El
comercio de la fe cristiana ridiculiza la libertad religiosa que existe en
Brasil. Aventureros hacen escarnio de la facilidad para crear una iglesia
cualquiera. Son exigidos apenas cinco días útiles y un poco más de R$ 500.00
para las dispensas burocráticas a fin de fundar una iglesia de cualquier cuño
evangélico, con derecho a CNPJ y todo lo demás. Basta presentar el registro del
Acta de la asamblea de fundación y del estatuto social. ¡Así de simple!
Tras
esos primeros pasos, si se recauda mucho dinero se consigue comprar espacios en
la TV (abierta o por asignatura) para hacer propaganda del contenido ideológico
como si fuese un “producto” para consumo “espiritual”. Bajo la abyecta
industrialización de la “cruz”, buena parte de los programas dichos evangélicos
han hecho del Cristo un “niño propaganda”. No se presenta contenido legítimamente
del Evangelio; el énfasis recae en el éxito y en la prosperidad
financiera, como si ello fuese la prioridad del Evangelio. Sus presentadores
(siempre circunspectos) se valen de mensajes “proféticos” y de “curaciones” y
testimonios de personas que han obtenido victorias financieras, mediante
las cuales estimulan los telespectadores a enviarles grandes
contribuciones.
En las
advertencias de Paulo de Tarso percibimos que en los tiempos apostólicos
también había comerciantes de la fe, sin compromiso con las
Escrituras, interesados y sin respeto al Creador, que vagaban
por las iglesias cristianas usando el Evangelio para obtener lucro.1 Eso
llevó al Convertido de Damasco a mostrarle a los cristianos de Corinto que él era diferente de esos
aprovechados.2 Refiriéndose a los falsos maestros, el apóstol
Pedro también alertó a los religiosos de la época sobre los que mercadean la
fe”.3
En el
libro “Una Breve Historia del Mundo”, Geoffrey Blainey afirma: “La Iglesia [de
Roma] reunió cobradores de impuestos profesionales y, así como las personas que
hoy ayudan a recolectar fondos en las instituciones de caridad, ellos se
encargaban de vender indulgencias.(…) Martín Lutero detestaba la práctica de
venta de indulgencias, que nada más eran que pacotes caros pagos por el perdón.
El 31 de octubre de 1517, fijó sus protestas en latín a la puerta de la iglesia
del castillo de su ciudad”4. Casi concomitante al ideario del
sacerdote agustiniano se irrumpe el liderato del protestante Calvino.
Para
el sociólogo Max Weber, la religión ejerce una profunda influencia sobre
la vida económica. Mas específicamente, la teología y la ética do calvinismo
fueron factores esenciales en el desarrollo del capitalismo del norte de
Europa y de los Estados Unidos. Weber se basó principalmente en los puritanos y
en grupos influenciados por ellos. Al analizar los datos, concluyó
que entre los puritanos surgió un “espíritu capitalista” que hizo del lucro y
de la ganancia un deber. Él argumenta que “ese espíritu resultó del sentido
cristiano de vocación dado por los protestantes al trabajo y del concepto de
predestinación, tenido como central en la teología calvinista. Finalmente,
la secularización del espíritu protestante generó la mentalidad y las
realidades crueles del mundo de los negocios”.5
Según
el Censo del IBGE, las religiones “reformadas” doblaron el número de
devotos en Brasil entre 2000 y 2010, y ya ultrapasan el 22% de la
población. Su extensión social de influencia es descomunal. Recientemente
fue inaugurado en San Pablo un mega “templo” conteniendo 74 mil m² de área
construida, 52 metros de altura, 105 de largo y 121 de profundidad. Para
la construcción fueron utilizados 28 mil m³ de concreto y casi 2 mil toneladas
de acero, además de la importación de 40 mil m² de piedras de Hebron, en
Israel. El “templo” costó la niñería de R$ 630 millones (eso mismo, más de
medio billón de reales).6
Durante la inauguración de la faraónica “casa del señor”, el emprendedor y propietario del “templo” invitó a todos (cerca de 15 mil personas) a pegar los sobres colocados en el respaldo de las sillas y requirió modestamente: “¡Escriba su pedido de oración para colocar en las piedras del altar! El que quiera puede hacer una “oferta”, pues hay millares de máquinas de tarjetas de crédito y débito repartidas por el salón”; no obstante, los fieles donaron dinero vivo. El resultado de las donaciones se observó en el día posterior, cuando se posó un helicóptero en la terraza del “templo” inaugurado, y hacia la aeronave fueron transportadas maletas y maletas abarrotadas de “ofertas”, conforme podrá ser comprobado en el link:
Durante la inauguración de la faraónica “casa del señor”, el emprendedor y propietario del “templo” invitó a todos (cerca de 15 mil personas) a pegar los sobres colocados en el respaldo de las sillas y requirió modestamente: “¡Escriba su pedido de oración para colocar en las piedras del altar! El que quiera puede hacer una “oferta”, pues hay millares de máquinas de tarjetas de crédito y débito repartidas por el salón”; no obstante, los fieles donaron dinero vivo. El resultado de las donaciones se observó en el día posterior, cuando se posó un helicóptero en la terraza del “templo” inaugurado, y hacia la aeronave fueron transportadas maletas y maletas abarrotadas de “ofertas”, conforme podrá ser comprobado en el link:
Detalle:
Jesús no fue invitado a la inauguración. Él no tenía credenciales pues
era pobre por demás para tener acceso al lujoso y baldío “templo”. En los
buenos tiempos apostólicos, El Divino Galileo expulsó los vendedores,
reclamando que estaban transformando su casa en un “cueva de
ladrones”. Mas Él también profetizó el desmoronamiento de aquella
construcción de piedra: “Al salir do templo, los discípulos se aproximaron a
Jesús y le hicieron apreciar las construcciones. Jesús, empero, les respondió:
Veis todos estos edificios? En verdad os declaro: no quedará aquí piedra sobre
piedra; todo será destruido”.7 El general Tito podrá dar
detalles de como lo demolió… Esa reprobación de Jesús del comercio de las
cosas benditas recayó sobre las permutas de baratijas religiosas practicadas
por los mercaderes del Templo de Jerusalén. Al expulsarlos, el Maestro dio
enérgica demostración de que no se debe comerciar con las cosas espirituales,
ni convertirlas en objeto de especulación o medio de lujurias.
Es
insano transformar un templo religioso en una Agencia Mercantil. Vivir el Evangelio,
Sí! Ganar ríos de dinero a costa del mensaje del Cristo, Jamás! Nada es tan
espurio para un cristiano que el ejercicio de la industrialización del
Evangelio. Es deplorable identificarnos “religiosos” (salvo algunas honrosas
excepciones) que se presentan cuales “apóstoles” del Cristo, con evidente
desprecio al código de la ética cristiana.
El
Cristo advirtió en varios segmentos del Evangelio sobre los “evangelizadores”
oportunistas, comparándolos a “lobos en piel de corderos”. La lógica
humana es dilacerada delante de la explotación de la fe. No hay como enmudecer
frente a los que se valen de todos los tipos de medios para predicar el
Evangelio en “nombre de Dios”, deslumbrando los seguidores afirmando que la
clemencia del Padre solamente puede ser obtenida a través de la “oferta”
financiera.
Hay
muchos falsos cristos y falsos profetas representados por filosofías,
doctrinas, sectas y religiones mercantilistas que esclavizan los hombres y
explotan la buena fe de las personas que sufren. Jesús, hace dos mil años
reprendió: “Está escrito: Mi casa será llamada casa de oración. Pero,
vosotros la habéis transformado en cueva de ladrones”.8 Hoy,
discurre sobre las escrituras en una maníaca exaltación del Cristo, combinan
sus prédicas a la moneda de trueque, donde quien fuere más generoso (mano
abierta) y destinar mayor cuantía en dinero tendrá mayor beneficio “celestial”.
Los
desprevenidos religiosos se nutren de la “fe ciega” que les es infligida por
medio de discursos abrasados y escenaciones de seudo-exorcismos, donde lo que
de hecho ocurre son catarsis anímicas y/o “incorporaciones” de obsesores que se
deleitan delante de los patéticos y deprimentes espectáculos.
“Ay de
vosotros, conductores de ciegos, pues que decís: Cualquiera que jurare por el
templo, nada es; mas el que jure por el oro del templo, o por la oferta, este
hace lo correcto. ¡Insensatos y ciegos! Pues, ¿cuál es mayor: la oferta, el oro, o el templo de
Dios?”.9
Una
vez más evocamos Pablo, cuando amonestó a los cristianos de Corinto:
“Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males; y algunos, en esa
lujuria, se desviaron de la fe y a sí mismos se atormentaron con muchos
dolores. Tu, empero, hombre de
Dios, huye de esas cosas; antes, sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor,
la constancia, la mansedumbre.”.10 La única moneda que el
Creador acoge como cambio es el amor al prójimo.
Jorge
Hessen
Referencias
bibliográficas:
1 IICo. 11.3-15 e ITm. 6.9-10
2 IICo 2.17
3 IIPe 2.1-3
4 Geoffrey. Una Breve Historia del Mundo, Curitiba: Ed. Fundamento, 2004, página
185
5 Weber, Max. La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, San Pablo: Ed
Cia de las Letras, 2004
6 El dinero, oficialmente, viiene de donaciones de fieles de todo el mundo.
7 Mateo, capítulo 24
8 Mateo, XXI; 12 e 13
9 Mateo, XXIII; 16
10 ITimoteo 6:6-11
No hay comentarios:
Publicar un comentario