para el mayor beneficio posible, relativo a la inversión de su capital. Quien posee la fuerza del trabajo, el trabajador, debe venderla a los capitalistas, mediante las condiciones del mercado, siempre envilecedoras, a menos que conjuntamente con su familia se muera de hambre.
La sociedad actual se refleja en una estructura económica de valores, donde el capital comanda el trabajo; donde las cosas acumuladas (riquezas) tienen valor superior al ser humano (que posee la fuerza de trabajo), y es aquello que está vivo, que tiene vida.

En el proceso de globalización de la economía, testimoniamos la creciente centralización y concentración del capital. Grandes conglomerados crecen continuamente, mientras que las pequeñas y medianas empresas van siendo expulsadas del mercado, por falta de competitividad, haciéndolas caer en la clandestinidad o en el mercado informal.

Un creciente número de personas deja de ser independiente para volverse dependientes de los que dirigen los grandes imperios económicos. El individuo pierde su individualidad, pasa a ser un número, un código, un tornillo a ser gastado, consumido por la máquina. Tal estructura económica, social y política, ha dado como resultado, seres humanos alienados de sí mismos, de sus semejantes y de la naturaleza, puesto que se transformaron en artículos, en objetos. Pasan a ver su fuerza de vida como una inversión que debe producir el lucro máximo, al capitalista, bajo las condiciones de mercado existentes.

Las relaciones humanas pasan a ser inseguras, ansiosas. Al mismo tiempo que todos intentan estar junto a los otros, todos se sienten solos, invadidos por el recelo de perder el trabajo, el empleo.
En este engranaje todo pasa a ser objeto de trueque y consumo; los valores materiales y los espirituales.
Podemos verificar entonces que el individuo no dispone de su libre albedrío, pues es libre solamente cuando y donde posea medios de superar y dominar sus motivaciones.

La sociedad estructurada bajo el concepto materialista, consumista, excluyendo inmensas parcelas de los seres humanos de la utilización de los bienes, hizo del hombre un ser inclinado a oprimir al propio semejante. La ciencia, producto de esa misma sociedad, lo hizo malo. La sociedad materialista no proporciona al hombre la comprensión de que  él es el artífice de su destino; de que tiene que esculpir la gran obra del espíritu en la ruda materia, a lo largo de la vida.

Por ser materialista, la sociedad transmite al hombre las concepciones materialistas, y el hombre olvida entonces al espíritu. Todo es materia. Por tanto: ¡Vivamos el aquí y ahora!

Afortunadamente un número considerable de criaturas, no piensa como la sociedad materialista. Formamos parte de esas criaturas, pues entendemos que el hombre es el único responsable de su propio destino. Para dar una amplitud mayor al concepto, podemos sustituir la palabra destino, que trae un sentido determinista y fatalista, por la palabra camino, con la finalidad de entender mejor no sólo la libre trayectoria humana, objetiva, existencial del hombre en cada encarnación, sino también su trayectoria en el proceso evolutivo interior, de su responsabilidad como Espíritu a lo largo de variadas vidas, constituyendo un aprendizaje acumulativo y progresivo, en razón de las leyes naturales de causa y efecto y de reencarnación.
No en tanto debemos entender que la selección del camino, no recae totalmente en cada uno, sino también en las influencias exteriores, las cuales como Espíritu que es, cede por su espontánea voluntad, teniendo en vista que el libre albedrío es decurrente del desenvolvimiento y de la voluntad del Espíritu.

Allan Kardec, en "El Libro de los Espíritus" en la cuestión 544, nos informa que "el hombre puede actuar sugestionado por influencias exteriores, no obstante, dado a su libre albedrío, él puede raciocinar para distinguir una idea cierta de una falsa, y obviamente deberá sufrir las consecuencias del comportamiento erróneo".

Tal procedimiento se aplica a todos los seres humanos, dirigentes y dirigidos, empresarios y empleados, capitalistas y proletarios, gobierno y gobernados.

Se ve la gran responsabilidad, delante de la ley de causalidad, que asumen todos aquellos, con raras excepciones, que detentan en sus manos el poder. Sea el poder político, el poder del capital, el poder de dirección, etc. Como el capital no posee ética y moral, la sociedad paulatinamente pasa a ser inética, inmoral y amoral. 

Tales depositarios del poder, en vez de colocar en alto los principios morales y éticos de la solidaridad y de luchar por ellos, colocan en alto sus intereses materialistas y sobre ellos forjan principios ficticios, falsos, los cuales acaban por alcanzar la masa humana que pasa igualmente a vivenciarlos, actuando por instinto en la lucha por la sobrevivencia. Muchos se equiparan a los brutos, a los animales.
Allan Kardec, en "El Libro de los Espíritus", preg. 595, enfoca:
"El comportamiento del hombre, que posee libre albedrío, en la mayoría de las veces puede ser comparado al comportamiento de los animales, que actúan por instinto, donde la libertad (de los animales) está limitada por sus necesidades".

En la sociedad el comportamiento del hombre, movido por el instinto, demuestra falta de progreso espiritual, no en tanto, con el progreso material él puede reconocer los factores negativos y erróneos de su conducta, puesto que todos poseen, en su conciencia una percepción de su origen como Espíritu, y de su finalidad en la tierra como encarnado. La gran mayoría de los hombres ya comprenden por intuición, el deber de la solidaridad recíproca, ya comprenden el mal que hacen, y solamente no actúan con solidaridad y hacen el mal para satisfacer sus pasiones, su egoísmo (obra citada, preg, 670). Esta comprensión adviene del progreso intelectual que propicia discernir el bien y el mal, lo cierto y lo errado. El libre albedrío se desenvuelve, seguido por el desenvolvimiento de la inteligencia, aumentando, así, la responsabilidad del hombre por su conducta, por sus actos (obra citada, preg. 780).

El mayor obstáculo al desenvolvimiento y progreso moral del hombre, son el orgullo y el egoísmo. El progreso intelectual que debería conducir el desenvolvimiento moral del hombre, ante aquellos obstáculos (orgullo y egoísmo) aumentan su intensidad, pasando a desenvolver la ambición, el amor y el poder por las riquezas.
Con el paso del tiempo, el ser olvida los nobles ideales y las creencias, colocando en la profundidad del alma la perfidia, la mentira. Pasan a despreciar al vencido, aunque sea un justo, un honesto, y a glorificar al vencedor, aunque sea un crápula, un deshonesto.

Una sociedad estructurada materialista como la nuestra, crea conceptos superficiales de negación de toda disciplina moral y ética. Oponiéndose al concepto de que el hombre es responsable, olvidándose de que él no vive aislado, sino en sociedad, que debe ser un organismo vivo donde cada miembro tiene un trabajo a cumplir. La vida no es reposo, sino esfuerzo de conquista.

La sociedad precisa recordar que por encima de los intereses materiales, está un interés mayor, urgente, que a todos incumbe: la solidaridad, el amor. Es importante recordar a los gobernantes y legisladores: en cualquier institución política, social, económica y jurídica, que el trabajo, la propiedad, la riqueza, la organización del Estado en sí y su funcionamiento, no son conceptos aislados, sino que son funciones de la ley, esto es, se entrelazan lógicamente.

Urge saber que el libre albedrío nos es concedido, por las leyes superiores de la Vida, porque es necesario que seamos libres y responsables y podamos de esa forma, en libertad y responsabilidad conquistar la felicidad.
¿Como nos es concedido el libre albedrío?

A medida que el Espíritu evoluciona, crece en conocimiento, se dilata el libre albedrío, forzándolo a liberarse de los procesos deterministas, que inconscientemente lo conducirán a la madurez. El proceso del libre albedrío surge paralelamente a la alborada, al desabrochar, de la conciencia. Su adquisición proporciona al ser conducir el proceso de su adelanto; unos se adelanta trabajando duramente en la creación de conquistas espirituales; otros se estacionan en la indolencia, prefiriendo el reposo al trabajo fatigante en favor de su progreso.
Hay quien progresa y hay quien se estaciona; quien acumula valores y quien los desperdicia. De ahí las escalas divergentes de valores morales, éticos, económicos, etc., que encontramos en nuestra sociedad y en el planeta.

Todos estamos en el camino, cada uno con sus conceptos y preconceptos; cada uno diferente dos demás; cada uno plantando libremente con sus pensamientos, actos y acciones la simiente de donde  brotará el inexorable destino.

Todos somos libres en la elección de las causas de nuestros procedimientos; mas no somos libres en la cosecha de los efectos y de las reacciones que nos son impuestas por la ley de causalidad.

Así como la facultad de escoger y de dominar crece, aumenta, con la capacidad y el merecimiento, también cada elección en el camino nos liberará o nos prenderá a los procesos regeneradores. De esa forma el libre albedrío no es un hecho constante y absoluto, sino un hecho progresivo y relativo, al desenvolvimiento espiritual que cada uno haya alcanzado. No obstante nuestra libertad, el proceso evolutivo trazado por las leyes superiores de la vida permanece inviolable, pues nuestra libertad es relativa y nuestras acciones nada pueden alterar a no ser en lo que respecta a cada uno de nosotros mismos.

La ley en el plano de la materia es determinista; en el plano del Espíritu es libertad; por la evolución se procesa, para el Espíritu el pasar del determinismo al libre albedrío.

Con la evolución del ser a lo largo de los milenios, se amplia la conciencia y consecuentemente las responsabilidades. Se instala en el ser una ética y una moral racionales, que trazan los grandes rumbos de la vida individual con poderosos reflejos en el campo social. Tal ética y moral no impone; no obliga. Ella es simplemente racional y se dirige a seres racionales. No invoca las iras de un dios vengativo; simplemente indica y muestra las reacciones naturales y inevitables de una ley íntima, que es inviolable, perfecta, justa. En esta ética y en esta moral está la clave de todos los dolores, de todos los sufrimientos, de todas las diferencias existentes.

En la inferioridad, en la indignidad, en la vileza, en la torpeza de la naturaleza humana generados por el orgullo y por el egoísmo, está la causa de todos los males, y en la ascensión espiritual todo el remedio para sanarlos.

Volvamos a la sociedad en que vivimos y su estructura económica típicamente hedonística.
La ciencia económica, materialista, parte de la premisa hedonística, que en la teoría socrática "del bien y de lo útil, de la prudencia..., produce, entendida por la índole voluptuosa de Arístipo, el hedonismo, o la filosofía, en cual toda la humana bienaventuranza se resuelve en el placer."

El hedonismo es la "doctrina que considera que el placer individual e inmediato es el único bien  posible, principio y fin de la vida moral".

Las bases reales del fenómeno económico, están en la aplicación de la naturaleza egoísta del capital en el campo de los negocios; que el mercado no es un equilibrio de derechos, sino una medición de fuerzas para un estrangulamiento recíproco; donde el hombre es una fiera invernada de civilización; donde la ciencia (económica) que él estudia es la codificación del egoísmo, esto es, del instinto más disgregador del conjunto social.
El principio hedonístico es un principio anti-solidario, de disgregación que la sociedad económica trae en sí como un insanable vicio de origen y que reaparece en momentos de crisis, como la que pasamos en la actualidad. Egoísmo del capital, del trabajo, del productor, del consumidor, egoísmo individual, de clase, de nación (régimen proteccionista) etc.

Tal fenómeno económico es la expresión de la ley del mínimo esfuerzo, tomando siempre la forma de coacción.

En esta estructura económica el equilibrio entre la oferta y la demanda es la resultante de una lucha; la oferta de un producto no es otra cosa que la exigencia de un precio; todo pasa a ser movido por la necesidad propia y no por la conciencia de las necesidades recíprocas.

Se demuestra su verdadera naturaleza: una estructura, un sistema económico y social perenne de atritos, un equilibrio fatigante entre fuerzas contrarias intentando suprimirse, agravadas por el peso del egoísmo.
No nos podemos olvidar del principio "doy para que me den", donde el egoísmo avanza triunfante, siguiendo la ley del mínimo esfuerzo, en busca de equilibrios nuevos, falsos, mas que conservan siempre su marca originaria, el egoísmo destructor.
El instinto hedonístico de gran porción de la sociedad, en su inconciencia de todos los otros valores sociales, avanza pisando y destruyendo todo, siempre que se realice a sí mismo; fuerza primitiva (instinto), brutal, y principio de destrucción de la sociedad, a la cual se deben infinitas crisis y reveses.

Si miremos bien lo que pasa a nuestro derredor y otras partes. Vemos que los bienes, no siguen el camino de la necesidad; la riqueza es atraída por la riqueza y huye de la pobreza. La psicología hedonística hace que el dinero corra para donde no hay necesidad (véase los impuestos, la asignación de fondos del Gobierno Central a los Distritos y  Municipios), y lo aparta de donde podría suavizar el dolor, proteger la vida (salud, educación, seguridad). Todos se apartan del débil, del vencido, del excluido y, mal una debilidad se manifieste, todo concurre para agravarla, empujando la víctima para el declive de la ruina.

La riqueza del Estado, la distribución de las verbas, difícilmente alcanza su finalidad, que debería ser la de tornarse en un medio de vida y de mejoría, para tornarse, como acontece, un medio de opresión, de corrupción, que absorbe y destruye la vida, en lugar de fecundarla y erguirla.

El siglo, que terminó, olvidó el Espíritu, para crear la ciencia mecánica, materialista, formadora de toda nuestra estructura cultural. No en tanto, las leyes de la vida, adormecidas por milenios, sufrieron un choque repentino, y hoy están de acuerdo para impelernos en dirección a la nueva civilización del tercer milenio.
Tal civilización deberá tener como lema: Ama a tu prójimo como a ti mismo.

Para poder vivenciar la nueva fase que se aproxima, recordemos que la vida es un viaje, y nada más poseemos que nuestras obras.

A toda hora se muere y a toda hora se renace, mas cada cual es siempre hijo de sí mismo. La evolución, señalada por el movimiento del tiempo, no puede parar. De la misma forma, no podemos parar la gran influencia, la gran atracción, que a todo rige: el Amor.

Al nivel de la materia se llama atracción y cohesión; al nivel de la energía, impulso y transmisión; al nivel del espíritu, impulso de vida y ascensión.

Allan Kardec, en "El Libro de los Espíritus", preg. 888-a, nos muestra que todo se renueva cuando el Amor impera: "Amaos unos a los otros, es toda la ley. El amor es la ley de atracción para los seres vivos y organizados, y la atracción es la ley de amor para la materia inorgánica".

En este final y comienzo de milenio estamos siendo llamados para las grandes verdades del espíritu, donde cada ser vibrará y responderá, conforme a su capacidad de vibrar y responder.
La Doctrina de los Espíritus habla a nuestro corazón, a nuestra conciencia exhortándonos a la elevación de nuestra conducta.

Sabemos que los conceptos aquí expuestos se encuentran muy distanciados del mundo hecho de mentiras y de desconfianzas, porque en el corazón de los hombres, y sus sistemas, dominan el egoísmo y la violencia; no el bien, sino el mal.

No obstante, podemos alertar que si no existe un principio ético y moral, coordinador, para organizar la sociedad humana, ella se desagregará en el embate de los egoísmos.

Estamos en una curva de la historia, en la alborada de una civilización nueva.

No se amedrenten los justos y los afligidos, que observan la algarabía humana que acompaña la falsa gloria, la riqueza, el placer, porque, si con eso alguien vence y goza por un momento, las leyes de la vida vigilan,  están atentas…

Los principios éticos y morales puros se corrompen y entonces adquieren valor de mentira, que es el proceso de disgregación de los ideales.

Momentos de dolores y angustias se avecinan en aquellos que de una misión hacen una profesión y ponen el espíritu como base del poder humano; de aquellos que mienten e inducen a la mentira; de aquellos que dando ejemplos de afortunada injusticia, la proponen como norma de vida; de los religiosos y de las religiones que no desempeñaron la función de preservar y salvar los valores espirituales del mundo.

Para terminar repetimos las palabras de aquel que debe ser el modelo para los seres humanos:

"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados".
"Bienaventurados los que lloran porque serán consolados."


              Rubén Meira
              e-mail: rubensmeira@zaz.com.br


lunes, 25 de junio de 2012

SIMPOSIO INTERUNIVERSITARIO

LAS IMPLICACIONES IDEOLÓGICO-CULTURALES DEL AUGE DE RELIGIOSIDADES NO CONVENCIONALES ENTRE JÓVENES DE PUERTO RICO


Colegio Universitario / Recinto de Carolina / Escuela de Artes Liberales

PONENCIA SOBRE ESPIRITISMO por Dr. Flavio Acarón Ortiz (26/10/2001)

     El 18 de abril de 1857, con la publicación de El Libro de los Espíritus, en París, Allan Kardec empezó a crear una doctrina con el nombre de Espiritismo.
     A pesar de que el cuerpo de esta doctrina que Allan Kardec presentó se asienta sobre una serie de principios que pertenecen al acervo de las experiencias, conocimientos, aspiraciones y esperanzas de la humanidad, su obra, El Libro de los Espíritus, introdujo en el mundo dos aspectos inéditos.
     El primer aspecto es que su contenido doctrinario, filosófico, se formuló a partir de los dictados de Espíritus, (entidades humanas participantes de una realidad extracorpórea), a través de personas sensitivas, los médiums. Esta doctrina es una visión real de los problemas del hombre y del mundo, enfocados por inteligencias temporal­mente desvinculadas de los horizontes corporales, la cual, no obstante, está den­tro de las aspiraciones humanas.
     Además, su trabajo no constituyó una “revelación religiosa que implicase pasividad absoluta o aceptada sin control, sin examen, sin discusión” (La Génesis, Capítulo I, ítem 7). Así, pues, “lo que caracteriza la Revelación Espírita es que su origen pertenece a Dios, la iniciativa a los Espíritus y su elaboración es fruto del trabajo del hombre” (Ídem, ítem 13).
     Esta característica es de importancia fundamental porque el Espiritismo se empeña en probar la existencia de lo sobrenatural, mostrando que los fenómenos del espíritu, el origen de la vida, en fin, el conjunto de las realidades espirituales nada tienen que no pueda explicarse por la ley natural.
   El segundo aspecto, contingente al primero, es que de la interpretación espírita se destaca una generosa gama de conceptos espirituales, que al mismo tiempo que asumen posiciones específicas, combaten el racionalismo materialista y dan consistencia experimental a los argumentos espiritualistas.
   En resumen, coordinando diversas manifestaciones mediúmnicas, Kardec consiguió dar una interpretación dinámica, abarcadora y compatible con las exigencias del pensamiento lógico, a viejos conceptos filosóficos y religiosos, liberándolos de la carga de nebulosidades e irracionalidades con que se revestían. Por eso se dice que el Espiritismo es una revelación; pero, consideramos que el término revelación en el caso de la Doctrina Espírita es una interacción, una cooperación entre los hombres encarnados, representados por Allan Kardec, y los hombres desencarnados, representados por una pléyade de Espíritus de elevada expresión intelectual y moral, bajo el mando del Espíritu de la Verdad, que comprobadamente contribuyen al desenvolvimiento de la humanidad encarnada.

CARACTERÍSTICAS DEL ESPIRITISMO

     Al realizar su trabajo, Allan Kardec removió del Espiritismo toda la connotación mística de la mera creencia e hizo una doctrina equilibradamente racional, basada en el esfuerzo intelectual, en la búsqueda incesante de la verdad; pero sin despreciar el aspecto afectivo que preside al comportamiento humano. Es una estructuración libre de sectarismo que contrapone los dos mundos, el físico y el extrafísico, (cuya existencia se constató experimentalmente) como participantes de la misma realidad, por lo cual no se justifica el miedo ni la excitación que generalmente caracteriza a esa relación ancestral, entre lo que se considera “conocido” y lo “desconocido”.
     El Espiritismo es una propuesta equilibrada entre los extremismos místicos y materialistas. Los trasciende, los supera dialécticamente en una síntesis con la cual propone una visión dinámica del proceso de la vida, que no constituye un cuadro terminado, sino que, por el contrario, solamente ofrece principios básicos como definitivos, permitiendo que el pensamiento y la investigación se amplíen, a través del tiempo, de acuerdo con el crecimiento de la ciencia y del conocimiento. Esto es, el Espiritismo no se aventura a formular hipótesis desvinculadas de las posibilidades del entendimiento humano, porque eso sólo sirve para mantener al hombre ignorante y confundido, exigiendo de él una creencia irracional.
     Lo que Allan Kardec hizo, fue reevaluar y reorganizar principios que, a pesar de estar envueltos en la oscuridad y de que raramente se miran de una manera no supersticiosa, han resistido los cambios constantes a que se tiene sometida a la sociedad. Inspirado por la copiosa información que obtuvo desde el plano extrafísico, dedujo que ya era tiempo de crear una concepción filosófica que, sin el enmarañamiento de las hipótesis especulativas sino sobre una base experimental, pudiera abarcar la lógica racional, capaz de “enfrentar la razón en cualquier época de la humanidad”. Esta concepción se convirtió justificadamente en una síntesis en la que se unen la ciencia, la filosofía y la espiritualidad.

PRINCIPIOS BÁSICOS DEL ESPIRITISMO

I. Existencia de Dios

     Es origen y fin de todo. Causa primera de todas las cosas. La Suprema Perfección con todos los atributos que nuestra imaginación le pueda concebir y mucho más.
     No podemos conocer la naturaleza íntima de Dios porque todavía no hemos alcanzado el grado de evolución necesario.

II. Inmortalidad del Alma

     Antes de ser seres humanos éramos espíritus. El Espíritu es el principio inteligente del Universo. Se inició simple e ignorante, para evolucionar por sus propios esfuerzos.
     Como espíritus ya existíamos antes de nacer y vamos a continuar existiendo después de la muerte física. Cuando el espíritu está viviendo en el cuerpo físico, decimos que es el alma del cuerpo o un espíritu encarnado. Cuando nace decimos que reencarnó. Desencarnado, vuelve al mundo espiritual, de donde vino antes de nacer.
     Los espíritus son por lo tanto personas desencarnadas que al presente están en la Espiritualidad.

III. Reencarnación

     Como evolucionará de su estado simple e ignorante, el espíritu crecerá en su libre albedrío, o sea, en su capacidad de escoger entre el bien y el Mal. Decidiendo y creando así su propio destino. Siendo así tiene capacidad de desarrollarse y evolucionar perfeccionándose, tornándose cada vez mejor, "más perfecto", como un alumno en la escuela, pasando por los diversos grados escolares.
     El espíritu sólo puede alcanzar esa evolución viviendo en el mundo físico, reencarnando cuantas veces fuera necesario para adquirir conocimientos y aprender mediante las experiencias de la vida.
     La Reencarnación, por tanto, permite al espíritu vivir muchas existencias en el mundo, encarnando y desencarnando, adquiriendo nuevas experiencias para tornarse mejor, no sólo intelectualmente mas sobre todo, moralmente.
     Así como el alumno escolar puede repetir el año una o más veces, el espíritu que no aprovecha su existencia puede estacionarse por mucho tiempo retrasando su evolución.
No sabemos cuantas encarnaciones hemos vivido y mucho menos cuántas tenemos por delante.
Sabemos, entretanto, que somos espíritus poco evolucionados, que tendremos muchas encarnaciones hasta alcanzar el desarrollo moral necesario para convertirnos en espíritus puros.
     No todas las encarnaciones, se verifican en la Tierra. Existen mundos inferiores y mundos superiores a este. Cuando evolucionemos mucho podremos renacer en planetas superiores. El Universo es infinito. "Hay muchas moradas en la casa de mi Padre", decía Jesús. La Tierra parece ser un mundo de categoría inferior para quien haya visto el lamentable panorama en que se encuentra la humanidad terrestre. Pero el planeta está destinado a transformarse en una esfera de regeneración cuando comencemos a practicar la fraternidad.

IV. Olvido del Pasado

     No nos acordamos de las vidas pasadas y ello es parte de un Plan Superior. Si nos acordáramos del mal que hicimos y de los sufrimientos que hemos pasado, de los enemigos que nos perjudicaron o de aquellos a quienes perjudicamos, no tendríamos las condiciones más apropiadas para vivir entre ellos actualmente. Nuestros enemigos del pasado pueden ser hoy nuestros hijos. hermanos, padres, amigos, quienes al presente se encuentran junto a nosotros para la reconciliación.
     Por eso es que existe la reencarnación. Hoy estamos, muchas veces, corrigiendo errores practicados contra alguien, sufriendo las consecuencias de los crímenes perpetrados o siendo amparados y auxiliados por aquellos que en el pasado nos perjudicaron. He ahí la importancia de la familia, donde se acostumbra reatar los lazos cortados en existencias anteriores.
     La reencarnación es en esa forma la oportunidad de reparación como también es el escenario apropiado donde dedicamos nuestros esfuerzos por el bien de los demás, apresurando nuestra evolución como espíritus.
     Cuando reencarnamos traemos una planificación de vida y compromisos, contraídos frente a la Espiritualidad, que nos compelen a reparar el mal y a practicar el bien. Dependiendo de nuestras condiciones espirituales, podemos haber escogido las lecciones, sufrimientos y dificultades que proveerán el desarrollo de mayor capacidad espiritual.
     La finalidad de la vida en la Tierra es, por tanto:
    1) para expiar el mal practicado, sufriendo las consecuencias de los crímenes cometidos;
    2) para medir, establecer y consolidar la capacidad ya adquirida como espíritus, pasando por dificultades que se manifiestan en sufrimientos físicos y morales;
    3) para trabajar en beneficio de la humanidad, tornándonos en fuentes del bien activo e influir sobre la capacitación de los demás;
   4) para desempeñar una misión como en el caso de los espíritus ya elevados, que traen al mundo grandes beneficios.

V. Comunicabilidad de los Espíritus

     Los espíritus son seres humanos que desencarnaron. Son lo que eran cuando vivían con el traje físico: buenos o malos, serios o charlatanes, trabajadores o haraganes, cultos o mediocres, honrados o mentirosos.
     Ellos están por todas partes. No están ociosos. Por el contrario, están ocupados, como nosotros en este mundo también lo estamos.
     No parece haber un solo lugar determinado para todos los espíritus. Generalmente los espíritus más imperfectos permanecen con nosotros. No los vemos puesto que se encuentran en otra dimensión pero ellos pueden vernos y hasta conocen nuestros pensamientos.
     Los espíritus actúan sobre nosotros pero esa acción está casi restringida al pensamiento porque los espíritus no consiguen actuar sobre la materia. Para eso les es preciso el concurso de un médium: una persona dotada de una facultad de comunicación con el plano espiritual.
     El espíritu se comunica a través del médium si puede y si quiere. Esa comunicación depende del tipo de mediumnidad que esa persona tenga, esta puede ser por el habla, por la escritura, etc. Pero toda comunicación precisa ser evaluada con reserva, examinada con cuidado, para no ser víctimas de los espíritus engañadores. La comunicación depende mucho de la conducta moral del médium.
     Un médium que no sea moralmente idóneo no podrá recibir comunicaciones de espíritus superiores.
     El Espiritismo alerta a las personas demasiado crédulas contra las comunicaciones falsas, que si fuesen aceptadas podrían causarles perjuicios. Por eso es importante que antes de oír una comunicación la persona se esclarezca muy bien respecto al conocimiento Espírita.

VI. Fe Razonada

     Para poder creer en la verdad precisamos, antes que nada, comprender aquello en lo cual debemos creer. La creencia sin el raciocinio es una creencia ciega, o una superstición. Antes de aceptar una cosa es necesario analizarla bien. El mal de muchos es creer en todo lo que le dicen sin examinarlo cuidadosamente.
     La fe razonada es uno de los principios básicos de la Doctrina Espírita. Por eso el Espiritismo no quiere adeptos que no piensen; que no argumenten. Interesa seguidores seguros de aquello que creen, personas que lean, que estudien, que cuestionen. Dios nos dio inteligencia para usarla en cosas buenas, y lo que llaman “religión verdadera" sería una mucho mejor si fuese encarada no con espíritu místico o de total aceptación, sino con dedicado examen y cuidadoso análisis, para esclarecernos y comprender los planes de la obra de Dios.
    "La Fe inquebrantable es aquella que puede encararse a la razón, frente a frente, en todas las épocas de la humanidad", decía Allan Kardec.
     Mucha gente no tiene oportunidad de una educación; muchos nunca fueron orientados hacía el bien, otros mueren muy temprano, antes de aprender respecto a los mejores caminos a seguir.
    Para evaluar lo absurdo de la idea del cielo y el infierno formulemos dos preguntas:
—¿Cómo es que Dios, que todo lo sabe, el futuro inclusive, crearía a su hijo sabiendo que éste irá a parar al infierno?
—¿En qué condiciones quedaría una abnegada y amorosa madre, sabiendo que su hijo querido está ardiendo en el infierno?

VII. Ley de Evolución

     Cada uno de nosotros es un espíritu encarnado dirigido a Ias alturas infinitas donde el pensamiento de Dios no se contamina con el humano. La vida en Ia Tierra es siempre una oportunidad más de reajuste en el camino hacia el bien. La siembra es nuestra, luego Ias consecuencias, buenas o malas, son el resultado de nuestras propias decisiones.
     Si hoy sufrimos podemos concluir que la causa puede estar en existencias anteriores, pero el sufrimiento puede ser agravado o suavizado en esta encarnación.
    "A cada cual según sus obras", decía Jesús.
     Si hoy sembramos mañana cosecharemos. Ello explica la razón de tanto sufrimiento en el mundo.
     Por eso unos avanzan más de prisa que otros, al igual que los alumnos de una escuela. Cuanto mejor nuestra forma de ser, más aprisa nos liberamos del sufrimiento, acelerando el camino de la evolución.
     No hay cielo ni infierno como pintan las religiones tradicionales. Existen estados del alma que podrían ser descritos como celestiales o infernales. Si el destino del ser humano fuese inalterablemente sellado después de esta vida, todos estaríamos perdidos, porque, honradamente, todos somos mucho más malos que buenos. Una sola existencia, por larga que sea, es demasiado corta

VIII. Ley Moral

     Nadie está perdido. Cada cual tiene las oportunidades que le convienen. Si un padre humano, malo e imperfecto, no es capaz de condenar eternamente a un hijo por peor que este sea, ¿cómo es que Dios que es el Padre Misericordioso y Perfecto, que hace llover para buenos y malos, que hace que el sol ilumine a los injustos y a los justos, podría hacerlo?
     "Nadie podrá ver el Reino de los Cielos si no naciera de nuevo", decía Jesús.
      Se refería al nacimiento por el agua y por el espíritu, o sea, el nacimiento en el cuerpo físico y al renacimiento moral del espíritu.
      De ahí concluimos que la vida es siempre una nueva oportunidad de reconciliación con los ideales del bien y de la verdad.
     No adelanta a nadie el decir que se pertenece, a una u otra de las religiones. No se adelanta solamente con orar, hablar de Dios, predicar lindos sermones. Lo que importa es la práctica, es la vida de todos los demás, de todos los momentos:
  —¿Cómo trata usted a sus familiares: a su padre, madre, hermanos, marido, esposa e hijos?
  —¿Cómo recibe a alguien que precisa de usted?
  —¿Cómo es usted en el trabajo, en la escuela, en el club, en la vía pública?
  —¿Cómo reacciona usted a una ofensa, a un gesto de agresión, a una calumnia, a una ingratitud, a una decepción?
  —¿Cómo reacciona usted a un sufrimiento en casa, a la pérdida de un ente querido, a una dolencia incurable?
    "Amaos los unos a los otros", decía Jesús.
     No hay otra manera de amar si no a través de la caridad. Caridad es ser benevolente, paciente, tolerante, humilde. Es hacer a los otros aquello que deseamos que nos hagan. Esta es la verdadera lucha por un mundo mejor y por una humanidad más feliz.
     Podemos hacer eso cuidando mejor de nuestras actitudes, vigilando nuestro comportamiento,  siendo más gentiles, observando en los otros sus buenas cualidades en lugar de sus defectos, y siendo más exigentes con nuestras propias imperfecciones.
     Ayudar al pobre, socorrer al desesperado, asistir al enfermo, orientar al desajustado, llevar la palabra de esperanza al afligido, divulgar las enseñanzas espirituales; eso y mucho más que eso, constituyen las bases del amor verdadero, ejemplarizado hace dos mil años.
     "Fuera de la caridad no hay salvación", decía Kardec.
      Si esta lectura ha provocado en usted nuevas dudas y muchas preguntas es buena señal, puesto que usted está preocupándose por las explicaciones de la vida.

lunes, 7 de mayo de 2012

LA BIOÉTICA Y EL PARADIGMA ESPÍRITA


     El progreso científico nos hace creer que estamos rompiendo las fronteras de lo imposible y la osadía de los científicos parece atropellar la ficción y provocar una rotura en el mito de la creación. A cada nuevo descubrimiento que nos sorprende nos da la impresión de que estamos yendo muy lejos y el sistema de frenos parece fuera de control. Cada descubrimiento, no obstante, revela la paradoja que expone con más énfasis nuestras contradicciones: lo que pasamos a saber demuestra con más más fuerza lo que aún no sabemos.
     Identificamos las sub-partículas de la materia, su equivalencia con la energía y disecamos un eje de luz en ondas y en “cuantas” de energía. Desconocemos, sin embargo, cual es la esencia de la energía, de dónde proviene la materia que nos impresiona y no tenemos aún una noción bastante segura de los fundamentos del Universo.
     Disecamos la célula, recombinamos su química, interpretamos su código reproductor y osamos alterar el abecedario genético. Podemos hacer copias de cualquier forma de vida y darle apariencias o aptitudes previamente escogidas. Desconocemos sin embargo cual es la esencia que produce la vida y de donde proviene esta fuerza que da vida a las células. No tenemos, tampoco, una noción muy segura de los fundamentos que nos apuntan hacia el origen de la vida.
     Los aparatos de ultra-sonido nos permiten “ver” el feto dentro del útero en tres dimensiones.      Podemos identificar sus defectos estructurales confirmando precozmente la existencia de malformaciones fetales. La biopsia de las células de la cavidad amniótica dentro del útero nos da un registro de identidad de la criatura mucho antes de esta nacer. Así, los padres y el médico tienen la posibilidad de decidir si continuar o no la gestación de una criatura que se presentará con parálisis o retraso por toda la vida. Precisamos saber, no obstante, si interrumpir esta vida no significa perturbar el desarrollo de otra vida que trasciende las expresiones de la materia, para la cual, la deformación física forme parte de sus necesidades. No hay cómo formularnos esta pregunta para esta criatura antes que ella venga al mundo, mas sabemos que las que están entre nosotros, cuando tratan de caminar, retorciendo sus manos cuando tratan de escribir o "masticando" las palabras cuando quieren hablar, estas, aún así, quieren vivir, y, si posible, de manos dadas con sus madres.
     Los medios de cultura, los microscopios y los delicados instrumentos de manipulación de las células nos permiten tratar con el óvulo y el espermatozoide con la misma facilidad con que Mendel combinó las flores y los guisantes de su jardín. Los colores de las guisantes y de las flores pueden variar con la misma facilidad con que podemos escoger el sexo, el color de la piel y el color de los ojos para nuestras hijos. Estos hijos, empero, no traen consigo, la certeza de la felicidad, del respeto a la vida o la obediencia a los padres porque estos apenas pueden proporcionar el material genético que la reproducción asistida facilitó. Precisamos aclarar s antecediendo la forma física no existe un ser transcendente cuyas cualidades y aptitudes nos son completamente desconocidas.
      El equipo médico de respiración asistida prolonga la vida de millares de pacientes que la UTI intenta salvar. Los trasplantes de órganos dan al paciente la oportunidad de un renacer en la jornada de la vida. Los inmunosupresores controlan el rechazo en los transplantes y reducen las respuestas no deseadas en innumerables dolencias en que la inmunología está esclareciendo la causa. Aplicaciones que tocan directamente el sistema nervioso están controlando dolores terribles que incomodan los pacientes con cáncer. Estos progresos todos, aún así, no conseguirán nunca solucionar el dilema de la muerte y del sufrimiento que a veces la antecede. Por otro lado, estos recursos que alivian y prolongan la vida, pueden, con la misma competencia, ser puestos a disposición para decidir la fecha de la muerte o la interrupción del sufrimiento. El recurso de la tecnología pone la toga de juez al médico que no sabe ver el sentido purificador de Almas cuando el dolor se torna crónico o incontrolable. Precisamos saber si aliviar el sufrimiento físico no precipita un compromiso mayor o si compromete un rescate que estaremos posponiendo.
     El hombre está acostumbrado a usar su inteligencia para fragmentar sus problemas y con esto poder dominarlos. Hoy, la extensión de nuestro conocimiento nos permite percibir que esta separación “reduce lo complejo del mundo en fragmentos inconexos”, fracciona un problema específico mas crea un dilema gigantesco por la repercusión en el todo. Este modelo de fragmentación y la competencia tecnológica que proporcionó, no son suficientes para resolver las contradicciones de nuestro mundo interior. Hemos de revisar nuestras posiciones éticas con argumentos que extrapolen los límites y el alcance de la Ciencia. Principalmente, por que nos falta responder aquellas preguntas esenciales que esclarezcan quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos. En los días de hoy estos dilemas nos parecen ser inevitables.
     Los dilemas de la ética de hoy nos empujan precipitadamente hacia el aborto que descarta el niño malformado; la eutanasia que acelera la muerte suponiendo alivio del sufrimiento; la gestación de crianzas sin vínculo afectivo con los padres; la manipulación genética que podrá escoger la apariencia física; la vida psico-social del organismo completo, en contraposición a la vida biológica de media docena de células embrionarias fertilizadas en laboratorio. Parece que no nos damos cuenta de que estamos estirando o cortando el hilo de la “tela de la vida”.
     En 1857 Allan Kardec codificó una Doctrina de bases científicas, filosóficas y morales. Entre sus principios se afirma que la fe ha de someterse al criterio de racionalidad. Sus enunciados científicos no se subordinan a las amarras de una ciencia que sólo consigue ver el mundo material que impresiona nuestros limitados sentidos. Sus verdades están sujetas al progreso humano que la misma Ciencia tiende a promover.
     Su contenido fue proporcionado por Espíritus que acompañan y promueven el desarrollo de la Humanidad. Ellos afirmaron que somos todos Almas inmortales que ocupamos provisoriamente un cuerpo físico que nos permite vivir experiencias que, de simples e ignorantes, nos tornarán sabios y puros de corazón. Este proceso de evolución se define en una serie interminable de reencarnaciones que se procesan en la Tierra y en otros planos de la creación divina.
Esta Doctrina nos revela que el aborto destruye la vida biológica e impide la reencarnación del espíritu que habita ese cuerpo desde la fecundación, comprometiendo su evolución espiritual.
     La eutanasia pospone la redención y la reparación de débitos contraídos por el espíritu, cuyo cuerpo sufre para posibilitarlas. Esto no significa evitar medios de aliviar el dolor o el sufrimiento, sino impedir que se utilice la muerte como recurso terapéutico.
     Cada uno recibe, al reencarnar, el cuerpo más adecuado a sus necesidades espirituales. La manipulación genética dirigida a obtener los beneficios y las dificultades que este cuerpo venga a manifestar, son establecidas por entidades espirituales que velan por nuestro progreso. La evolución del conocimiento humano posibilitará que el médico-científico participe y favorezca nuestras posibilidades físicas, mas, jamás nos librará de los compromisos palingenésicos que nuestros débitos pretéritos imponen como cuenta a pagar en nuestro propio beneficio.
     Nuestra vinculación familiar ya estuvo ligada al sobrenombre o a los títulos de nobleza. Hoy, está determinada por los lazos matrimoniales o por la paternidad reconocida en el DNA. Las técnicas de reproducción están desmontando todos estos vínculos físicos, carnales, mas no conseguirán deshacernos de los compromisos que dejamos de cumplir delante de hermanos de otras vidas, que más temprano o más tarde, se cruzarán en nuestro camino, atraídos por la vibración que las ataduras de la culpa o los lazos de amor nos impulsaren.
      Enseñan los Espíritus que la reencarnación tiene inicio en el momento de la fecundación a través de procesos complejos que exigen la “regresión” del cuerpo espiritual del reencarnante, la ordenación del patrimonio genético que este recibirá y la conjunción de fuerzas de atracción ejercidas por los futuros padres. Esos Instructores espirituales nos anticiparon que la fecundación y el desarrollo del embrión puede ocurrir sin la presencia de un espíritu asumiendo este cuerpo. Este hecho nos permite imaginar que la fecundación en laboratorio ocurre desprovista de un espíritu en sus células y la gravidez sólo tendrá éxito cuando a conjunción de diversos factores ligados a la participación de un espíritu y la conjunción de vibraciones de los padres promuevan la sintonía de esta unión.
     Cuando Allan Kardec preguntó a los Espíritus cual era nuestro mayor derecho, le respondieron: el derecho de vivir. La vida es la mayor expresión de la creación de Dios. Aún no tenemos alcance suficiente para comprender la extensión de la creación divina que expresa vida en todo lo que existe. Los Espíritus, sin embargo, enseñaron que el principio inteligente deberá recorrer toda la jornada de evolución, desde el átomo al arcángel.

* * *

     Nubor Orlando Facure, CRM-SP 11789, es director del Instituto del Cerebro de Campiñas, y ex-profesor titular de neurocirugía de la UNICAMP. Diversos de sus textos en la interface ciencia-espiritismo, así como referencias a sus publicaciones recientes en esa área se encuentran en el sitehttp://www.geocities.com/nubor_facure/

sábado, 7 de abril de 2012

POR EFECTO DE LA CORROSIÓN MORAL

Es por lo menos excepcional, lo que ha ocurrido recientemente, cuando el capitán Francesco Schettino, comandante de la nave Costa Concordia, naufragado entre los rocas de la isla de Giglio, Italia, dejó abandonadas cuatro mil vidas a bordo. La intervención imperativa del Capitán Gregorio de Falco, de la Capitanía de los Puertos de Livorno, culminó por hacer de Falco un héroe nacional y ciertamente debe estar golpeando la conciencia del cobarde Schettino.

Sin embargo, Falco cumplió simplemente con su deber. Por eso, Raffaela, su esposa, abdicó el título de “Héroe” del esposo. Por serle preocupante que personas como su marido, que simplemente cumplen con su deber todos los días, se tornen de súbito en héroes en ese país.

No debemos reivindicar pedestales en los panteones terrenos por ejecutar bien aquello que es nuestra obligación hacer. ¿Qué podríamos esperar de los médicos servidores de los hospitales públicos si no otra cosa que estén en sus puestos y traten a los pacientes con dignidad? De los funcionarios públicos, se espera que no sean corruptos en sus funciones. De los senadores, diputados, concejales, gobernadores, alcaldes, que trabajen en nombre de la población.

Según las estadísticas oficiales, Brasil es uno de los países mundialmente campeón en corrupción, haciendo asociación a determinados y diminutos países africanos. ¿Qué tipo de cabeza descome-dida y estúpida está en la base de la deficiencia de carácter capaz de olvidar todos los escrúpulos para con la conciencia y arrojándose con tanto acierto en la tesorería del Estado? Urge sacralizar el bien público, pues todos nosotros somos responsables por el. Si así lo hiciéramos, no hay por qué alarmarnos. “Asombroso, como dice Raffaella, es llegar al punto de tratar lo correcto como excep-cional, como si la regla prevaricar, omitir, corromper, no hacer.”

Es urgente la invalidación del padrón de la improbidad. Es imperiosa la quiebra de valores invertidos, con el baño de ética, con la recuperación de la honestidad. No solo con los hombres públicos, porque la corrupción es una calle de único sentido. Quien se corrompe no se pervierte solo, sino a través de alguien. Son muchos los caminos que están muy contaminados en todos lugares, en los partidos políticos, en la sociedad como un todo, que precisan, verdaderamente, ser desemba­razados o recuperados.

La filosofía al "estilo brasileño”, o llevar ventaja con respecto de todo y de todos, se irrumpe como un designio institucionalizado, que se potencializa y se generaliza en el contexto de la organización social. No soy el primero, el único o el último en divulgar ese cortejo de vicios, con todo la prensa, frecuentemente, anuncia y expone tales hechos, francamente abominables y con gran repercusión negativa.

Con los escándalos divulgados por la prensa, se constata un giro cada vez mayor e inquietante de la administración pública con las actividades delictuosas, mediante un sistemático proceso de presiones, chantajes, tráfico de influencias, intimidaciones, corrupciones, con la práctica del soborno y de la propina, entre otras tramoyas morales insondables.

Hay descomposición moral en la política, en la policía, en la justicia, en la administración pública, en la educación, en las diversiones públicas, en la familia, en la economía, en el ámbito del “Derecho”, en los medicamentos, en los discursos/argumentos seudo científicos, en las instituciones religiosas. Si quisiéramos vivir un escenario social armónico, debemos empeñarnos para promover una refor-ma ética generalizada. Es imprescindible la adopción de nuevos hábitos. Basta procurar llevar ven-taja, dar un “hazte a un lado” en las mentiras, en los fraudes y en la evasión de impuestos. Que se establezcan los valores de la Ética Socia Espírita y que se revitalice el mundo de la honestidad.
“La violencia urbana es reflejo natural de los que administran los gabinetes lujosos y desvían los va-lores que pertenecen al pueblo; la impunidad ensombrece la Justicia e instiga nuevos desmanes. La masa, en general, se esparce en los personajes eminentes de la vida pública y procura, en las reso-nancias en el comportamiento de estos, a las propias justificativas para sus deslices deliberados.

En la condición de estudiosos de la Ciencia Espírita sabemos que, para la concepción de una “República Ética”, será necesaria una renovación mental y comportamental, ya en curso por fuerza de las circunstancias, más que puede ser acelerada por la diseminación de los saberes que valorizan la honestidad, la dignidad de la vida humana, la naturaleza y principalmente nuestra realidad espiritual.En cuanto a los pervertidos morales, solo carecen de inspirar nuestra más intensa conmiseración. Ciertamente no tienen plena conciencia del equívoco que cometen. Si supiesen de las consecuencias, aunque con la oportunidad de escapar de la justicia terrena (obviamente no tendrán análoga suerte en analogía a la Justicia divina) actuarán de forma inversa. Hasta porque, invariablemente, en la actual o en la próxima encarnación, y notadamente en el intervalo entre las existencias físicas, (erraticidad), enfrentarán las arduas consecuencias de sus actos delincuentes.

Jorge Hessen
http://jorgehessen.net

lunes, 26 de marzo de 2012

APUNTES DE LA REVISTA ESPIRITA DE ALLAN KARDEC

La Revista Espírita, fundada por Allan Kardec, contiene el relato de las manifestaciones materiales o inteligentes de los Espíritus, apariciones, evocaciones, etc., también como todas las noticias relativas al Espiritismo. La enseñanza de los Espíritus sobre las cosas del mundo visible y del invisible; sobre las ciencias, la moral, la inmortalidad del alma, la naturaleza del hombre y su futuro. La historia del Espiritismo en la antigüedad; sus relaciones con el magnetismo y con el sonambulismo; la explicación de las leyendas y de las creencias populares, de la mitología de todos los pueblos, etc.

En la Revista Espírita de 1864 Kardec relata: (Ítems 154 al 157)

154. En un horrible ático, en Clichy, vivía un hombre llamado Luis-Enrique, de 64 años, que más parecían noventa. Era trapero, pero tan trémulo, tan flaco estaba en sus últimos días, que no recogía casi nada. Cuando murió, lo encontraron ya roído por los ratones, acostado en su lecho, que era formado de los trapos y de las inmundicias que recogía. Fue el olor infecto, que exhalaba de su alojamiento, lo que atrajo la atención de los vecinos. (Pp. 377 y 378)

155. Evocado en la Sociedad Espírita de Paris, el Espíritu de Luis-Enrique resumió su historia. Él no cometiera ninguno de los crímenes punidos por las leyes de los hombres, mas viviera en medio a los vicios y excesos que la sociedad tolera, pero que no quedan impunes por la justicia de Dios. Jamás él reculara ante ninguna falta para satisfacer sus pasiones y, cierta vez, en un duelo de sangre, exterminó a su propio hijo, que él abandonara y no pudiera entonces reconocer. De rico y bello que fuera, los excesos lo llevaron al último grado de la miseria, del enviciamiento y del desprecio. (Pp. 378 a 382)

156. Comentando el caso, Kardec examina el papel de la sociedad en esa y en otra circunstancias, recordando que la verdadera llaga de la sociedad, la causa primera de todas los desórdenes, es la incredulidad. La negación del principio espiritual, la creencia en la nada después de la muerte, las ideas materialistas se infiltran en la juventud, que las absorbe, por así decir, con deleite. De ahí a querer gozar la vida a todo costo, la distancia es corta. (P. 383)

157. ¡Cuántos desórdenes, cuántas miserias, cuántos crímenes tienen su fuente en esta manera de encarar la vida! ¿Y, quienes son los culpables? Los primeros culpables son los que la erigen en dogma, en creencia, escarneciendo y tratando como locos los que creen que no todo está en la materia y en la vida visible. Luis Henrique no fue bastante fuerte para resistir esa corriente de ideas y sucumbió, víctima de sus pasiones, que encontraban justificación en las ideas materialistas, al paso que una fe sólida y razonada le habría puesto un freno más poderoso que todas las leyes represivas. (P. 383)

martes, 20 de marzo de 2012

LA DIFERENCIA ENTRE RELIGIóN Y ESPIRITUALIDAD


* La religión no es solo una, sino cientos.
* La espiritualidad es una.


* La religión es para los que quieren seguir los rituales y la formalidad.
* La espiritualidad es para los que quieren alcanzar la Ascensión Espiritual sin dogma
s.

* La religión es para los dormidos.
* La espiritualidad es para los despiertos.

* La religión es para aquellos que necesitan que alguien más les diga qué hacer, quieren ser guiados.
* La espiritualidad es para los que prestan oídos a su voz interior.

* La religión tiene un conjunto de reglas dogmáticas e incuestionables que has de seguirse sin chistar.
* La espiritualidad te invita a razonarlo todo, cuestionarlo todo y decidir tus acciones asumiendo las consecuencias.

* La religión amenaza y amedrenta.
* La espiritualidad te da paz interior.

* La religión habla de pecado y de culpa.
* La espiritualidad te dice “ya pasó, no te remuerdas por lo que ya pasó, más bien levántate y aprende del error".

* La religión lo reprime todo, te vuelve falso.
* La espiritualidad lo trasciende todo, te hace verdadero.

* La religión se te inculca desde niño, como la sopa que no quieres tomar.
* La espiritualidad es el alimento que tú mismo buscas, que te satisface y es gustoso a los sentidos.

* La religión no es Dios.
* La espiritualidad es el TODO y por lo tanto es Dios.

* La religión inventa.
* La espiritualidad descubre.

* La religión no indaga ni cuestiona.
* La espiritualidad lo cuestiona todo.

* La religión es humana, es una organización con reglas.
* La espiritualidad es DIVINA, SIN reglas.

* La religión es causa de división.
* La espiritualidad es causa de unión.

* La religión te busca para que creas.
* La espiritualidad la tienes que buscar tú.

* La religión sigue los preceptos de un libro sagrado.
* La espiritualidad busca lo sagrado en todos los libros.

* La religión se alimenta del miedo.
* La espiritualidad se alimenta de la confianza.

* La religión te hace vivir en el pensamiento.
* La espiritualidad te hace vivir en la conciencia.

* La religión se ocupa del hacer.
* La espiritualidad se ocupa del SER.

* La religión es lógica.
* La espiritualidad es dialéctica

* La religión te alimenta el ego.
* La espiritualidad te hace trascenderlo.

* La religión te hace renunciar al mundo.
* La espiritualidad te hace vivir en Dios, no renunciar a Él.

* La religión es adoración.
* La espiritualidad es meditación.

* La religión es seguir formando parte de la psicología de las masas.
* La espiritualidad es individualidad.

* La religión sueña con la gloria y el paraíso.
* La espiritualidad te hace vivirlo aquí y ahora.

* La religión vive en el pasado y en el futuro.
* La espiritualidad vive en el presente, en el aquí y ahora.

* La religión es un encierro en tu memoria.
* La espiritualidad es LIBERTAD en CONCIENCIA.

* La religión cree en la vida eterna.
* La espiritualidad te hace consciente de ella.

* La religión te da promesas para después de la muerte.
* La espiritualidad te da iluminación, o sea, encontrar a Dios en tu interior, en ésta vida, en el presente, en el aquí y el ahora…

¡Que la paz y la alegría sigan creciendo en tu corazón!

sábado, 17 de marzo de 2012

DOGMA RIDICULIS

   
     El jefe de la iglesia católica, Pío XII, desde su trono imperial en Roma publicó una encíclica, ”Humani Generis”, o sea, “Del Género Humano”, en la que ordenó una nueva y más férea mordaza para la conciencia humana.
     Todos sabemos que el papado siempre ha reclamado para sí autoridad suprema en el imperio del catolicismo, como también ha proclamado infalibilidad en lo concerniente a la interpretación o imposición de los dogmas de la religión cristiana. Nadie que sea capaz de razonar aceptará el dogma de la infalibilidad papal, así como tampoco los dogmas que ha pretendido imponer en su encíclica “Humani Generis”.
     En la mencionada encíclica se ordenó supresión de todo estudio y enseñanza de la evolución anímica.
     Se debe resaltar que la institución católica de Roma siempre ha sostenido qe el dogma constituye “una verdad revelada por Dios, declarada y propuesta por la Iglesia para nuestra creencia”.
     La pretensión de la Iglesia no es otra que imponer su propio criterio y así su autoridad absoluta, quitándole al espíritu humano su derecho inalienable a pensar y a razonar libremente. Ello constituye el más horrendo de los atropellos, por no decir el mayor de los crímenes contra el espíritu humano. Preguntémosle a Giordano Bruno y a Gerónimo Savonarola, así como a las miles de víctimas de la Inquisición…
     Por eso es que la Iglesia sostiene e impone el dogma de la fe, el de la revelación, el de la creación, de la inflibilidad papal, del cielo y del infierno, en fin, todos los dogmas que tanto han contribuido a la desorientación y a la esclavitud de la conciencia humana.  
Necesario es subrayar que el dogma primitivo y anticuado de la creación tuvo su origen en tiempos en que apenas nada se sabía de las ciencias físicas y astronómicas, cuando todavía Newton, ni Kepplero, habían encarnado en nuestro planeta para darnos a conocer las leyes matemáticamente comprobadas de la gravedad y la atracción de los cuerpos, cuando por el desconocimiento de esas leyes se consideraba la Tierra de superficie plana y como centro del Universo.  
     En ese estado de ignorancia inventaron la leyenda de la creación, leyenda que la institución del catolicismo romano sigue propagando e imponiendo a base de dogma, vale la pena preguntarnos si el referido dogma de la creación no constituye un enorme obstáculo al desarrollo de la conciencia humana al imprimirle ideas falsas de Dios, del Universo y del Espíritu.
     Mientras la religión continúe imponiendo el ridículo dogma de la creación, el espíritu humano no podrá reconocerse en toda su legitimidad, ni podrá conocer la Armonía universal, ni su posición relativa en el concierto solidario de la humanidad.
     Por último, debemos llamar la atención a que después de proscribir toda discusión del ser espiritual o enseñanza relacionada con la evolución, el jefe del papado finalizó su encíclica en los términos siguientes: 
“Tengan bien presente los maestros de la instituciones religiosas que no pueden, con conciencia tranquila, desempeñar los puestos que se les han confiado en el magisterio a menos que al instruir a sus discípulos religiosamente acepten y observen con exactitud las normas que hemos ordenado, y que toda reverencia y sumisión que ellos tienen que profesar al enseñar la autoridad de la Iglesia, sean también trasmitidas a la mente y el corazón de sus discípulos.
“Tengan presente que al tratar con sus fuerzas por contribuir al progreso de las ciencias que enseñan, tienen que cuidarse de no salir de los límites que hemos establecido para la protección ela verdad de la fe católica y su doctrina.”

(Tomado libremente de: "Fulguraciones del Pensamiento Espiritista" por William A. Colón, Nueva York, 1955.)

sábado, 10 de marzo de 2012

MÉTODO CIENTÍFICO DE INVESTIGACIÓN


     Para que la observación o estudio de cualquier cuestión sea exacta, verdadera y lógica, el sujeto observador debe desposeerse por completo de toda anterior creencia, de toda idea preconcebida, y marchar en línea recta por el camino que las inducciones analíticas y las deducciones sintéticas le marquen en su investigación. Porque la verdad no admite condiciones ni se somete a caprichos, y quien la busca debe prepararse de antemano a aceptarla tal y como se presente, con todo su cortejo de legítimas y naturales consecuencias.
     Una vez revestido el filósofo o amigo del saber del carácter de una absoluta e inalterable impar-cialidad, y saturado del sereno valor que requieren los peligros que presentársele pudieran en la trascendental exploración que va a emprender, peligros que, aunque graves, solo pueden consistir en verse precisado a arrancar del corazón el sentimiento de creencias, si bien viciosas y nocivas, secularmente arraigadas y que la mente acarició formando la costumbre el modo de su ser, está en la obligación de marcarse seguro itinerario que le conduzca más derecha y prontamente al fin que se propuso investigar y conocer.
     Dicho itinerario, no es otra cosa que el método adoptado para el estudio.
     Sabido es, que el conocimiento de la realidad empírica conduce, por inducción, al conocimiento de la naturaleza de los principios; y el conocimiento de estos llevan en línea recta, por igual procedimiento, al principio matriz, único, absoluto, principio de todos los principios. Mas el método puro del análisis presenta un grave obstáculo, y aún más que grave, insuperable. Porque, ¿le es acaso dado al hombre conocer el inferior principio de las cosas, ni aun las transiciones de enlace en su inmediato orden superior? – No; y eso depende de que el principio que hemos calificado de inferior es el mismo principio superior, el principio matriz, único, absoluto, principio de todos los principios; o lo que es igual, el fin de todas nuestras investigaciones: y siendo uno el principio y el fin de las cosas que nos proponemos conocer, conviene adoptar otro procedimiento de investigación que se adapte más a nuestros naturales elementos de estudio y comprensión.
     Siendo el hombre un verdadero centro entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño, tanto en conocimiento como en relativa perfección, y encontrando en sí mismo la primera evidencia de realidad, su conocimiento propio debe ser su punto de partida para toda investigación tanto superior cuanto inferior, sin perjuicio de relacionarla luego a un todo solidario y sintético, o dividirla en series y hasta en individualidades características.
     Es decir que, el verdadero método analítico posible para el hombre, de adoptar en su estudio científico, es hasta cierto punto impropio de tal nombre, puesto que parte del sintetismo de su ser dual, por un lado, y del sintetismo de sus perfecciones, centro entre su punto de partida eterno y su infinito fin. Pero como la armonía racional de todo estudio, empírico e intelectual consiste en partir de un conocimiento absoluto, de una certeza inalterable y permanentemente indestructible, de aquí que, para distinguir el procedimiento investigatorio que parte del empirismo, del que principia en la abstracción se haya denominado aquel, procedimiento o método analítico.
     El método hipotético o de construcción, es bello y valiente; pero como establece verdades a priori y sin confirmación, conviene, cuando de metafísica se trata, iniciar como principio investigatorio, un análisis experimental que ante todo conduzca a la certeza y legitimidad de las ulteriores deducciones, fundamento y base de toda construcción.
     Estas consideraciones no quieren decir, sin embargo, que el método sintético deje de ser conveniente y fructuoso, siempre que tratándose de una investigación universal, el principio de los principios es la fuente y la raíz de toda especulación posterior y empírica. Y además, por cuanto el análisis rigoroso del empirismo es imposible realizarlo sin aventurar anticipaciones reflexivas basadas en conocimientos adquiridos por el procedimiento a priori. Pero se hace conveniente y necesario, en primer término, cuando la verdad se busca, conocer al menos la posibilidad de adquirirla por la certeza de los medios con que para verificarlo el hombre cuenta: después, el valor de los conocimientos adquiridos y de las ideas despertadas, prestarán incontestable autoridad para proceder a la construcción de invulnerables síntesis, de las que deductivamente pueda descenderse, tanto a certificar lo establecido, cuanto a resolver principios, consecuencias y detalles, del sistema a que se aplique la investigación.
     El método analítico, es decir, la investigación de las causas por el conocimiento de los efectos, parece que se adapta más a nuestra naturaleza, que el procedimiento sintético, o sea la investiga-ción de los efectos por el conocimiento de las causas. Pero esa naturalidad, debida a que la mayoría de los hombres somos aun más seres afectivos que razonables, cesa desde el momento en que sabemos que las primordiales causas a que pretendemos elevarnos, no pueden afectar nuestra sensible experiencia, por cuanto pertenecen a la mas pura razón. Así pues, el más seguro procedimiento investigatorio en los seres que hayan llegado a cierto grado de desarrollo intelectual, es el sintético para sentar los fundamentos de raciocinio; y el analítico para inquirir la naturaleza de las cosas que pertenecen al orden de nuestro inmediato dominio por la experiencia sensible, en las ideas que sus afecciones hayan despertado en el espíritu. 
     Este método mixto posee además la incalculable ventaja de asegurarnos del acierto de los principios admitidos por la precisa concordancia de los fines que se investigan, y la de darnos mayor seguridad de la verdad dilucidada de los fines, por conducirnos directamente a la inmediata procedencia de los principios sentados. No queda reducida a lo dicho la conveniencia de semejante método, sino que hasta puede revelarnos el error en que inadvertidamente pudiéramos incurrir sobre cualquiera de las secciones investigadas, no acusando la exacta concordancia que en su necesaria solidaridad ha de constituir el todo en razonable y lógico sistema.
     Una vez indicadas las circunstancias que deben caracterizar al investigador científico, y el procedimiento más racional y seguro que al efecto debe adoptar, solo nos resta un punto que exponer, y es el fundamento conveniente de que para sus estudios debe partir.
Un hecho de conciencia pura, una absoluta evidencia, debe constituir el principio, la base, el fundamento de toda investigación científica, anteriormente histórica, y posteriormente inductiva.
Y como no existe hecho más positivo, ni axiomático para el hombre que el conocimiento de su personalidad, de su individualidad, de su Yo, de este conocimiento dilucidado en sí mismo, deben brotar los elementos todos para la investigación de la verdad.
     Convencido el hombre de que conoce, de que puede conocer, y sabiendo el procedimiento que está a su alcance para conseguir conocer lo que desea, hará llegar a sí mismo las influencias subjetivas sin salirse de su ser, para que el delicado escalpelo de su razón las anatomatice, y su análisis le preste su conocimiento, más o menos extenso, según la finura del instrumento perceptivo con que cuente, y la perfección del prisma examinador que lo maneja.

Un pequeño preámbulo. Planteemos una tesis para demostrarla.
Esta será: El Espiritismo no es UNA filosofía, sino LA FILOSOFIA.
     La demostración de la enunciada tesis requiere gran prudencia, no lo ignoramos; pero para verificarlo hay que ajustarse a una medida dada, que es lo más difícil. Si se tratara de escribir una obra filosófica sobre Espiritismo, habría el extenso campo de los tomos en donde sin temor alguno podrían multiplicarse las aclaraciones de los conceptos vertidos; mas cuando se trata de una exposición sucinta de la filosofía, hay que reducir a tan estrechos límites una tan grande obra, que el espíritu se asfixia al comprenderlo. Pero siendo indispensable realizarlo en dicha forma, habremos de concretarnos al terreno que las circunstancias nos ofrecen aun cuando las ideas se opriman unas contra otras sin poder ninguna presentarse en su propia grandeza y desarrollo, y aun cuando la luz de la verdad no irradie a su potente alcance por encerrarla en tan mezquino círculo.
     Ya hemos manifestado en el artículo anterior que, el único procedimiento para la investigación de la verdad científica, consiste en unir en íntimo consorcio a la experiencia sensible y la razón, exclusivos medios que al hombre le han sido concedidos para buscar la relativa realidad de Dios.
     Porque la ley de las mayorías, es absurda.
     Porque el imperio de la fuerza, es salvaje.
     Porque la imposición del sentimiento, es insensata.
     Porque la aceptación por conveniencia, es imposible.
     Porque la prueba del testimonio histórico o contemporáneo, es insuficiente.
     Pues bien; meditada con detenimiento la forma expositiva conveniente como fundamento analítico de este filosófico trabajo, y recordando el adoptado por varios sistemas, nos ha parecido mas metódico y completo el usado en el krausismo por nuestro malogrado y eminente filósofo Sanz del Río y aunque sólo en microscópico bosquejo, tanto por extensión cuanto por forma y fondo, lo tomamos por norma y por modelo.
     Mucho sentimos que la necesidad nos fuerce a no escribir sobre el asunto con la vulgarísima claridad que hace los conceptos comprensibles al primer golpe de vista; pero la índole científica que naturalmente entraña, no nos permite verificarlo según nuestro deseo. Sin embargo, pondremos todo nuestro cuidado y voluntad en exponer lo mas sencilla y claramente que podamos.
     Demos, pues, principio a nuestra tarea, con una primera parte que propiamente podremos denominarle análisis

(Manuel González Soriano, El espiritismo es la filosofía, Imprenta de Juan Torrents, San Martín de Provensals 1881, páginas 7-20.)

lunes, 5 de marzo de 2012

LA MISERICORDIA DE JEHOVA Y DE MOISÉS

SAGRADA BIBILIA,

(VERSIÓN CASTELLANA DEL ILMO. SR FELIX TORRES AMAT

EDICIÓN DE LA FAMILIA CATÓLICA

EDITORIAL: THE GROLIER SOCIETY INC., NUEVA YORK, 1957.)


ÉXODO – CAPÍTULO XXXII


VERSÍCULO 15

Entonces Moisés bajó del monte, trayendo en su mano las dos tablas de la Ley, escritas por ambas partes,


VERSÍCULO 16

y labradas por Dios; así como era también de la mano de Dios la letra grabada en ellas.


VERSÍCULO 19

Y habiéndose acercado a la puerta del campamento vio el becerro de oro y las danzas; e irritado sobremanera, arrojó de la mano las tablas, y las hizo pedazos a la falda del monte;


VERSÍCULO 26

poniéndose a la puerta del campamento, dijo: El que sea del Señor, júntese conmigo. Reuniéronsele luego todos los hijos de Leví,


VERSÍCULO 27

a los cuales dijo: Esto dice el Señõr Dios de Israel: Ponga cada cual la espada a su lado; pasad y traspasad por el medio del campamento desde una a otra puerta, y cada uno mate aunque sea al hermano, y al amigo, y al vecino.


VERSÍCULO 28

Ejecutaron los levitas la orden de Moisés; y perecieron en aquel día como unos veinte y tres mil hombres.


VERSÍCULO 29

Y Moisés les dijo: Hoy habéis consagrado vuestras manos al Señor, matando con santo celo, aun al propio hijo y al hermano; por lo que seréis benditos.


Nota del Editor:

Se puede apreciar con claridad que los mandamientos se hicieron para ser "rotos" aunque estén escritos en piedra. Bajando del monte con el "No Matarás", al otro día mataron a nada menos que 23,000 personas, parientes o no. Y después se habla mucho de "valores religiosos" bíblicos.