Autor : Adalberto
Ricardo Pessoa*
Para los griegos
antiguos, la Psicología era la ciencia que estudiaba el alma humana. Psique, la
palabra griega que le dio origen, significaba alma, siendo que el concepto de
ciencia de la época era diferente de nuestro concepto actual, y era mucho más
próximo e integrado al concepto de filosofía.
La Psicología
comprendida, a partir de la visión Espírita, retoma el concepto griego; pero,
el estudio del alma Humana, es realizado ahora, a partir de las contribuciones
conjuntas de la ciencia moderna y del Espiritismo.
En las
Universidades y centros académicos formales la Psicología posee diversas
definiciones, dependiendo de las escuelas teóricas existentes, en las cuales
notamos un cuadro evolutivo de desenvolvimiento desde una visión extremadamente
materialista, hasta una posición más espiritualizada y transcendentalizada.
Así tenemos, como
1ª Gran Abordaje, la Psicología Comportamental
o Behaviorismo que define la Psicología como el estudio del comportamiento
humano; con su énfasis en el comportamiento demostrable, y en los resultados
experimentales comprobables dieron origen a una psicología materialista que
subestima la importancia de la mente, o más precisamente, del Alma en la
conducta humana. Aún así, ella ofreció su contribución, especialmente en el
campo de la Tecnología Comportamental
aplicada a la ciencia de la
Psicología.
Ya en el
Psicoanálisis de Freud, surgido en el inicio del siglo,
encontramos el primer paso consistente para la Psicología reencontrar su objeto
de estudio original. Al pesquisar la estructura del inconsciente (o sea, de
la parte de la personalidad que desconocemos en nosotros
mismos) a través del análisis de sueños, y de su estudio clínico, Freud redescubrió y trajo a la superficie un mundo nuevo
de descubrimientos sobre la complejidad del Alma Humana. Dejó al descubierto
nuestros deseos más ocultos, nuestras represiones, y todo el lado sombrío del
hombre; o sea, como Kardec, Freud
reveló al hombre aspectos de su personalidad que nadie quería encarar, y por
eso ambos (Kardec en el siglo XIX, y Freud
en el siglo XX), fueron criticados por sus contemporáneos.
Surge, entonces,
más tarde la Psicología Humanista de Carl Rogers,
Abraham Maslow y otros autores de la época. Aquí,
la Psicología es definida como el estudio de la subjetividad humana. Ese abordaje rescata en el hombre, el
lado creativo del alma, resaltando su potencial de auto-regulación (que en el
Espiritismo llamamos como libre-albedrío) y las características que lo
diferencian como ser humano: la aceptación de sí mismo, la empatía, la
espontaneidad, etc.
Como tal, la
Psicología Humanista fue una especie de intermediaria para el surgimiento de la
Psicología Transpersonal, abordaje teórico
centrado en el interés por los aspectos de la experiencia humana relacionados a
la espiritualidad y a la ampliación de la
conciencia.
Fue, entonces, en Carl Gustav Jung, que la Psicología Moderna formuló la más
consistente teoría científica para abrir el camino que faltaba para que en los
tiempos actuales, el Espiritismo finalmente marcara con su contribución la
retomada de la Psicología de su objeto de estudio original: el Alma Humana.
Con el concepto de
inconsciente colectivo o psique arquetípica, Jung
en sus pesquisas demostró al medio científico que la psique individual no es
apenas producto de la experiencia personal; ella envuelve, además, una
dimensión pré-personal o transpersonal,
que simbólicamente se manifiesta en patrones e imágenes universales, tales como
los que se pueden encontrar representados en todas las mitologías y religiones
del mundo.
La Psicología
Profunda de Jung amplía, así, el concepto de
inconsciente propuesto por Freud,
y a través del concepto de complejos y arquetipos, ofrece al Espiritismo un
elemento psicológico adicional para explicar conceptos como reencarnación,
tendencias innatas, energía psíquica, etc.
Paralelamente
la Parapsicología, y más recientemente, la Neuropsicología, la Biología y la
Física, han provisto nuevos elementos que confirman los Estudios Espíritas más
recientes, contribuyendo también para la solidificación de una Psicología de
orientación Espírita.
La Psicología Espírita,
caminando lado a lado con las adquisiciones de la ciencia formal, asimila las
contribuciones de todos los otros abordajes teóricos citados, y aun da algunos
pasos más, pues presenta un paradigma de orientación holístico,
que vislumbra el ser humano integral (englobando lo biológico, lo psíquico, lo
social y lo espiritual), demuestra de manera racional y plausible de
comprobación experimental la existencia de un elemento espiritual en la esencia fundamental de todo
acontecimiento relacionado con la vida en la Tierra, al mismo tiempo que
considera la existencia de Dios y la identificación del Alma, reconocida por su inmortalidad y
sus experiencias en vidas sucesivas, presupuestos fundamentales para que la
psicología pueda esclarecer sobre el porqué del dolor, la desigualdad aparente de los
sufrimientos, sobre quienes somos, y por qué nuestras acciones de hoy traen
repercusiones en nuestro mañana, así como, nuestro entonces nos trajo la paz o
la intranquilidad de hoy, revelando la vida como un proceso de crecimiento
permanente que no se limita a una única existencia (Facure,
1999).
Referencias
Bibliográficas
Facure, N. O. Mucho
más allá de las neuronas. Conferencias y Entrevistas sobre Mente y Espíritu.
Asociación Médico-Espírita de San Pablo, 1999.
*Psicólogo Clínico y Analista Junguiano
y Transpersonal formado por la USP, miembro de la Asociación Brasilera de Psicólogos Espíritas
(ABRAPE)
Fuente: Website: Psicología Espírita en 01/12/2005 - www.psicologiaespirita.rg3.net
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