miércoles, 7 de enero de 2015

ESPIRITISMO Y FUTUROLOGÍA

Por: Bernardino de la Silva Moreira 
 
Podemos considerar a Leonardo d’Vinci (1452-1519) y a Julio Verne (1828-1905), como precursores de la futurología. El genial Leonardo, uno de los mayores genios de la humanidad, diseñó un esbozo de un helicóptero y como complemento un paracaídas. Cuestión de prudencia. ¡Claro! el primer prototipo moderno solo fue montado por el ingeniero francés Paul Cornu (1881-1944). O escritor Julio Verne además de precursor de la futurología, fue el creador de la ficción científica. en las obras Le Voyage al centre de la Terre (1864; Viaje al centro de la Tierra), De la Terre à Lune (1865; de la Tierra a la Luna), Vingt mille lieues sous les mers (1870; Veinte mil leguas submarinas) y L’Île mystérieuse (1874; La isla misteriosa), predijo muchos avances científicos posteriores, tales como, el submarino, la televisión y los viajes espaciales.
En 1967, el ex-reportero de la revista americana National Geographic, Edward Cornish, fundó la Sociedad del Futuro Mundial, con sede en los Estados Unidos, que en 1997 contaba con 30.000 integrantes en ochenta países.
En 1972, los computadores a pesar de ser máquinas fantásticas eran también muy difíciles de ser manejadas. Para escribir o calcular, el usuario tenía que digitar comandos cabalísticos, de ahí a dificultad de popularizar el computador. Pensando en ello, la Xerox, reunió algunos investigadores en un hotel paradisíaco de California. El trabajo de esos futurólogos era pensar e imaginar el futuro de la informática y el resultado fue muy alentador, pues, ellos crearon el lenguaje de las ventanas (Windows) que podían ser abiertas o movidas con un “Mouse”. Con ese empujón inicial, Bill Gates de Microsoft y Steve Jobs de Apple, popularizaron el computador.
En la pregunta 868 de “El Libro de los Espíritus”, el tema futurología es encarado con lógica y sentido común:
“¿Puede el futuro ser revelado al Hombre?
—En principio, el futuro le es oculto y solo en casos raros y excepcionales permite Dios que sea revelado.”
Aquel que insistiere, al no haber encontrado una respuesta precisa por otros medios, indagar, a través de un médium a un Espíritu, también puede ser sorprendido:
“¿Pueden los Espíritus darnos a conocer el futuro?
—Si el Hombre conociese el futuro, se descuidaría del presente.
Y ese es un punto sobre el cual insistís siempre, no deseando obtener una respuesta precisa. Gran error hay en ello, por cuanto la manifestación de los Espíritus no es un medio de adivinación. Si se insiste absolutamente en una respuesta, la recibiréis de un Espíritu charlatán, lo hemos dicho a todo momento.”
De las muchas previsiones de los futurólogos han sido pocas las que acertaron, finalmente, el hombre terráqueo es imperfecto, de ahí los errores de la mayoría de los futurólogos y adivinadores.
En 1928, la conceptuada revista Nature opinó que los viajes espaciales eran un delirio. ¡Erró! El premio Nóbel de Química de 1908, el físico Ernest Rutheford afirmaba categóricamente que la energía del átomo jamás tendría utilidad. ¡Erró!
Los futurólogos japoneses de la Agencia de Ciencia y Desarrollo de Japón, en 1988, resolvieron arriesgarse y anunciaron que “El Aids sería curada en 1997”, bien...
Por increíble que parezca, el inventor de la lámpara eléctrica, el genial americano Thomas Edison (1847-1931), no previó un gran futuro para su motor de combustión. ¡Esa no fue una idea genial! Su patricio Hermann Kahn (1922-1983), que fue responsable por la divulgación de la futurología, también resolvió arriesgarse y previó que, en 1990, la humanidad ya sería capaz de controlar los elementos de la Naturaleza, tales como, el calor y las lluvias. ¡Sin comentario!
Bien sabemos que la percepción de la realidad va más allá de los cinco sentidos, como ejemplo vale citar los portadores de una facultad especial o sexto sentido, esto es, los paranormales y los médiums. Kardec consciente de ello, procura el esclarecimiento de los Espíritus superiores:
“¿No hay hombres dotados de una facultad especial, que los hace entrever el futuro?
—“Hay, sí, aquellos cuya alma se desprende de la materia. Entonces, es el Espíritu el que ve. y, cuando es conveniente, Dios les permite revelar ciertas cosas, para el bien. Aún así. entre esos, son en mayor número los impostores y los charlatanes. En los tiempos venideros, esa facultad será más común.”
Y complementa la pregunta:
“¿No es cierto, sin embargo, que, a veces, algunos acontecimientos futuros son anunciados espontáneamente y con verdad por los Espíritus?
—“Puede darse que el Espíritu prevea cosas que juzgue conveniente revelar, o que él tenga por misión darlas a conocer; pero, en ese terreno, todavía son más de temer los Espíritus engañadores, que se divierten en hacer predicciones. Solo el conjunto de las circunstancias permite se verifique el grado de confianza que ellas merecen.”
Repetimos que los hombres y los Espíritus aún imperfectos, son muchas veces engañados por el orgullo, o egoísmo, y principalmente la ignorancia, manifestada en muchos hombres o Espíritus seudo sabios. Por eso Kardec advierte:
“Muchos, los más, solo ven en el Espiritismo un nuevo medio de adivinación e imaginan que los Espíritus existen para predecir la suerte de cada uno. Ora, los Espíritus livianos y burlones no pierden ocasión de se divertirse a costa de los que piensan de ese modo. Es  así que anunciará maridos a las mozas; al ambicioso, honras, herencias, tesoros ocultos, etc. De ahí, muchas veces, surgen desagradables decepciones, de las cuales, entretanto, el hombre serio y prudente siempre sabe precaverse.
¡Seriedad, sentido común, lógica, prudencia, he ahí el mejor antídoto contra el error!
Bibliografía:
               Nueva Enciclopedia Barsa, 2002, Vol. 14, pág. 345
               Superinteresante/Especial, Previsiones de la ciencia, Edición 20, noviembre de 1997, págs. 6 a 11
               El Libro de los Espíritus, Allan Kardec, Traducción de Guillón Ribeiro, 76ª edición, FEB, Preg. 868
               El Libro de los Médiums, Allan Kardec, Traducción de Guillón Ribeiro, FEB, 62ª edición, pág. 381, Preguntas sobre el futuro, 7ª pregunta
               Ídem, págs. 383 y 384
               Ídem, págs. 381 y 382
               Ídem, pág. 44, ítem 25


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