Por Jorge Hessen
Homero Pinto Vallada Filho, profesor del Departamento de la Facultad de Medicina
de la USP, garantiza que, bajo el punto de vista social, la terapia completamente
religiosa (o espiritual) es una aliada importante de los servicios
de salud.
Recientemente Homero orientó la pesquisa concretizada por la médica
Alexandra Lamas Granero Lucheccti, objetivando mostrar la dimensión del trabajo
realizado por los centros espiritas, el gran número de tratamientos prestados y
los diferentes servicios ofrecidos.
Lamas Granero obtuvo un levantamiento inicial de 504 centros
espiritas de la capital paulista que poseían site en internet conteniendo
dirección de contacto. Notó que los principales motivos para la procura por
el centro espirita fueron los problemas de salud, normalmente vinculados a
la depresión (45,1%), el cáncer (43,1%) y enfermedades en general (33,3%).
También fueron constatados relatos de dependencia química, problemas de relación social.
El aspecto que destacamos en la pesquisa de la médica es que en los
tratamientos realizados, la práctica más presente fue la desobsesión
(92,7%) y la menos frecuente (gracias a Dios!...) fue la cirugía
espiritual, y además en esas cirugías no había los agresivos cortes (5,%%) –
¡óptimo!... Otra cosa buena que encontramos en el estudio de Alejandra es
que en casi todos los centros los pacientes son orientados a continuar con
el tratamiento médico convencional, en el caso estén haciendo alguno, y que
los espíritas están realmente más conscientes.
Se confirma así lo que hemos indicando en diversos artículos publicados
sobre la temática: el Centro Espírita no puede y no debe ser un complejo
hospitalario, entronizando métodos de cura física para los enfermos que
lo procuran. Entre tanto, debe priorizar la educación del alma en la que se
destaca la terapéutica de la información de la Doctrina Espírita, considerando
la terapia espírita, a fin de que los enfermos (espirituales) puedan curar sus
propias molestias (físicas)
El Centro Espírita es un pronto socorro a los necesitados de amparo y esclarecimiento,
sea a través de la moralización espírita, de las oraciones o de los
tratamientos espirituales, o sea, por las orientaciones morales y materiales.
La Casa Espírita ofrece las bendiciones del pase, que sabemos ser un método
tradicionalmente eficaz para transmisión de fluidos magnéticos y espirituales a
favor de aquellos que se encuentran, moral y físicamente, descompensados,
fortaleciéndles el cuerpo físico y el tejido espiritual (periespíritu).
Por tanto, es contraproducente transformar el centro espírita en
hospital, a fin de atender todas las enfermedades físicas; eso es una alienación,
es perder el foco de la práctica espírita. Más no hay contradicción en
una actividad de tratamiento a enfermos portadores de problemas espirituales. Se
les puede aplicar pases magnéticos, ofrecerles agua magnetizada (si fuera
el caso), más la tarea fundamental del Centro Espírita es aclarar y despertar
la conciencia de aquellos que lo procuran.
Es muy cierto que la pesquisa de Lamas Granero describe las
actividades realizadas en los centros espíritas y resalta no solo la
importancia social desempeñada por ellos, más también la contribución al
sistema de salud como apoyo en la promoción de la salud, algo que la gran
mayoría de los académicos desconocen.
Enfatizaremos mil veces que el Centro Espírita no tiene por ámbito
principal la cura de los cuerpos perecible; queda bien nítido el
equívoco en que incurren los compañeros que inadvertidamente o demasiado
excitados, prometen curas milagrosas para patologías que la
medicina humana no cura. Todas las terapias para el tratamiento físico
son secundarias, hasta porque tratan de efectos considerando la percepción que
los enfermos tienen de la vida y su manera de vivir. Para que las
superficiales terapias (físicas) tengan efecto duradero es preciso que los
enfermos busquen su propia transformación moral, pues la enfermedad es siempre
un reflejo del alma, revelando que algo no va bien en la historia comportamental
del enfermo.
Una casa espírita orientada por los cánones de Allan Kardec prioriza
el esclarecimiento al enfermo, informándole que solamente cambiando sus
actitudes equivocadas, que ocasionan la enfermedad, es lo que hace
posible la cura. Cuando no hay una transformación moral verdadera la recuperación
física será temporal, pues las dolencias tienen sus causas en los
desequilibrios morales. Es exactamente así la vida: recogemos lo que
sembramos, sea de esta actual encarnación, sea de las vidas anteriores.
Finalmente, delante de todos los males y de cualquier dolencia, la casa
espírita debe orientar a los enfermos para un cambio de comportamiento,
centrando los pensamientos y los ideales tan bien enseñados por Jesús, pues el remedio de la
enfermedad es y será siempre la práctica de la Ética Espírita.