viernes, 26 de diciembre de 2014

CURAR EL CUERPO PERECIBLE NO ES LA FINALIDAD DEL CENTRO ESPÍRITA

 
Por  Jorge Hessen

     Homero Pinto Vallada Filho, profesor del Departamento de la Facultad de Medicina de la USP, garantiza que, bajo el punto de vista social, la terapia completamente religiosa (o espiritual) es una aliada importante de los servicios de salud.
     Recientemente Homero orientó la pesquisa concretizada por la médica Alexandra Lamas Granero Lucheccti, objetivando mostrar la dimensión del trabajo realizado por los centros espiritas, el gran número de tratamientos prestados  y los diferentes servicios ofrecidos.
     Lamas Granero obtuvo un levantamiento inicial de 504 centros espiritas de la capital paulista que poseían site en internet conteniendo dirección de contacto. Notó que los principales motivos para la procura por el centro espirita fueron los problemas de salud, normalmente vinculados  a la depresión (45,1%), el cáncer (43,1%) y enfermedades en general (33,3%). También fueron constatados relatos de dependencia química, problemas de relación social.
     El aspecto que destacamos en la pesquisa de la médica es que en los tratamientos realizados, la práctica más presente  fue la desobsesión (92,7%)  y la menos frecuente (gracias a Dios!...)  fue la cirugía espiritual, y además en esas cirugías no había los agresivos cortes (5,%%) – ¡óptimo!...  Otra cosa buena que encontramos en el estudio de Alejandra es que en casi todos los centros los pacientes son orientados a continuar con el tratamiento médico convencional, en el caso estén haciendo alguno, y que los espíritas están realmente más conscientes.
     Se confirma así lo que hemos indicando en diversos artículos publicados sobre la temática: el Centro Espírita no puede y no debe ser un complejo hospitalario, entronizando métodos de cura física para los enfermos que lo procuran. Entre tanto, debe priorizar la educación del alma en la que se destaca la terapéutica de la información de la Doctrina Espírita, considerando la terapia espírita, a fin de que los enfermos (espirituales) puedan curar sus propias molestias (físicas)
     El Centro Espírita es un pronto socorro a los necesitados de amparo y esclarecimiento, sea a través de la moralización espírita, de las oraciones o de los tratamientos espirituales, o sea, por las orientaciones morales y materiales. La Casa Espírita ofrece las bendiciones del pase, que sabemos ser un método tradicionalmente eficaz para transmisión de fluidos magnéticos y espirituales  a favor de aquellos  que se encuentran, moral y físicamente, descompensados, fortaleciéndles el cuerpo físico y el tejido espiritual (periespíritu).
     Por tanto, es contraproducente transformar el centro espírita en hospital, a fin de atender todas las enfermedades físicas; eso es una alienación, es perder el foco de la práctica  espírita. Más no hay contradicción en una actividad de tratamiento a enfermos portadores de problemas espirituales. Se les puede aplicar pases magnéticos, ofrecerles agua magnetizada  (si fuera el caso), más la tarea fundamental del Centro Espírita es aclarar y despertar la conciencia de aquellos que lo procuran.
Es muy cierto que la pesquisa de Lamas Granero describe las actividades realizadas en los centros espíritas y resalta no solo la importancia social desempeñada por ellos, más también la contribución al sistema de salud como apoyo en la promoción de la salud, algo que la gran mayoría de los académicos desconocen.
      Enfatizaremos mil veces que el Centro Espírita no tiene  por ámbito principal la cura de los cuerpos perecible; queda bien nítido el equívoco en que incurren los compañeros que inadvertidamente o demasiado excitados, prometen curas milagrosas para patologías que la medicina humana no cura. Todas las terapias para el tratamiento físico son secundarias, hasta porque tratan de efectos considerando la percepción que los enfermos tienen de la vida y su manera de vivir.  Para que las superficiales terapias (físicas) tengan efecto duradero es preciso que los enfermos busquen su propia transformación moral, pues la enfermedad es siempre un reflejo del alma, revelando que algo no va bien en la historia comportamental del enfermo.
     Una casa espírita orientada por los cánones de Allan Kardec prioriza el esclarecimiento al enfermo, informándole que solamente cambiando sus actitudes equivocadas, que ocasionan la enfermedad, es lo que hace posible la cura. Cuando no hay una transformación moral verdadera la recuperación física será temporal, pues las dolencias tienen sus causas en los desequilibrios morales. Es exactamente así la vida: recogemos lo que sembramos, sea de esta actual encarnación, sea de las vidas anteriores.
     Finalmente, delante de todos los males y de cualquier dolencia, la casa espírita debe orientar a los enfermos para un cambio de comportamiento, centrando los pensamientos y los ideales tan bien enseñados por Jesús, pues el remedio de la enfermedad es y será siempre la práctica de la Ética Espírita.

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